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El espíritu de mi bisabuela

Es algo que sucedió hace 6 años donde siempre sentía que alguien estaba cerca mío cuando no había nadie a mi alrededor. El psiquiatra me diagnosticó esquizofrenia y viendo que era imposible seguir los estudios en la Universidad me internaron a un sanatorio psiquiátrico. No entendía por qué solo yo escuchaba esas voces. Me recetaron medicamentos muy fuertes que provocaron mucho desgano hasta casi sin poder moverme.

He tenido en mis ancestros personas que han sido forzadas a estar en un centro de detención durante la Segunda Guerra Mundial. Fue uno de los tantos nikkei norteamericanos que tuvieron que soportar humillación e injusticia y será por eso que la palabra “gaman” que significa soportar, ser paciente, contener o sufrir un dolor, es algo bastante utilizado para demostrar sus logros entre los nikkei. En esos tiempos estaba impregnada en la comunidad nikkei el pensamiento de que el “gaman” era una forma de sobrellevar las dificultades. Pero, yo siempre tuve mis dudas. Es cierto que muchas o casi todas las familias nikkei soportaban con tenacidad las unas y otras penurias pero mi familia, mis ancestros, no.

Mi bisabuelo era dentista en Portland, en el Estado de Oregon, y era considerado un dirigente importante en la comunidad nikkei. Por eso, cuando se produce el ataque japonés a Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941, inmediatamente, es arrestado por el FBI. Fue confiscado en el Centro de Reclusión de Santa Fe en el Estado de Nueva México y mi bisabuela y sus hijos de manera separada en el Centro de Minidoka, en el Estado de Idaho.

Mi bisabuela

Cuando mi bisabuelo fue detenido por el FBI mi bisabuela no pudo contenerse y se puso a llorar como una condenada. Y cuando la llevaron al Centro de Detención de Minidoka también lloró sin reparos con sus hijos. Tuvo una fuerte depresión y pasaba días en cama sin poder levantarse. Me han dicho que había días en que ella se esperanzaba pero había muchos otros días en que se desesperaba. Se dió cuenta que soportar esa situación no le cambiaba nada en el día a día.

En las cartas que mi bisabuela escribía a su marido durante esa larga detención expresaba su frustración por no poder verlo y se preguntaba si Dios existía en este mundo. En otras de las cartas describe que los chicos estaban muy triste y detalla muy bien cada uno de esos rostros. Todas estas cartas las encontré de casualidad cuando estaba muy desganado después de mi internación. Estaban un tanto escondido en uno de los armarios de la casa de mi bisabuela.

Estas cartas son para mí un tesoro inigualable. Siempre que escuchaba historias de los nikkei estaba la palabra “gaman”, la de superar adversidades con paciencia sin protestar ni mostrar debilidad, pero en las cartas de mi bisabuela no encontré esa expresión en ninguna ocasión. Y es allí donde yo pensé cómo podían soportar tantas situaciones injustas sin poder expresar esa bronca o impotencia.

En las cartas describe la vida en el Centro de Detención de Minidoka y por ejemplo relata que hubo una enfermedad un tanto misteriosa o que su hijo mató una serpiente en el desierto, que los niños evitaban a la bisabuela en las horas de la comida y demás rutinas que ocurrían en la vida cotidiana. Eso sí, en todas señalaba que quería ver a su marido o sea a mi bisabuelo. En algunas decía que había llorado mucho. La vida en el Centro estaba llena de restricciones pero mostrando sus sentimientos ella se sentía más humana con una leve esperanza de que eso se termine pronto.

Creo que expresando sus emociones sin taparlas o sea sin hacer el “gaman” ella pudo profundizar y sincerar sus relaciones con los demás. Al leer esas cartas pude imaginar cada una de esas situaciones y no pude contener mis lágrimas que no dejaban de parar.

Como soy el mayor de mis hermanos mi madre solía decirme: “Tus hermanas crecen viéndote a tí asi que ten cuidado en tu conducta y en tu proceder”. De todos modos, jamás me dijo que debía soportar o callar y hacer el “gaman”. Sin embargo, era muy conciente de lo implicaba el “gaman”. Será por eso que cuando escuchaba voces que los demás no escuchaban me callé y no dije nada. Sentía voces diciéndome que debía quitarme la vida y que el entorno me estaba pidiendo que me quite la vida. Cada vez mi conducta se hizo más sospechosa y sentía que todos me miraban de esa manera. Sentía mucho miedo e incertidumbre, todos los días. Inconcientemente creía que no debía decir nada a nadie, por eso me callé. Pero esa situación me llevó a un desequilibrio tal que la única opción fue que me tuvieran que internar en un centro psiquiátrico. Me sentía una basura y en un momento dado creí que lo mejor que podía hacer era suicidarme.

En ese contexto tan complejo mi bisabuela que ya había fallecido antes de que yo naciera me dió una luz de esperanza. A través de esas cartas pude saber cómo y quién era ella y que no siempre hay que soportar y callar todo. No solo ella sino su marido como sus hijos expresaban sus sentimientos, lo que permitía conocer sus dudas, de apoyarse mutuamente y generar más confianza fortaleciendo los vínculos entre ellos. Hay que asumir que no siempre podemos soportar lo que es insoportable. El “gaman” tiene sus límites. En esa experiencia dentro del Centro de Detención seguramente hubo momentos de mucha angustia y resignación pero para sobrevivir a esas penurias mis ancestros no ocultaron sus emociones para ayudarse entre sí. Es por eso que mi bisabuela me enseñó - a través de las cartas - que no siempre es necesario el “gaman”.

A partir de estas cartas yo también he decidido expresar mi complejas emociones y sentimientos. Y gracias a eso tanto mi familia como mis amistades comenzaron a comprenden mejor mi malestar psicológico. La sinceridad permitió reconstruir la relación de confianza y los vínculos entre nosotros. En base a eso pude probar otros medicamentos que me permitieron mejorar mi estado y ahora tengo más ganas de hacer algo y salir adelante.

Hace 5 años mi hermana menor se suicidió con tan solo 16 años de edad. Toda la familia lloramos esta enorme pérdida sin ocultar el dolor ni la tristeza. Ella nunca tuvo una queja en la escuela ni estaba deprimida, al menos nunca lo mostró. Por eso, jamás supimos por qué se quitó la vida.

En la comunidad nikkei hay muchos que no hablan sobre sus traumas personales y optan por soportar o guardar para sí sus penurias. Sea lo que fuese deciden hacer el “gaman” como si nada hubiese ocurrido. Los japoneses consideran que es el espíritu japonés denominado “yamato damashi”, por eso sea cual fuere la adversidad jamás deben darse por vencido. En mi opinión personal creo que no es una manifestación cultural muy correcta ni sana. Mi bisabuela era una persona cultivada e inteligente y sabía muy bien que el exceso de “gaman” no era bueno para nadie. Pienso que una persona puede estar en una situación descontrolada pero no por eso deja de sentir. Los sentimientos son muy importantes en toda ocasión y de eso soy muy consciente por mi propia experiencia.

Muchas veces pienso en mi hermanita que ya no está pero escucho su voz, tal vez sea una alucinación pero es su voz. De esto suelo hablarlo con mi familia y mis amistades y eso me hace bien. Es más humano y gracias a eso pude fortalecer mis vínculos con todos y estar mejor conmigo mismo. Como mi bisabuela nunca ocultaba sus emociones creo que pudo sobrevivir mejor a esa dura experiencia en el Centro de Detención durante tanto tiempo.

En la vida hay mucha situaciones penosas e incomprensibles. No es fácil sobrellevar solo una gran carga emocional y cuando más se soporta uno se aisla por completo. Solo cuando uno comparte y relata esas experiencias logra el apoyo de los demás, sin importar cómo haya sido una persona en el pasado. Considero que no es el “yamato damashi” impregnado en la comunidad nikkei sino el “hi-obaachan damashi” o sea un espíritu como el que tenía mi bisabuela lo que importa y debe prevalecer. La vida de una persona es un tesoro y los sentimientos son de vital importancia para superar las adversidades. Todos tienen una que otra experiencia dura en el pasado, pero no es necesario callar, ocultar y soportar todo eso solo. Es mucho mejor compartir las penuarias y vivir juntos para que la vida sea más llevadera.

 

© 2019 Sumōru Maunten

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Sobre esta serie

La palabra “héroe” puede significar diferentes cosas para diferentes personas. Para esta serie, hemos explorado la idea de lo que es un héroe nikkei y de lo que esto significa para diversas personas. ¿Quién es tu héroe? ¿Cuál es su historia? y ¿de qué manera ha influido en tu identidad nikkei o tu conexión con tu herencia nikkei?

Les pedimos historias desde mayo hasta septiembre de 2019, y la votación concluyó el 12 de noviembre de 2019. Todas las 32 historias (16 en inglés, 2 en japonés, 11 en español y 3 en portugués) que recibimos desde Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Japón, los Estados Unidos, México y Perú.

Aquí están las historias favoritas seleccionadas por nuestro comité editorial y la comunidad Nima-kai. 


Las elegidas del Comité Editorial:

La elegida por Nima-Kai:

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Acerca del Autor

Sumōru Maunten (seudónimo), nikkei norteamericano de cuarta generación. En mayo de 2019 logró su titulación de maestría en derecho y aprobó el examen judicial en el Estado de Oregon. Muy pronto trabajará como abogado. Su hobby es el haiku y el idioma japonés.

Última actualización en septiembre de 2019

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