Descubra a los Nikkei

https://www.discovernikkei.org/es/journal/2020/1/1/7905/

Comidas y rituales de antaño para empezar el nuevo año

Hoy es muy fácil encontrar comida japonesa o nikkei en Lima. Quizá no esté lejos el día en que los restaurantes de platos de origen japonés sean tan comunes como los populares chifas (restaurantes de comida chino peruana), que están en todas partes.

Hace diez años no era fácil. Mucho menos en el siglo pasado. Cuando en el Perú la comida japonesa era una excentricidad y solo interesaba a los miembros de la comunidad peruano japonesa, eran contadas las ocasiones en las cuales un nikkei podía disfrutarla. Ocasiones especiales, naturalmente, porque no era para cualquier día. Como una misa, por ejemplo. O Año Nuevo.

En estos tiempos, la comunidad nikkei peruana celebra el Año Nuevo como se estila en el Perú: fiestas, reuniones de amigos, campamentos, en la playa, etc. Pero, ¿cómo era antes, cuando la celebración gravitaba en torno a la comida?

El 31 de diciembre era por lo general un día de trabajo, en una época en la cual las familias japonesas tenían negocios (bazares, bodegas, restaurantes, etc.). Incluso se trabajaba más porque había más clientes que en los días habituales.

El día especial era el 1 de enero. Para esa fecha, se preparaba mochi y se hacía una limpieza general en casa, con la idea de recibir el nuevo año con todo limpio y ordenado.

Las familias japonesas preparaban soba (cuya longitud era considerada como un símbolo de longevidad) y realizaban el osonae, una ofrenda de tres mochis para los dioses y los fallecidos.

Para atraer mayores ingresos en el nuevo año, se colocaba a modo de ofrenda el salario cobrado o el dinero de las ventas del día con una vela encendida.

El 1 de enero se servía mochi y se preparaba nishime (plato especial con una variedad de ingredientes) y ozoni (caldo con mochi) para el desayuno.

Durante la posguerra, los hábitos sufrieron una ligera variación: las familias de la comunidad ya no hacían el mochi en casa, sino que lo encargaban a pastelerías japonesas.

Con el transcurrir de los años, el almuerzo familiar fue sustituyendo al desayuno. Se preparaban platos para ocasiones festivas, como el sekihan o “arroz rojo”. Y en la mesa, mezclada con la comida japonesa, comenzaron a aparecer platos occidentales, como el pato asado.

El sekihan o arroz para las ocasiones felices, un plato infaltable en las celebraciones de la comunidad peruano japonesa (crédito: 663highland, Wikipedia)

No solo se visitaba a parientes, sino también a amigos. Y no se iba con las manos vacías, sino llevando pequeños obsequios como conservas enlatadas, té verde, cajas del sazonador Ajinomoto y bolsas de shiitake1.

RECUERDOS DE OSHOGATSU

Tres nisei comparten sus recuerdos sobre los oshogatsu de antaño:

Daniel Tagata, que pasó su infancia en la ciudad del Callao, recuerda: “Traer una reseña de mi niñez en torno al oshogatsu me trae cierta melancolía pues a la edad de cuatro años (1943), a mi padre le expropiaron su bazar; los japoneses que tenían propiedades sufrían las consecuencia de la II Guerra Mundial. Mi padre, por ser dirigente en el Callao, tuvo que mantenerse a buen recaudo y mi madre, sin pensarlo dos veces, asumió la responsabilidad de mantener la casa y proveer para la educación y el sustento por un buen período”.

El ritual de la limpieza para los dioses:

“El 31 (de diciembre) mamá nos hacia limpiar toda la casa, botábamos las cosas malogradas o rotas porque es tradición dejar todo limpio para darle la bienvenida a los dioses del año nuevo. Al terminar la jornada nos preparaba chocolate y comíamos panetón.El 1 de enero preparaba comida japonesa y nos reuníamos todos en torno a la mesa para el almuerzo”.

Por su parte, Jorge Yamashiro, que también creció en el Callo, rememora: “En nuestro caso, la familia siempre tuvo el negocio en una esquina frente al Mercado Central del Callao (esquina de las calles Colón y Cochrane); como casi era típico en la época, teníamos la tienda, luego la trastienda, que a la vez era el comedor de diario, y también un altillo en donde se almacenaba la mercadería variada que llegaba de Nihon. Nuestros padres tenían el negocio de bodega, regalos y, además, venta de comestibles y artículos (adornos, locería, etc.) importados de Japón”.

Jorge Yamashiro recuerda que los japoneses iban la tienda de sus padres a comprar productos y alimentos como mochi y okashi, y que realizaban pedidos especiales para oshogatsu, que ellos preparaban y guardaban hasta que los recogían.

Para los menores era una ocasión especial por las propinas que recibían. “Los niños que acompañábamos a nuestros padres en las visitas familiares recibíamos los tan esperados otoshidama (sobres con dinero que se entregan a los chicos)”.

Akira Fujimoto recuerda que las familias japonesas no celebraban el 31 de diciembre, sino el 1 de enero.

“En la mañana, cuando se levantaba la gente, lo primero que servían eran ozoni, un caldillo al que le metían mochi. Siempre preparaban nishime, una variedad de cosas que cocinaban en un caldo con todo lo que se podía conseguir: kamaboko, tofu, gobo, zanahoria, nabo; algunos echaban pollo o chancho. Me acuerdo también del makizushi. Sashimi, también. Otros hacían botamochi, que era arroz de mochi con anko. Y el arroz rojo de la felicidad”.

Antes de que los makis se pusieran de moda en Lima, los japoneses y sus descendientes comían makizushi en días especiales como el 1 de enero (crédito: Tobosha, Wikipedia)

Su suegra, una inmigrante japonesa, se amanecía preparando una gran cantidad de platos para agasajar a las numerosas personas, entre parientes y amigos, que los visitaban el 1. Era un trajín de todo el día, porque no todos los visitantes coincidían a la misma hora. Iba un grupo o una familia, se retiraba y después llegaba otra. Y así. Había que calentar los platos una y otra vez.

Akira Fujimoto recuerda que el 1 de enero los hijos casados visitaban al padre, la cabeza de la familia. Ese día también era una gran oportunidad para que las personas destacadas de la comunidad peruano japonesa, aquellas que habían ayudado o hecho favores a otros, recibieran las visitas de estos en señal de agradecimiento. Incluso había quienes todos los 1 de enero visitaban a sus benefactores para agradecer los favores recibidos.

Nota:
1. Fuente: Hacia un nuevo sol. Fukumoto, Mary.

 

© 2020 Enrique Higa

Año Nuevo celebraciones comida Oshogatsu vacaciones
Acerca del Autor

Enrique Higa es peruano sansei (tercera generación o nieto de japoneses), periodista y corresponsal en Lima de International Press, semanario que se publica en Japón en idioma español.

Última actualización en agosto de 2009

¡Explora Más Historias! Conoce más sobre los nikkeis de todo el mundo buscando en nuestro inmenso archivo. Explora la sección Journal
¡Buscamos historias como las tuyas! Envía tu artículo, ensayo, ficción o poesía para incluirla en nuestro archivo de historias nikkeis globales. Conoce más
Nuevo Diseño del Sitio Mira los nuevos y emocionantes cambios de Descubra a los Nikkei. ¡Entérate qué es lo nuevo y qué es lo que se viene pronto! Conoce más