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Hijos ilustres de Supe: Gerardo Miguita y Venancio Shinki fueron reconocidos en su tierra de origen

Gerardo Miguita y Venancio Shinki tienen mucho en común. Son más que nikkei destacados o exitosos. Es como si la tranquilidad distante, la sonrisa cordial y la invisible sabiduría de las cosas y los momentos formaran parte de la piel de cada uno. Ellos son la historia viva de los migrantes japoneses y sus descendientes que se asentaron en la Hacienda San Nicolás* y los pueblos aledaños de la provincia de Barranca, al norte de Lima.

El nisei más conocido de Supe Puerto y el prestigioso pintor nacional fueron homenajeados el domingo 28 de setiembre por la comunidad nikkei y las autoridades del distrito de Supe en el histórico Cementerio Japonés de San Nicolás.

El cementerio Japonés de San Nicolás ha sido reconstruido en 1935, 1948, 1969 y 1979, y en general conserva las características originales desde que fue  fundado en 1907 tras la muerte de dos migrantes japoneses.

VELANDO POR LOS QUE DESCANSAN EN SAN NICOLÁS

Gerardo Miguita ha cuidado durante 35 años el cementerio de San Nicolás. Ahora, la calle que da acceso al camposanto lleva su nombre.

A don Gerardo se le reconoce su entrega desinteresada y su constante preocupación por cuidar este cementerio donde yacen los restos de los pioneros japoneses. Durante los últimos 35 años él se ha encargado de mantener el lugar, incluso disponiendo de su propio dinero para ello. Por esta razón, la municipalidad de Supe acordó que la calle de acceso al lugar donde reposan 480 tumbas de cuerpo presente y las cenizas de restos no identificados lleve a partir de ahora el nombre de Gerardo Miguita Nakashima. “Esto no me lo esperaba. Este reconocimiento en vida me llena de mucha satisfacción”, expresa con voz cálida y a sus más de 80 años.

Está parado a un lado de la placa que lleva su nombre. Todos le toman fotos. Profundamente emocionado, pero con la serenidad que ahora lo gobierna, don Gerardo escucha los breves discursos de quienes le rinden homenaje y destacan su honorabilidad y vocación de servicio hacia la comunidad nikkei y al pueblo de Barranca. 

Don Gerardo se siente tranquilo. El homenaje cierra un período de su preocupación por la preservación del cementerio. Ahora la Asociación Peruano Japonesa de Barranca será la encargada de cuidar el bello camposanto. “Mi interés siempre ha sido que este lugar posea un estatus jurídico, y ahora, además, la municipalidad de Supe lo ha declarado patrimonio histórico, y a su vez ha iniciado las gestiones para que así también lo reconozca el Ministerio de Cultura. Yo siento una satisfacción enorme y puedo decir que cuando uno se vaya, habrá alguien que velará por los que descansan en San Nicolás”, expresa.

Seguramente don Gerardo tendrá ahora más tranquilidad y más tiempo para observar el mar desde Supe Puerto, donde vive. Allí está su bodega Miguita, al costado de la municipalidad y que es punto obligado de visita. Y quizás hasta se anime a pescar un lenguado o un róbalo, como antes hacía, para prolongar la vida con un plato de sashimi y otro de cebiche. Sin embargo, igual nunca dejará de visitar el bello cementerio japonés donde descansan los pioneros y sus descendientes, y acaso sin darse cuenta cumplirá la frase que se lee en el mausoleo: “Nunca olvides la tumba de tus ancestros”.

TODO EMPEZÓ A LOS SEIS AÑOS

El destacado pintor peruano Venancio Shinki fue declarado “Hijo predilecto de Supe”.

Don Venancio Shinki Huamán habla pausado, hace memoria, las imágenes de su niñez en el Colegio Japonés de la Hacienda San Nicolás aparecen en su mente: “Allá había una colonia japonesa numerosa. Y lo más lindo era el undokai en el colegio. No tienes idea de lo que era. El gakkoo era enorme y bien organizado. ¡Era bárbaro! Yo era un niño y me quedaba admirado. El colegio fue la experiencia más linda que tuve, pero por otro lado también fue la más dolorosa. Sin embargo, después todo se arregla”.

Cuenta don Venancio que los otros niños japoneses que iniciaban su primer año de colegio con él, y que provenían de Supe, de las otras haciendas de Barranca o que vivían en la campiña, no lo incluían en sus juegos y entretenimientos. Eso ocurría “porque mamá era peruana”.

“En el recreo yo me quedaba mirando cómo se divertían los demás niños. Pero Dios es grande. No hay nada que hacer que Dios es grande. Tenía seis años y eran los primeros días en gakkoo, y de Japón llegaron los paquetes con los útiles para cada niño. Luego de hacer una reverencia, el sensei entregaba sus útiles a cada estudiante. ¡Qué época más linda!”, recuerda.

Continúa: “Entre los libros y cuadernos encontré uno que era de arte y manualidades, y tenía capítulos para hacer origami, para dibujar y pintar, para hacer collage. Entonces agarré ese libro y lo adopté, y a partir de ese momento ese libro fue el que me salvó de la marginación y del trato áspero de algunos compañeros. Ese libro me salvó. Yo  me dedicaba a dibujar, pintar y hacer origami con mi libro. Por eso digo que gracias a Dios todo se arregla: ese libro le dio algo que hacer a un niño de seis años. Ese fue el inicio, y ahora me sorprendo cómo obra la vida: a los seis años empecé a hacer mi profesión”.

Ahora, después de tantos años y convertido en un referente de la plástica nacional, la vida continúa arreglándose. Shinki fue declarado hijo predilecto por la municipalidad de Supe y por la Asociación Peruano Japonesa de Barranca. “Este reconocimiento es un honor para mí. Es una emoción particular, tanto que en la ceremonia sencilla que se hizo –y a todos los presentes les consta– me emocioné, se me cortó la voz. Dios, ¡hice un papelón! Soy muy sensible, esa es mi manera de ser; soy llorón pues, como muchos nisei que somos llorones…”. Don Venancio ríe y los ojos le vuelven a brillar.

Los homenajeados con las autoridades de Supe y de la Asociación Peruano Japonesa de Barranca.

*  La colonia de migrantes japoneses que llegó a la Hacienda San Nicolás entre 1899 y 1909 sumó cerca de tres mil personas. Trabajaban en las plantaciones de caña de azúcar.

 

* Este artículo se publica gracias al convenio entre la Asociación Peruano Japonesa (APJ) y el Proyecto Discover Nikkei. Artículo publicado originalmente en la revista Kaikan Nº 92, y adaptado para Discover Nikkei.

 

© 2014 Texto: Asociación Peruano Japonesa; © 2014 Fotos: Asociación Peruano Japonesa / Jorge Fernández

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Acerca del Autor

Paul Nakamurakare Enobi es comunicador con amplia experiencia en periodismo escrito. Se ha desempeñado en las redacciones del diario El Comercio, la revista etecé de Telefónica del Perú, diario El Sol y el Diario Oficial El Peruano (Perú). Como reportero y editor se ha enfocado en temas económicos, de inclusión social y de divulgación científica.

Última actualización en diciembre de 2014


La Asociación Peruano Japonesa (APJ) es una institución sin fines de lucro que congrega y representa a los ciudadanos japoneses residentes en el Perú y a sus descendientes, así como a sus instituciones.

Última actualización en mayo de 2009

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