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Doris Moromisato y su año de pandemia: un intenso presente

La escritora nikkei ha creado durante la pandemia una rutina que le ha funcionado muy bien. Fotos: archivo personal de Doris Moromisato  

La pandemia de coronavirus es un parteaguas en la historia de la humanidad. Cuando lleguemos a viejos, con suerte, recordaremos el bienio 2020-21 como los años en que nuestras vidas cambiaron para siempre. Si bien aún no nos libramos de la pandemia y, por ende, carecemos de perspectiva para medir a cabalidad el impacto del virus, es posible adelantar balances o juicios acerca de lo vivido (y sufrido).

La reconocida escritora nikkei Doris Moromisato comparte su experiencia durante este anómalo año: “Como a toda la humanidad, mi año de pandemia se ha caracterizado por ser extremadamente intenso; también he sido presa de sentimientos que oscilaban desde el terror a la extinción física, el espanto por la amenaza de una emergencia médica y el hastío por un confinamiento que destruyó nuestras rutinas sociales, sólidamente construidas durante años. Es cierto que una parte de mis labores profesionales —como es la edición de libros y la escritura creativa— las realizaba siempre en mi casa, pero mi principal dedicación —la gestión cultural— se vio seriamente afectada por la cancelación de eventos culturales; sin embargo, se me impusieron nuevos retos, como la virtualidad, y presiento que estoy saliendo airosa de esta nueva normalidad profesional”.    

Los autores están habituados al confinamiento cuando escriben, pero ni siquiera ellos estaban preparados para un encierro de 24 horas al día, apartados del mundo exterior.

“Siempre me ha gustado trabajar en casa, en mi propio hábitat, con mis ritmos y mis propios horarios caóticos; pero siento que esta rutina tan íntima también se trastocó con el confinamiento de la pandemia. La verdad, era agradable trabajar en casa sabiendo que el premio sería el poder escapar al mundo exterior para disfrutar de sus paisajes, sus deliciosas ofertas culinarias, la certeza de la amistad y sus alegrías. Sinceramente, lo que más extraño son mis viajes por carretera, manejando mi coche hasta donde me lleve el mapa. Apenas termine la pandemia, mi primera tarea será atravesar el desierto de la costa peruana”.    

Durante los primeros meses de la pandemia, cuando en gran parte del mundo la gente aplaudía desde sus ventanas o balcones a los trabajadores de salud por su heroica labor y se respiraba solidaridad, se solía decir que saldríamos siendo mejores de este desastre sanitario, económico y social. Ahora ya no estamos seguros. Nadie duda, sin embargo, de que hemos cambiado de una forma u otra.

“Definitivamente, la pandemia más que cambiar mi vida, cambió mi idea sobre la vida. Sabíamos que la vida humana era frágil y precaria, pero no sabíamos cuán pronto y tan dolorosamente cierto se nos materializaría esta verdad. La realidad de la pandemia logró rebasar la imaginación más osada. Y, lo más curioso, yo siempre exigí más tiempo y soledad para escribir poesía y prosa… y con la pandemia no he podido escribir nada, justamente por el exceso de soledad y tiempo: con el confinamiento, confirmé que este requisito es falso”, dice Doris.

¿Se puede hacer literatura con tanta muerte y dolor alrededor?

“El hecho de que la gente muriera alrededor de una como moscas, de que el aire se llenara de tanta agonía y terror ante la muerte, hacía muy difícil pensar en las metáforas y las ficciones si el mundo se estaba acabando. Yo me preguntaba: ¿no era absurdo iniciar un poema o un relato si en cualquier momento podía alcanzarme el maldito virus y matarme?, y pensaba que la misma ansiedad debieron vivirla Frank Kafka en su húmedo sótano o Miguel Hernández en su injusta mazmorra esperando la mortal sentencia; por eso, siempre dejaba la escritura y me dedicaba a mirar por la ventana de mi departamento”.

La tragedia produce horror, pero también enseña.

“Esta es la enseñanza más grande que encontré en la pandemia: valorar mi barrio y sus calles, tomarle cariño a su gente y a las especies que la pueblan: las mascotas, las gatas y perros callejeros, las aves que rodean mi edificio. El confinamiento me ha enseñado humildad y cooperativismo con los seres humanos más inmediatos: mi vecindad. Vivo en un cuarto piso y desde hace más de un año he aprendido desde mi ventana a observar detenidamente la vida, como lo hacían Ana Frank, Emily Dickinson o Sei Shonagon. En los detalles de mis vecinos y vecinas encuentro gérmenes de vida y sus miserias más ínfimas, en cada gata que atraviesa elegante la madrugada la muerte se convierte en un asunto menor, y la Luna es casi siempre mi gran compañera noche tras noche y la que consigue recordarme cuán precaria es nuestra existencia”.

La pandemia nos ha desnudado, como especie, como sociedad, como individuos.

“Dicen que la pandemia ha sacado lo mejor y lo peor de las personas, y esto es correcto. Las familias en crisis, que compartían una mala convivencia, pues se fueron a pique. Los hogares-pantallas, que en realidad son cohabitantes funcionales, revelaron su verdadera naturaleza”.  

En estos tiempos es usual escuchar a gente decir que la pandemia le ha servido para revalorar a su familia. Doris no ha necesitado una crisis como la actual para saber apreciarla.

“En cuanto a mi familia, no la he revalorado porque siempre ha estado muy bien valorada para mí, más bien me confirmó la percepción de madurez, serenidad y optimismo, que siempre tuve de mis cien familiares residiendo en Lima, Tumbes, Sao Paulo y varias ciudades de Japón”.

Confinados, suspendidos en el tiempo, con tantas horas por llenar, muchos reflexionan, viajan al pasado —reciente o remoto—, añoran cuando podían abrazarse o besarse sin miedo, se sumen en la nostalgia. La autora de obras como Chambala era un camino, por el contrario, se aferra al presente.

“Curiosamente, la pandemia no me remontaba a ninguna nostalgia; por el contrario, me hace vivir el presente de una manera poderosa, quizás como un mecanismo de protección o instinto de supervivencia para imponer orden y serenidad en el encierro; y sobrevivir así, incólume y lúcida, al confinamiento. Me despierto a la misma hora y procuro dormir igual. Cocino mis alimentos y elijo los insumos con mucho cuidado. Selecciono lecturas, películas, música y temas que debo revisar o analizar. Esta fórmula ya tiene un año y me funciona muy bien”.

Doris Moromisato resalta la valentía y fortaleza de los nikkei peruanos. Fotos: archivo personal de Doris Moromisato  


“HARINA MALEABLE E IMPURA”

¿Cómo será la vida pospandemia? ¿Cómo emergeremos de ella?

“Sé que saldremos de esta pandemia, pero también sé que el mundo acaba de ingresar a un permanente estado de cuarentenas y aislamiento social. La vida no será nunca más la misma: repito, la vulnerabilidad de la especie humana es absolutamente escandalosa. Stephen Jay Gould afirma que la humanidad se destruirá entre sí y que el planeta seguirá existiendo; él se pregunta: ¿si las bacterias existen hace 3.500 millones de años: por qué preocuparse de una especie que solo tiene 200.000 años? Sinceramente, yo estoy de acuerdo con él”.  

La pandemia es una cura de humildad, un recordatorio de que somos seres fugaces y febles.

“Esta experiencia inédita y global para la humanidad, me hizo pensar en las personas más frágiles y en su permanente y cotidiana situación de posible mortandad: quienes sufren de enfermedades inmunológicas, cancerígenas, o las ancianas y ancianos. Esta pandemia nos ha recordado que todos y todas somos harina maleable e impura del mismo costal”.

En el caso del Perú, “esta pandemia nos recordó que vivimos en un país sin respuesta sanitaria y absolutamente incapaz de proteger a su población. Son 200 años de falta de planificación en salud pública, de ausencia de una cultura de prevención e higiene; un país enfermo y colapsado por culpa de los malos gobiernos cuyas características han sido la falta de planificación, la demagogia populista y la corrupción”.  

COMUNIDAD NIKKEI: LIMPIEZA Y RESILIENCIA

La autora de Crónicas de mujeres nikkei evalúa la situación de los nikkei peruanos.

“De esta pandemia, lo más triste en la comunidad nikkei en Perú es la cantidad de defunciones de descendientes de japoneses, causadas por la misma COVID o por enfermedades preexistentes. Al hecho de la tristeza del fallecimiento, debemos agregar la imposibilidad de los ritos funerarios que siempre han sido muy importantes para nuestra comunidad. Recordemos que la cercanía o el contacto físico —es decir, la vida colectiva— son ejes fundamentales en la cultura nikkei y este aislamiento social ha impedido que las familias, coterráneos y shimanchuu, se den fuerza entre sí. A este hecho debemos mencionar que la mayoría de familias nikkei poseen pequeñas y medianas empresas, negocios que se han visto obligados a cerrar o restringir sus servicios en desmedro de sus economías”.

La comunidad peruana de origen japonés no se ha salvado de lamentar muertes que, sin embargo, no han sido más numerosas gracias, en gran medida, a la prudencia y pulcritud.

“Lo más positivo de esta pandemia es la manera en que la comunidad nikkei ha enfrentado la emergencia sanitaria, debido a los buenos hábitos de limpieza y prevención que han caracterizado a nuestra comunidad como rasgos heredados de la cultura japonesa; por ejemplo, el no ingresar con calzado a las casas o el no adquirir productos alimenticios ambulantes, ha sido determinante para no contagiarse. Estos protocolos y rutinas de limpieza han ayudado a la hora de luchar contra el virus”.

Los inmigrantes japoneses en el Perú se sobrepusieron a los abusos cometidos contra ellos durante la Segunda Guerra Mundial y edificaron una comunidad modélica. Los japoneses en Japón reconstruyeron su país de las cenizas tras las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki y los bombardeos en Tokio para convertirlo en una de las naciones más desarrolladas del mundo, antecedentes a cuya altura han sabido estar los nikkei durante la pandemia.

De la comunidad nikkei, Doris destaca “su valentía y fortaleza para enfrentar situaciones adversas o de alto estrés durante periodos muy largos, así como su capacidad de recuperarse rápidamente o adaptarse a las nuevas condiciones —lo que hoy se conoce como resiliencia—. Las historias de Japón y Okinawa están colmadas de admirables relatos de recuperaciones y resurgimientos; sus comunidades en el mundo han repetido esas admirables experiencias y, en el caso particular de Perú, han sobrevivido a persecuciones y maltratos a lo largo de décadas: estoy segura de que una vez más la comunidad nikkei saldrá airosa de esta amarga pandemia que hoy nos enluta a todos y a todas por igual en el mundo”.            

 

© 2021 Enrique Higa

autores Doris Moromisato escritores literatura Perú poesía poetas
Sobre esta serie

En japonés, kizuna significa fuertes vínculos emocionales. 

En el 2011, habíamos invitado a nuestra comunidad nikkei global a colaborar con una serie especial sobre cómo las comunidades nikkei respondieron y apoyaron a Japón tras el terremoto y tsunami de Tohoku. Ahora, nos gustaría reunir historias sobre cómo las familias y comunidades nikkei se han visto afectadas y cómo están respondiendo y adaptándose a esta crisis mundial. 

Si te gustaría participar, revisa nuestras pautas de presentación. Recibimos artículos en inglés, japonés, español y/o portugués. Estamos buscando distintas historias de todo el mundo. Esperamos que estas historias ayuden a conectarnos, creando una cápsula del tiempo de respuestas y perspectivas de nuestra comunidad Nima-kai global para el futuro.

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Aunque muchos eventos en todo el mundo han sido cancelados debido a la pandemia del COVID-19, hemos visto que se están organizando muchos nuevos eventos únicamente online. Como son eventos online, cualquier persona puede participar desde cualquier parte del mundo. Si tu organización nikkei está preparando un evento virtual, ¡publícalo en la sección Eventos de Descubra a los Nikkei! Además, compartiremos los eventos en Twitter (@discovernikkei). Esperamos esto nos ayude a conectarnos en nuevas maneras, aún si todos estamos aislados en nuestros hogares.

 

 

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Acerca del Autor

Enrique Higa es peruano sansei (tercera generación o nieto de japoneses), periodista y corresponsal en Lima de International Press, semanario que se publica en Japón en idioma español.

Última actualización en agosto de 2009

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