Parte 2 >>
Siguen las historias del pasado. En 1959, visité la casa de mi abuelo materno donde mi madre había vivido. Era una hacienda a las afueras de Londrina, estado de Paraná.
Durante mi estadía pude vivir nuevas experiencias. La costumbre descalzarse al entrar a la casa. En mi casa también teníamos esa costumbre pero había una cajonera en donde guardábamos los zapatos. Pero en la casa de mis abuelos, era solamente dejar los zapatos en el piso. Me sorprendí al ver tantos zapatos y sandalias tirados. Uno de mis primos me prestó un par de zoori (chinela). En Japón tienen también surippa, chinelas destinado para las visitas.
Al regresar de un paseo, no encontré mi zoori. Estuve buscándolos hasta que alguién me dijo “acá no hay un zoori para cada uno”.
Era comprensible, ya que la familia era nuemerosa. Solamente los nietos eran 7.
La primera vez que entré al ofuro fue en aquella visita. Fue un gran acontecimiento. Hasta que escribí un poesía “Mi primer baño de ofuro” (capítulo 3 de esta serie)
Un tambor estaba lleno de agua caliente. Como no sabía nada, me enjaboné y me metí dentro del agua caliente como si fuera uma ducha.... no podían creer lo que había hecho! Desde entonces, nunca más tomé un baño en una bañera japonesa.
Aparte del episodio de ofuro, tuve otro gran descubrimiento en la casa de mis abuelos. Era la sala de visitas que al contrario de otros ambientes de la casa, tenía un estilo refinado.
Para una casa del campo de aquella época, los muebles estaban combindaos y al ver a lo alto de la pared de madera había un gran cuadro, con una fotogafía enmarcada. Enseguida reconocí que era el Emperador y la Emperatriz de Japón. Justamente en el mes de abril de aquel año se realizó el casamiento del príncipe heredero Akihito y los había visto en los diarios y revistas de la época de Brasil
Mi abuela tenía mucho orgullo del Emperador. Ella recortaba las fotos que encontraba en las revistas japonesas y los pegaba en un panel grande de papel que se exhibía en la pared de la sala.
Del mismo modo que las familias brasileras era común tener un cuadro de la Sagrada Familia, para mis abuelos el Emperador y Emperatriz eran como si fuera Dios .
El uso del japonés es el “Japón antiguo” sin lugar a dudas.
El movimiento de dekaseguis comenzó en la década de los 80. Para los nikkeis era una gran oportunidad. Si bien sabían poco hablar japonés, sentían que se iban a arreglar y viajaron a Japón, cargado de sueños y esperanza. Pero se encontraron con la barrera del idioma. No conocían los extranjerismos, los términos honoríficos y que la forma de hablar de las mujeres difería a la de los hombres. Hubo caso de trabajadores que tuvieron malas experincias a causa del idioma.
Pero existe una palabra que, por arte de magia, invita a reir. Es la palabra “benjo”.
Entre los nikkeis es común relacionar dekasegui con benjo. Muchas personas al llegar a Japón usaron esa palabra para indicar el sanitario y dio motivo para muchas historias graciosas.
También el washlet, sanitario con un sofisticado panel electrónico, común en cualqluier casa japonás, motivo de una divertida historia.
Eran 3 hermanas del interior del estado de Minas que viajaron a Japón. El óminbus hizo una parada y ellas fueron al baño. La hermana menor quiso usar el washlet. Se sentó y como no entendía lo que estaba escrito en el panel electrónico, apretó cualquier botón. Fue en ese entonces que un chorro de agua salió desde abajo, y ella gritó. Las hermanas corrieron hacia ella y quisieron abrir la puerta. El grito de la hermana se escuchaba desde lejos. Las hermanas trataban de pedir auxilio con gestos y las personas que estaban allí no entendían qué estaba sucediendo. Por fin, la hermana abrió la puerta y apareció con el rostro pálido. Las 3 hermanas lloraban, se abrazaban y no se separaban. Las personas que estaban alrededor continuaban sin entender. Para las 3 hermanas debió ser un accidente difícil de olvidar.
Es así que nuestra vida de nikkei es muy divertida.
Japón antiguo, está aquí mismo, en Brasil!
© 2011 Laura Honda-Hasegawa