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Kazuo Yakura: el primer japonés americano en trabajar para el Servicio Secreto de los Estados Unidos

Kazuo “Sam” Yakura, el primer agente especial japonés americano del Servicio Secreto de los EE. UU.

Nacido en 1936, en Los Ángeles, California, Kazuo Yakura siempre soñó con servir para las fuerzas del orden. De niño, durante la encarcelación de su familia de 1942 a 1945, en el campo de concentración Gila River en Arizona, a él le encantaba jugar juegos como el gato y el ratón, policías y ladrones, las escondidas y atrápame si puedes.

La familia Yakura regresó a Los Ángeles, en donde el padre issei de Kazuo falleció de cáncer al colon en 1946. Su madre y hermana mayor trabajaron arduamente como costureras para apoyar a la familia.

Kazuo recuerda: “Tuvimos que enfrentarnos a los prejuicios después de la guerra. Desarrollé un odio y desconfianza hacia la gente -hacia los americanos- por lo que nos hicieron a nosotros los japoneses, y hacia los amigos japoneses que le dieron la espalda a mi madre tras la muerte de su esposo, debido a los tiempos difíciles que todos estábamos enfrentando”.

A pesar de su vida difícil, la madre de Kazuo, Hisa, trazó una firme meta para su hijo: él se graduaría de la universidad.

En la universidad, Kazuo se fue para unirse al Ejército de los Estados Unidos. Fue enviado a Corea por dos años y luego regresó a la universidad tras ser licenciado.

Impulsado por su ambición de seguir una carrera en la aplicación de las fuerzas del orden, Kazuo se tituló en Administración Policial. Sus consejeros lo querían desalentar de hacerlo, ya que no cumplía la talla requerida de más de 5,9 pies para la mayoría de agencias locales y federales para las fuerzas del orden. A pesar de este obstáculo, Kazuo se graduó en 1962 como Bachiller en Ciencias de la Administración Policial de la Universidad Estatal de California en Los Ángeles.

Antes de su graduación, uno de sus profesores le aconsejó que llamase al señor Guy Spaman, el agente especial del Servicio Secreto de los EE. UU, encargado de la sucursal de Los Ángeles. Con conocimiento del requerimiento de 5,9 de talla para poder ser contratado, Kazuo fue a una entrevista, presentó una solicitud y dio un examen de clasificación. Subsecuentemente, se le prescindió del requerimiento de talla.

La placa de identificación policial del Servicio Secreto perteneciente a Kazuo.

El 18 de marzo de 1963, Kazuo juramentó como agente especial del Servicio Secreto de los Estados Unidos. El primer agente que conoció le preguntó su nombre. “Yakura” dijo él. El agente respondió: “Te llamaré Sam”. Durante el resto de su carrera en el Servicio Secreto, Kazuo fue conocido como Sam.

Él era competitivo, valiente y estaba motivado a sobresalir. “Tenía que probarme a mí mismo que era tan bueno como los demás agentes. Tenía una personalidad tipo A y necesitaba la acción”.

“El Servicio Secreto abrió enteramente ante mí un mundo nuevo”, él recuerda. Viniendo de un origen en donde todos sus amigos eran japoneses, hablaban japonés y comían comida japonesa, Kazuo entró a un mundo desconocido que le era inaccesible al resto.

Tres meses después de haber sido contratado, Kazuo viajó a Hyannis Port en Massachusetts, para proporcionar seguridad en el recinto de los Kennedy, que incluían los hogares de John F. Kennedy y Robert F. Kennedy y su padre, el embajador Joseph P. Kennedy Sr.

Más tarde, ese mismo año, el presidente John F. Kennedy fue asesinado en Dallas, Texas. A partir de entonces, Kazuo se hizo la promesa de que, durante su guardia, nada le debería pasar a quien sea que estuviese protegiendo. El doloroso recuerdo del asesinato de Kennedy fue indeleble. Él comenta: “Cada agente especial, que trabajó para el Servicio Secreto en 1963, revivirá el asesinato del presidente Kennedy en Dallas, Texas por el resto de su vida”.

La tragedia sembró las dudas sobre el futuro rol del Servicio Secreto. Sin embargo, la investigación de la Comisión Warren, hecha pública en 1964, recomendó que el congreso extendiese la protección del presidente e incluyese también al vicepresidente y su familia, como también a la viuda del actual y de los anteriores presidentes. Como resultado, las responsabilidades del Servicio Secreto rápidamente aumentaron.

En 1965, Kazuo se trasladó a Hawái para confrontar el incremento de casos de falsificación que venían de Asia.

Tres años después, Kazuo se trasladó de regreso a Los Ángeles. El día después de llegar a Los Ángeles, Robert F. Kennedy, quien estaba haciendo campaña para ser presidente, fue asesinado ahí. Richard Nixon luego decretó una orden ejecutiva que requería la protección del Servicio Secreto para los candidatos y nominados a las oficinas de presidente y vicepresidente.

Kazuo viajaba de ida y vuelta a Hawái para proteger al presidente y vicepresidente durante sus reuniones con los jefes de Estado extranjeros, los que incluyeron al primer ministro de Vietnam, Nguyen Cao Ky.

En 1970, un nacionalista chino trató de asesinar a Chiang Ching-kuo, el hijo de Chiang Kai-Shek, el entonces presidente de Taiwán, en Nueva York. El presidente Nixon inmediatamente firmó una orden ejecutiva que ofrecía la protección del Servicio Secreto a todos los líderes de los países extranjeros. Al Servicio Secreto también se le asignó la responsabilidad de proteger a Chiang Ching-kuo, el futuro presidente de Taiwán, durante su estadía en los Estados Unidos. Esto condujo a que el Servicio Secreto proteja los primeros ministros de Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Fiji y Samoa, el rey de Tonga y los líderes extranjeros que visitaban Hawái.  

Kazuo también viajó alrededor del mundo como parte del servicio de protección del presidente Richard Nixon. Cuando el avión que llevaba el automóvil del presidente aterrizó en Rumanía, todo el servicio de protección fue detenido por una hora, porque las autoridades de inmigración locales no podían creer que Kazuo era un ciudadano americano. Tras pasar por la autorización de seguridad, todos bajaron del avión, pero sus colegas bromearían con él sobre el incidente por los siguientes años.

Desde 1963 hasta 1985, Kazuo ofreció protección a seis presidentes de los EE. UU: John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson, Richard Nixon, Gerald R. Ford, James Carter y Ronald Reagan.

Durante los 22 años que fui un agente especial del Servicio Secreto, seis individuos diferentes fueron protegidos como presidentes de los Estados Unidos. Eran de distintos partidos políticos y tenían distintas ideologías y personalidades. Yo no le ofrecía protección a la persona por quien era; yo protegía el puesto ejercido por esa persona. Yo protegía al presidente de los Estados Unidos y a todos los demás a quienes se les proporcionaba protección del Servicio Secreto de los Estados Unidos.

Arresté individuos por quebrantar la ley con la esperanza de hacer segura esta nación para mi familia. Lo hice como ciudadano americano, para honrarme a mí mismo y a mi familia, tal como todos los otros japoneses americanos que me siguieron.

Kazuo también ofreció protección a numerosos jefes de Estado y diplomáticos extranjeros en Los Ángeles, y luego en Washington. D.C. Él formó parte de un equipo avanzado para proteger a los dignatarios, como la reina de Inglaterra, la reina de Dinamarca, el rey Hussein de Jordania, el presidente Marcos de las Filipinas y otros. También ayudó con los trabajos preparativos en el Medio Oriente para la diplomacia de lanzadera del exsecretario de Estado, el Dr. Henry Kissinger.

En 1975, Kazuo se enfrentó a su asignación más memorable: la protección del emperador y emperatriz de Japón. En una fotografía del periódico, Jerry Parr fue identificado como un agente del Servicio Secreto, mientras que Kazuo fue confundido con un guardaespaldas japonés.

Kazuo protegiendo al emperador de Japón.

Al término de la visita de la pareja real a Honolulu, Hawái, la policía japonesa le garantizaron una audiencia con la emperatriz, por lo que él estuvo muy agradecido. Su madre estaba encantada.

Un poster creado para la participación de Kazuo en el primer Día de la Unidad del Servicio Secreto.

En 1976, Kazuo regresó a la oficina local de Los Ángeles y trabajó como coordinador de protección y oficial de entrenamiento hasta su retiro en 1985. Tras jubilarse del Servicio Secreto, Kazuo fue el orador principal en el primer Día de la Unidad del Servicio Secreto, realizado en el 2013, y una vez más en el 2017.

Al dar un vistazo atrás a su distinguida y pionera carrera, como el primer agente especial japonés americano del Servicio Secreto de los Estados Unidos, Kazuo comparte las siguientes perspectivas:

Yo no tuve ningún problema racial o étnico mientras trabajaba en el Servicio Secreto. Aprendí que la gente del este no es tan prejuiciosa con los japoneses como las personas de la Costa Oeste. Muy pocos japoneses vivían por allá, y no éramos una amenaza para ellos. La mayoría ni siquiera sabía que nos mandaron a los campos durante la Segunda Guerra.

Él también expresó su orgullo ante la resiliencia de los japoneses americanos y su herencia cultural japonesa:

Durante la Segunda Guerra, éramos gente sin un hogar, se pensaba que éramos espías. No éramos bienvenidos acá en los Estados Unidos ni en Japón, nuestro país natal. Regresamos de los campos a la Costa Oeste y empezamos un nuevo comienzo desde cero. Encontramos lugares donde vivir y trabajos. Nos asimilamos a nuestros vecindarios y la comunidad, a la cultura y sueños americanos y ahora vivimos como ciudadanos americanos.

En la cultura japonesa se te enseña a no deshonrar el apellido de la familia y a no infundir vergüenza a tus ancestros. Tu comportamiento no tiene nada que ver con lo que los Estados Unidos nos hizo; tiene que ver contigo y con el tipo de persona que eres. Sé japonés y hónrate a ti mismo y a tu familia.

Kazuo se siente agradecido con el Servicio Secreto por cumplir los sueños de su madre, así como el suyo.

Siempre estaré agradecido con el Servicio Secreto por cumplir mi sueño y ambición de toda la vida. Me abrió la puerta que todos los demás mantenían cerrada. El Servicio Secreto no solo hizo esto por mí, sino que lo hizo también para mi madre.

Ella cumplió su sueño y logro de vida. Ella vio a su hijo graduarse de la universidad y luego visitó lugares a los que sus amigos y familiares no podían acceder, como la Casa Blanca y el Cementerio de Arlington. Ella le dio la mano al vicepresidente de los Estados Unidos y vio a su hijo trabajar para proteger al emperador y emperatriz de su tierra natal, Japón. Trabajar para el Servicio Secreto me ayudó a ser visto como alguien exitoso ante sus ojos.

Cuando se le pide que evalúe su carrera en el Servicio Secreto, Kazuo sonríe.

Soñé con ser un oficial de policía cuando era un niño de seis años que jugaba a los policías y ladrones. Cuando tenía once y doce años, mis programas favoritos de la televisión eran Dragnet (Redada) y FBI.

Cuando fui contratado por el Servicio Secreto y recibí mis casos, fue como un nuevo juego de policías y ladrones, las escondidas o una aguja en un pajar. Logré jugar mis juegos hasta los 50 años. Pude viajar alrededor del mundo y ver lugares que eran inaccesibles para todos los demás. Obtuve todo lo que soñé de la mejor agencia de seguridad de los Estados Unidos.

La familia Yakura, con Kazuo y su esposa, Helene, rodeados de sus hijos y nietos.

 

© 2024 Teri Lim

generaciones Kazuo Yakura nisei Servicio Secreto de los Estados Unidos
Acerca del Autor

TTeri Lim es una sansei nativa del Sur de California. Una ex profesional de la comunicación en mercadotecnia, ahora ella es voluntaria del Museo Nacional Japonés Americano. Teri se siente honrada de compartir con los lectores de Descubra a los Nikkei, la historia inspiracional y pionera de Kazuo Yakura.

Actualizado en marzo de 2024

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