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La familia Katase Tanaka: de la concentración durante la guerra al regreso a Sonora

Al inicio del año de 1942, las comunidades de inmigrantes que vivían en diversos países del continente Americano empezaron a vivir días aciagos. El ataque de la marina japonesa a la base naval de Pearl Harbor en diciembre de 1941 desató no solo la guerra entre Japón y Estados Unidos sino que significó la reclusión y persecución de los inmigrantes y sus familias en todo el continente.

El gobierno norteamericano consideró a las comunidades de inmigrantes japoneses, que ya tenían más de 40 años de haber arribado a ese país y México, como parte de una supuesta invasión al continente que preparaba el ejército imperial japonés. Esta paranoia (que fue aceptada de manera oficial por la justicia norteamericana posteriormente) generó que el gobierno norteamericano detuviera en 10 campos de concentración a más de 120 mil japoneses cuya dos terceras partes poseían la nacionalidad norteamericana.

Las autoridades en México, a solicitud de Estados Unidos, ordenaron a los inmigrantes que se encontraban dispersos a lo largo y ancho del país, se trasladaran por sus propios medios a las ciudades de México y Guadalajara con el propósito de que fueran vigiladas de manera estrecha.

En el norte de México, en los estados de Baja California, Sonora y Sinaloa, radicaban más de dos mil inmigrantes que fueron los primeros en ser movilizados tras la petición de Estados Unidos. Los japoneses habían llegado a esta región a trabajar en las minas, la agricultura, la pesca y el comercio. La gran mayoría ya se había arraigado en diversas ciudades de esos estados y tenían familias extensas con hijos nacidos en México.

Reunión de inmigrantes en Hermosillo Sonora antes de la guerra(Colección familia Katase Tanaka)

El general norteamericano John DeWitt fue uno de los principales responsables de solicitar al presidente Franklin D. Roosevelt la concentración de todos los japoneses que vivían en Estados Unidos. Además estuvo muy al tanto para que en México los inmigrantes que radicaban en la frontera fueran enviados a otros lugares. La movilización por tanto de los japoneses en México estuvo muy relacionada con el pensamiento racista de ese general quien consideraba “peligrosos” no sólo a los hijos de los inmigrantes sino hasta los descendientes de cuarta generación que seguían conservando los “mismos lazos sanguíneos”.

Es necesario mencionar que la vigilancia de los órganos de inteligencia norteamericanos sobre las comunidades de japoneses en México se había iniciado muchos años antes. Los consulados norteamericanos y el FBI ya tenían información sobre el número de inmigrantes, sus actividades y los lugares donde radicaban como se muestra en el mapa.

Censo de inmigrantes en el noroeste de México (National Archives and Records Administration)

En diciembre de 1941 las familias japonesas en Sonora, ante el estallamiento de la guerra y sin saber aún que les deparaba el futuro, despidieron con gran incertidumbre el fin de año. Como acostumbraban, desde el momento en que se arraigaron en la región, las familias japonesas celebraban la Navidad a pesar de no ser una tradición japonesa. A su modo realizaban la cena de Noche Buena con platillos mexicanos como tamales y también con pavo al horno, platillo que se consumía debido a la cercanía con Estados Unidos. Los inmigrantes no dejaban de celebrar el año nuevo, shogatsu, con la comida acostumbrada, osechi, como lo hacían en Japón. Para preparar los alimentos (o-zoni, mochi, toshikoshi soba) las familias viajaban a la frontera en los Estados Unidos para comprar, en las tiendas que sus paisanos tenían en ese país, los ingredientes necesarios de la cocina japonesa.

Uno de estos inmigrantes, Asaji Katase, se había establecido en Sonora desde hacía 20 años antes del estallamiento de la guerra. Katase arribó a México en el año de 1917 cuando solo contaba con 17 años de edad. A su llegada a México en ese año ya se había establecido un grupo de japoneses por lo que empezó a trabajar en el rancho propiedad de uno de ellos, el señor Ryukichi Abe.

Para el año de 1929, gracias a sus ahorros y trabajo, Katase logró adquirir una pequeña propiedad en la localidad El Tazajal, donde cultivaba verduras y criaba ganado. Ante la imposibilidad de trasladarse a Japón, mediante una carta con su fotografía le solicitó a Chizuko Tanaka se casara con él y se trasladara a México para formar una familia. Chizuko, que procedía de la misma población de Katase en la prefectura de Nagano, arribó a México en 1930. Al iniciar la guerra la familia Katase estaba plenamente adaptada a la sociedad sonorense y ya habían procreado a cinco de sus seis hijos.

Abraham y Mariano Katase Tanaka en El Tazajal Sonora.

En mayo de 1942, la familia Katase arribó a la ciudad de México, acatando la orden de las autoridades, junto con sus hijos; la más pequeña Artemisa Mitsuko de 6 meses de edad. Lo primero que hicieron al llegar a México fue reportarse en la Secretaría de Gobernación para informarle de su arribo y del lugar en donde radicarían. El Comité de Ayuda Mutua, Kyoeikai, era la organización de la comunidad japonesa en México que apoyó a todos sus paisanos que llegaban por centenas a la ciudad. El objetivo del Comité era apoyar a los concentrados a buscar un lugar donde vivir y apoyarlo a buscar un trabajo.

La familia Katase en Tlalpan, ciudad de México

La familia Katase se mudó al sur de la ciudad en el barrio de Tlalpan donde se agrupaba un grupo importante de los concentrados que procedían de diversos lugares de México. Los Katase se dedicaron a producir dulces de leche que vendía Asaji en las cercanías de la estación de trenes de Buenavista donde además trabajaba guiando a los turistas que llegaban a la ciudad para ubicarlos en los hoteles cercanos.

La concentración permitió que la comunidad reforzara sus lazos de apoyo mutuo para solucionar de mejor manera los problemas que les acarrearon la guerra y la persecución. Una de las preocupaciones fundamentales de los inmigrantes era educar a los niños. Gracias al sistema de educación de México, los niños lograron ingresar a las escuelas públicas y gratuitas en el barrio de Tlalpan, pero además las comunidades japonesas en diversos barrios de la ciudad crearon sus propias escuelas para que los niños aprendieran el idioma y las costumbres japonesas.

Los inmigrantes destinaron buena parte de sus ingresos para pagar a un maestro y acondicionar la escuela para que sus hijos se prepararan de manera adecuada. Esta preocupación y los esfuerzos que dedicaron las comunidades permitieron que la gran mayoría de estos niños ingresaran posteriormente a las escuelas universitarias y se convirtieran en profesionistas.

Alumnos en la Escuela de Tlalpan a la que asistieron los 3 hijos mayores de los Katase.

Al terminar la guerra en 1945, la Secretaría de Gobernación permitió que los japoneses pudieran regresar y transitar libremente por el territorio. La gran mayoría de los inmigrantes decidieron quedarse en las ciudades de Guadalajara y México pues ya habían logrado establecerse y, sobre todo, que los hijos accedieran a las escuelas de nivel superior.

Los Katase decidieron regresar a Hermosillo y abrir una tienda de abarrotes, “Cali von ten”, que tuvo mucho éxito y que permitió afrontar los gastos para mantener a una familia numerosa. Los mayores se instalaron en la ciudad de México donde se recibieron como doctores y los demás se graduaron como contadores, odontólogos y una de las hijas se graduó como concertista de música. La hijos y nietos de Asaji y Chizuko han recibido por su trabajo el reconocimiento de la sociedad sonorense hasta nuestros días.

 

*Agradezco a Patricia Katase su ayuda y cooperación para realizar este artículo.

 

© 2003 Sergio Hernandez Galindo

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Acerca del Autor

Sergio Hernández Galindo es egresado de El Colegio de Méxicodonde se especializó en estudios japoneses. Ha publicado numerosos artículos y libros sobre la emigración japonesa  a México como a Latinoamérica.

Su más reciente libro Los que vinieron de Nagano. Una migración japonesa a México (2015) aborda las historias de los emigrantes provenientes de esa Prefectura antes y después de la guerra. En su reconocido libro La guerra contra los japoneses en México. Kiso Tsuru y Masao Imuro, migrantes vigilados explicó las consecuencias que el enfrentamiento entre Estados Unidos y Japón acarreó para la comunidad japonesa décadas antes del ataque a Pearl Harbor en 1941.

Ha impartido cursos y conferencias sobre este tema en Universidades de Italia, Chile, Perú y Argentina así como en Japón donde fue parte del grupo de especialistas extranjeros en la Prefectura de Kanagawa y fue becario de Fundación Japón, adscrito a la Universidad Nacional de Yokohama. Actualmentees profesor-investigador de la Dirección de Estudios Históricos del  Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

Última actualización en abril de 2016

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