A las 14 horas 46 minutos del 11 de marzo de este año, con epicentro en la costa de Sanriku, inició el terremoto de mayor magnitud en la historia de Japón (9.0 grados en la escala de Richter) que provocó un tsunami de gran escala y arrasó las ciudades y pueblos de la costa noreste de Japón, llevándose consigo vidas humanas y la cotidianeidad, dejando una profunda herida en el corazón de los habitantes.
Soy una pintora japonesa que reside en México y, al mismo tiempo, soy vicepresidenta del Miyagi Aobakai, que es una asociación de personas con ascendencia japonesa, con la característica de provenir de la prefectura de Miyagi. Ha pasado aproximadamente medio año desde el gran desastre natural de Japón, sin embargo, mi intensión es no olvidar lo sucedido.
Aquella madrugada me enteré del incidente por una llamada telefónica de emergencia. Después, sin apartar la vista de la transmisión vía internet, sólo podía estar perpleja siguiendo las noticias que informaban del número de fallecidos y desaparecidos que incrementaban conforme pasaba el tiempo, así como la devastación de ciudades y pueblos que conozco como Sendai, Ishinomaki, Minami Sanriku, Kesennnuma, Rikuzentakata, Miyako, etc.
Ese mismo día fue la inauguración de la exposición de mujeres artistas, “Flor de Maguey”, que realizamos en la AMJ. Con una devastación tan grande y con la fuga de material radiactivo en la prefectura de Fukushima, me sentí impotente estando en un país tan lejano. Era demasiado el sufrimiento de los damnificados agravado por el intenso frío del norte de Japón; las noticias repetían y repetían las desgarradoras imágenes. Estando incomunicada de mi madre de 85 años, la cual también sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y de mi familia, sentía una desesperación inexplicable. ¿Qué puedo hacer con el arte?, me preguntaba una y otra vez.
El mismo día, los miembros de Miyagi Aobakai comenzamos a recolectar donativos, a expandir la información sobre el desastre por las redes de los integrantes e hicimos una junta extraordinaria con el mismo objetivo. Un joven miembro juntó una cantidad considerable de donativos en su secundaria. Fue conmovedor enterarme del apoyo a Japón por parte de estos jovencitos.
Al mismo tiempo, comencé a hacer unas mantas de 150 cm x 150 cm, con el dibujo del cielo en el centro y unas muñecas tradicionales mexicanas debajo de él para que las personas pudieran escribir sus mensajes de apoyo en japonés y español (con traducción al japonés). Mi intención era que las personas damnificadas fueran animadas con la alegría mexicana y sintieran apoyo para que siguieran adelante. Asombrada por la gran cantidad de mensajes que llegaron, trabajaba día y noche dibujando flores y muñecas a las mantas. Las doce mantas que hicimos, finalmente, fueron exhibidas en las escuelas, lugares de reunión y eventos de los afectados. Me sentí muy feliz al saber que los damnificados comprendieron que muchas personas sentían cariño por Japón.
En la colecta se recaudaron 124 933.77 pesos y de acuerdo con el plan de apoyar directamente a los afectados, fueron depositados en bancos de Sendai, Ishinomaki y Kesennuma. Cargando con las mantas de apoyo, partí a Japón el 16 de mayo, al día siguiente del evento de AMJ “Kodomo no Hi”.
A pesar de que habían pasado dos meses del terremoto, seguían las réplicas y, por lo tanto, el tren bala de Touhoku había disminuido su velocidad. Me encontré con la Srta. Matsumoto (una traductora de la ciudad de Sendai que nos había apoyado al momento del traslado de la estatua de Hasekura en Acapulco en julio del 2010), y lo primero que hicimos fue depositar los donativos en el banco, eso me hizo sentir un alivio momentáneo. Los hoteles en Sendai, muy probablemente porque había muchos refugiados hospedados, y había pocos hoteles en buen estado, estaban saturados y los horarios de salida de los trenes no me convenían. Por ello, tuve que tomar el autobús hacia Kesennuma, mi ciudad natal, viendo el paisaje de principios de verano de Japón desde la ventana del tren.
Fui una de las pocas personas con suerte que pudo comprobar la vida de mis familiares en las noticias de la televisora NHK. Después de ver las imágenes de mi pueblo natal en llamas, sentí una gran alegría al ver a mi madre con vida en la pantalla de la computadora. Sin embargo, también llegué a pensar que era mi imaginación haberla visto hasta que después de varios días por fin pude comunicarme con ella.
En casa de mi madre está viviendo la familia de mi hermana menor, que perdió su casa por el tsunami, ellos me contaron muchas historias trágicas y dolorosas.
Tuve un sentimiento indescriptible al enterarme, en la delegación y en la primaria de la ciudad de Kesennuma, del trabajo duro de recuperación que se realizaba y la situación de los habitantes que trataban de recuperarse dentro de los escombros. Con los voluntarios, los puestos de despensa y las pancartas de “ánimo”, se podía sentir la energía de las personas; sin embargo, no dejaba de existir un aire de preocupación. A los damnificados se les daban unas tarjeras para canjearlas por despensa, pero seguía habiendo escasez de cosas. La mitad de una página del periódico local mostraba una lista de fallecidos, los cuales son difíciles de identificar.
Todos los días recorría las ciudades y pueblos afectados en donde se percibía un extraño olor debido al agua de mar. Me encontré con restos de comercios cercanos al mar, y un río desbordado que se llevó consigo casas y árboles de cerezo. La playa, que era un punto turístico por sus rocas que escupen agua, se había conservado, sin embargo, los viejos arbustos de pino y las casas habían sido destruidas. Yo, que estaba orgullosa del hermoso paisaje natural de mi ciudad, en esta ocasión vi el otro lado de la naturaleza; por ello, decidí siempre respetarla y amarla aún más.
La familia del Sr. Alejandro Takeda (esposo de la encargada del área cultural del consulado mexicano en Japón), junto con su hijo de 3º de primaria, me visitó para llevar a cabo un pequeño proyecto, que consistía en traer piñatas mexicanas a las regiones afectadas. Hicimos peticiones a la primaria de Kesennuma y a una primaria de Ishinomaki para realizar una demostración con las piñatas y mostrar las mantas de apoyo. El día 30 de mayo acudimos a estos lugare, a pesar de la lluvia y del viento provocados por el huracán que en ese momento atravesaba Japón. En la demostración presentamos la historia de la piñata mexicana, explicamos un poco sobre la comunidad nikkei de México y, finalmente, rompimos las piñatas con los niños, que poco a poco comenzaron a golpear con más fuerza. Viéndolos divertirse, me sentí agradecida por haber ido.
También visitamos el museo San Juan, en donde se exhibe la replica del galeón “San Juan Bautista”, el cual fue utilizado cuando Tsunenaga Hasekura y sus misioneros atravesaron el océano con destino a México. El tsunami no había destruido el barco, pero había roto una vela. El museo permanecía cerrado, ya que la sala de exhibición de la parte de abajo había sido dañada y algunos de los archivos se perdieron con las olas.
En la ciudad de Sendai visitamos la delegación y el departamento de relaciones internacionales. Nosotros les mostramos las mantas de apoyo de México, que están llenas del cariño hacia los damnificados, fe hacia la capacidad de recuperación de los japoneses, y, sobre todo, de energía mexicana. Tanto los mensajes como los lindos dibujos fueron del agrado de las personas, y las mantas fueron un éxito en todos los lugares.
Recientemente recibí un correo del Sr. Sutou del museo de San Juan, comunicando que llegaron las doce mantas desde la ciudad de Sendai y que van a ser utilizadas para un evento. Los mensajes de apoyo de México van a seguir siendo exhibidos. Espero que si tienen la oportunidad acudan a ver estas mantas.
En el largo camino hacia la recuperación, espero que sigamos manteniendo el mismo espíritu de apoyo.
**Artículo publicado originalmente en el Boletín Informativo Nichiboku Kyoukai, de la Asociación México Japonesa, A.C. Nº 151 (Septiembre de 2011).
© 2011 Midori Suzuki