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Origami

La primera vez que visité la feria Liberdade, pasé mucho tiempo en el quiosco, que está justo en el centro de la plaza, para elegir un libro de origami .

En aquella época, mi abuelo me había enseñado a hacer el tsuru –un ave sagrada en Japón–, así que me moría por aprender otros plegados. ¡Así que elegí el librito más genial de todos los tiempos!

Sus hojas eran de color verde claro, en tono pastel. Y es que, en cada uno de ellos había instrucciones realizadas con dibujos en azul oscuro, para montar los origami de los distintos animales que había en su catálogo.

Las instrucciones estaban escritas en japonés, pero era fácil de entender: los pliegues estaban todos indicados con flechas y líneas discontinuas, y el dibujo de una simpática figura a lápiz siempre estaba ahí para señalarnos dónde debíamos pintar la nariz y los ojos de la mascota. .

Llené la cabecera de mi cama con origami : ballenas, pájaros, gatos, perros y, lo más importante, leones. Esto fue lo que más me gustó hacer: era fácil de armar y se parecía mucho al animal real.

Hasta que un día, en el patio del colegio, mi maestra me vio jugando con una tortuga de origami y sintió curiosidad. Nunca había visto ni oído hablar de ese “negocio” –estábamos en el interior de São Paulo, Matão; 60 mil habitantes; A 300 km de la capital; primera mitad de los años ochenta.

No tuve dudas, desdoblé la tortuga y allí mismo doblé un leoncito, ¡como por arte de magia! – para que pudiera entender cómo funcionaba.

La mujer estaba encantada. Dio una palmada y me elogió mucho. Varios niños nos rodearon.

Les expliqué que, ¿sabes?, que era fácil de hacer... Y eso, ¿sabes?, y que había aprendido... Esto, este “negocio”, hecho de papel, con un librito ahí. ...que lo tenía en casa, ¿sabes?

Entonces la maestra tuvo una idea: si llevaba este libro a la escuela podríamos usarlo en una actividad en la que participaran todos los alumnos de la clase. ¡Seria muy guay! De hecho, ¡sería increíble!

Al día siguiente, con mucho cuidado, la maestra pasó el libro de pupitre en pupitre para que todos pudieran hojearlo. Al final de la clase me informó que se lo llevaría a casa para decidir qué origami haríamos.

La semana siguiente, deseosa de recibir noticias, le pregunté por él. Ella simplemente me dijo –en su voz más suave– que estaba dudando entre el elefante y el mono. Pasó su mano por mi cabeza.

Al mes siguiente, todavía sin noticias, le volví a preguntar. Y, con la misma voz suave, me dijo que, justo ese fin de semana, ¡mira qué cosa!, un sobrino suyo, muy travieso, tomó el libro, sin que ella se diera cuenta, y se lo llevó a su casa; y que su casa estaba muy lejos, en otro estado de Brasil.

Me quedé atónito por la picardía del chico.

Y la profesora, con los ojos muy abiertos, incluso me dijo que ya había llamado a su madre y le había pedido que le enviara el libro por correo lo antes posible. Y que podía estar segura de que, pronto, lo tendría de vuelta.

A partir de ese día me di cuenta: la profesora empezó a evitarme.

Y, lo peor de todo, querido lector: me evitó hasta fin de año.

En la década siguiente me mudé al barrio Liberdade. Y, en los más de diez años que llevo viviendo en esta región –es automático– siempre evito mirar ese quiosco.

Lo sé, lo sé: bien podría ir allí, buscar, encontrar y comprar un librito igual o parecido al que alguna vez tuve y, por fin, poner fin a este trauma de una vez por todas.

Pero también lo sé –y tú también lo sabes: puedo plegar y desplegar, plegar y desplegar, este recuerdo; que, seguro, nunca más volveré a alcanzar al pequeño león.

“¿Fue ella? ¿La profesora? No, no, no puede ser... Era el sobrino... ¡Sí! ¡Definitivamente era su sobrino! Niño travieso... ¿O fue su madre? Hmmm, sí, le daba pereza ir a... la... Aaah, lo sé... Era la oficina de correos... ¡Claro! ¡Es eso! El cartero olvidó mi libro a las... a las... a las... Pero... ¿Será? ¿La profesora? No, no, no puede ser..."

© 2018 Hudson Okada

artes identidad origami
Acerca del Autor

Udê, o Hudson Okada, nació en la ciudad de Matão-SP, el día 2 de agosto de 1979. Vive en São Paulo, Liberdade, desde 2005. Forma parte del equipo de colaboradores del Jornal Nippak. Como escritor, ganó algunos concursos literarios – incluso un honroso segundo lugar en el Premio Sesc-DF de Literatura, categoría cuentos.

Última actualización en julio de 2016

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