Cuando era estudiante tuve una compañera muy particular.
Era nikkei y en su casa hablaba prácticamente en japonés.
Si bien el 90% del curso eran brasileros, ella hablaba japonés sin timidez.
¿Anta (tú) estudiaste para el examen?” “No entendí ano (esa) lección”
Al principio sonaba extraño, pero sus compañeros la aceptaron naturalmente y las conversaciones en la hora del recreo se tornaban más divertidas.
Aún hoy, cada vez que escucho la palabra “anta” (tú), sin querer me sonrío.
“¿Cómo estará Elena? Tendrá familia y seguramente llamará a su marido, hijos, a todos, “anta, anta” ¡Cúanta nostalgia!
En el idioma nisei también existen nombre de los alimentos.
Una amiga que vivió 10 años en Japón dijo “De la comida japonesa lo que más me gustó es el “Shuriko”
- Nunca lo escuché nombrar, ¿Qué es eso?
- Tiene mochi dentro de anko
- Ahh. Te refieres a “Oshiruko”
En una fiesta japonesa nikkei, un hombre gritó:
- ¿Alguien más quiere Shashimi? Son los últimos.
- Todo el mundo “Sashimi, quiero, quiero”
Realmente, el sashimi es muy popular entre los brasileros.
En una feria, una ama de casa preguntó:
“¿Cúanto sale el kabochan?”
Me miró y me dijo sonriente, “Estoy aprendiendo japonés con mi suegra” mientras escogía un kabocha.
Caminaba por la calle de Liberdade, cuando una mujer se acercó y preguntó:
- Obasan, ¿no quieres manju?
La miré y sin embargo, ella era mayor que yo. En su canasta llevaba muchas bandejas. Le pedí 1 caja un poco enojada.
Luego me paré delante de un comercio donde vendían peces y un joven moreno con cabello enrulado me preguntó:
- Baatchan, ¿quiere pez?
¿Coooooómo?
La sangre se me subió a la cabeza.
© 2011 Laura Honda-Hasegawa