Desde que ha asumido nuevamente la administración ABE una de las prioridades es la suba salarial para reactivar el consumo doméstico y salir de esta larga recesión. Algunas empresas líderes y las cadenas de restaurantes de comida rápida han aumentado el salario o han incorporado a los part-time y eventuales a contratos más fijos para darles mayor estabilidad y cobertura en la seguridad social. Al reforzar la relación contractual aunque no tengan un incremento visible de sus ingresos es de hecho una mejora salarial.
Esta modalidad de asegurar la fuerza laboral y evitar el alejamiento del personal entrenado y con experiencia se ha visto también con los trabajadores nikkei latinos, tanto en el sector manufacturero como en las industrias de procesamiento de alimentos. De todos modos, salvo los calificados con licencias para el manejo de maquinarias o equipamientos, los que conocen las técnicas de soldadura de alta complejidad o pueden manejar camiones de gran tonelaje, la gran mayoría ha venido sufriendo en la última década una baja de sus remuneraciones/hora dentro de una pronunciada precariedad laboral. Por eso si son asegurados al seguro social “shakai hoken” por la contratista se puede decir que tienen afianzada una relación relación laboral más estable que redunda en más tranquilidad para toda la familia con menos costo en salud.
Y en el sector de la construcción ha habido aumentos significativos para paliar la escasez de mano de obra pero como no han logrado cubrir las vacantes se está discutiendo traer mano de obra extranjera1. Si uno ve solamente desde la óptica de la oferta y la demanda un aumento salarial podría implicar mejoras importantes en las condiciones de trabajo de muchos trabajadores pero en Japón no siempre tiene ese efecto que motivan las reglas del mercado. Por ejemplo, en el sector servicios de atención a los ancianos “kaigo” la existencia de una doble o triple terciarización hace que las mejoras no lleguen al estrato más bajo del personal. Además, un aumento salarial no significa que puedan convocar el perfil de personal que requieren, como lo es en las comidas rápidas o donde el trato no es bueno cuyas empresas son conocidas como “black kigyo” (firmas de la lista negra). En contrapartida, si el ambiente laboral es bueno, atractivo y motivador, los jóvenes japoneses no dejan de aspirar a esos puestos por más que la paga no sea tan bueno.
A veces algún peruano suele preguntarme: “¿En Japón cómo se determinan los aumentos salariales? ¿El Primer Ministro o el Ministro de Trabajo puede realizarlo por decreto? ¿Cuáles son los criterios de los aumentos?, etc. Hay que aclarar que en Japón no hay aumentos por decreto como en muchos países de América Latina y las negociaciones de la primavera llamado “shunto” son para generar un consenso en el mejoraramiento de las condiciones de trabajo. No tienen fuerza de ley por lo que cada empresa lo asume dentro de sus posibilidades. Como no están obligados las pequeñas y medianas empresas y las contratistas que tienen a su cargo trabajadores extranjeros con baja afiliación sindical o nula2, casi nunca llegan los beneficios de un aumento salarial y de las mejoras negociadas. Encima, en caso de que vengan trabajadores asiáticos para la construcción en calidad de “practicantes” (gino jisshu) es inevitable que provoquen una reducción salarial en dicho sector.
De todos modos, en Japón una política pública que promueve el incremento de los ingresos es un objetivo meramente orientativo y no un decreto que obligue pagar más salario a la patronal de todo el país. El gobierno es consciente que en una sociedad donde el consumo está saturado y muchas de las necesidades materiales están satisfechas, no es fácil que solo produciendo y aumentando un poco el salario la gente consuma más. No son pocas las empresas que deben apuntar más al mercado externo porque dentro del país las ventas ya no pueden absorver su producción ni generan márgenes de ganancias que justifiquen estos esfuerzos. La otra alternativa por ejemplo en el sector del turismo receptivo es apuntalar mejorar los servicios y los productos destinado a los turistas extranjeros, algo que en muchos sectores ha generado buenos rendimientos.
Y en cuanto a los trabajadores extranjeros del sector manufacturero y servicios de baja calificación es muy difícil que logren incrementos salariales sino se empeñan más en aprender un japonés más fluído que les permita acceder a los programas de capacitación. Sin embargo, para los hijos de estas familias si se forman adecuadamente en idiomas y manejo y gestión de la diversidad en algunas disciplinas con proyección internacional, las posibilidades de desarrollar sus cualidades en empleos calificados y obtener una buena paga son altas.
Notas:
1. Artículo de AM “Otra vez el debate de la inmigración extranjera en Japón” 2014.05
http://www.discovernikkei.org/es/journal/2014/5/21/imin-roudou-ukeire/
2. Al mes de junio de 2014 el índice de afiliación sindical es del 17.7%, lo que equivale a 9.8 millones de trabajadores sindicalizados (3 millones son mujeres y 910.000 son empleados a tiempo parcial y hay una tendencia de que los precarios se afilien a diversos sindicatos). La afiliación es alta en las grandes empresas pero en las pymes es reducido y cuando son firmas con menos de 30 empleados es prácticamente nulo.
http://www.mhlw.go.jp/toukei/itiran/roudou/roushi/kiso/13/
http://db2.jil.go.jp/tokei/html/U4801001.htm
© 2014 Alberto J. Matsumoto