>> Parte 1
Tanto en Japón como en los Estados Unidos, la función del taiko cambió mucho cuando se removió de su contexto ritual. Después de poner a un lado el tambor tras el evento Bon odori en el verano de 1969, el reverendo Masao Kodani del Templo Budista Senshin en Los Angeles y otro miembro del mismo templo, George Abe, empezaron a tocar otra vez el tambor. Tiempo después, con manos ampolladas y sangrientas, los dos jóvenes nikkei pensaron que fue «muy divertido». Muy pronto otros sanseis se juntaron con ellos buscando actividades que les permitiera expresar su patrimonio y su híbrido cultural. Los dos formaron «Kinnara Taiko» que se convertió en el primer grupo de taiko para los japoneses-americanos por japoneses-americanos.
Un año antes en 1968, Seiichi Tanaka, un imigrante japonés de la postguerra, había comenzado a tocar el taiko en las fiestas comunitarias japonesas de la ciudad de San Francisco. Tanaka estudió con Osuwa Taiko y O Edo Sukeroku Taiko y su aportación más importante a la historia del taiko americano fue que trajo las técnicas y formas de tambor de Japón a los Estados Unidos. Empezó a dar clases de taiko en San Francisco, fundando eventualmente San Francisco Taiko Dojo. El estilo estoico de enseñanza de Taiko Dojo fue parecido al entrenamiento de las artes marciales que subrayó la disciplina y la fuerza física y mental mientras que el enfoque tranquilo e igualitario de Kinnara vino de la filosofía del reverendo Kodani que decía que se usaría taiko para la formación budista y también para ayudar a la gente a vencer su ego. Estos dos grupos promovieron los dos estilos diferentes en Norteamérica.
El tercer grupo, San José Taiko, que se organizó en 1973, combinó esas dos diferentes ideologías para formar su propio estilo de taiko como un arte de interpretación y también como una organización. San José Taiko ejerció la estética de ritmo y de visual y al mismo tiempo insistía en mantener los principios igualitarios y democráticos de organización que fueron considerados esenciales por sus miembros principales, Roy y PJ Hirabayashi, para conservar el lazo original de taiko con la activista comunitaria de los japoneses-americanos.
Los tres grupos pioneros de taiko – San Francisco Taiko Dojo, Kinnara Taiko, y San José Taiko – inspiraron a muchos activistas japoneses-americanos porque taiko era una herramienta fuerte y poderosa de autoexpresión para los japoneses-americanos, quienes han sido considerados de una manera estereotípica como quietos, sumisos, y muy bien asimilados a la sociedad y cultura americana dominante. Los activistas de la comunidad formaron grupos de taiko en Nueva York, Denver, Mt. Shasta, Seattle, Vancouver y otras ciudades norteaméricanas. Como una herramienta de autoexpresión, «taiko japonés-americano» desarolló su propio estilo, ritmo y canciones que fueron distintos de la tradición de taiko que se encontraba en Japón. Reflejando su ambiente multicultural de música, los conjuntos americanos utilizan los ritmos que suelen ser más de jazz y sincopados. Y parecen poner más atención en los modelos de ritmo y estética visual, contrastando con los grupos japoneses de taiko que suelen poner más énfasis en la pureza del sonido.
Al principio los japoneses-americanos fundaron a taiko como un movimiento cultural para representar una imagen positiva y poderosa de su patrimonio cultural durante una temporada cuando las minorías étnicas y raciales en los Estados Unidos se involucraban en la lucha por los derechos civiles y la del poder étnico. En los últimos años, sin embargo, taiko se ha vuelto una actividad cultural y popular entre los americanos con raices japonesas y no japonesas. Hay más de 200 grupos de taiko en los Estados Unidos y aunque la mayoría de ellos están bajo de auspicios de sus miembros japoneses o japoneses-americanos, hay grupos también que no tienen ningún lazo asiático entre ellos. Hay grupos de taiko en Canadá y América Latina – dos lugares en el mundo donde se encuentran comunidades japonesas. También hay grupos de taiko en los paises que no tiene un gran número de imigrantes japoneses, por ejemplo en Rusia, Alemania y el Reino Unido.
Todavía no se sabe si taiko se volverá el nuevo judo, kárate, y aikido – las formas culturales japoneses cuya popularidad ha aumentado más allá de los linderos étnicos japoneses que la mayoría de los aficionados y estudiantes no tienen ninguna conexión ni con Japón ni con las comunidades japonesas en el extranjero. Tampoco sabemos cómo va a cambiar taiko cuando esto suceda. ¿Se volverá taiko uno de los muchos instrumentos de percusión tocados con cualquier estilo de música? ¿La comunidad de taiko desarollará un criterio global para vigilar los linderos de la definición de taiko como lo hizo para el judo? ¿Se volverá taiko a varios estilos locales de música viajando a los diferentes partes del mundo, como pasó con las formas africanas de tambor?
Históricamente el taiko ha cumplido con muchas necesidades humanas – religiosas, recreativas, artísticas y políticas. Ha atraido a mucha gente en diferentes niveles físicos y espirituales. Actualmente el taiko facilita un modo para que algunas personas puedan explorar su curiosidad por el arte cultural y «exótico» y también por la filosofía. Esto nos puede explicar parcialmente el rápido aumento de los tambores del taiko y los aficionados que no son de la comunidad japonesa. De todos modos, el poder del taiko y su profundo sonido y vibración que penetran en el corazón (kokoro) y en las agallas (hara) tiene sin duda un atractivo universal, especialmente hoy en la historia humana cuando la gente de todo el mundo se vuelve más abierta a las diferentes tradiciones culturales.
© 2006 Masumi Izumi