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Concepción Hiramuro y Francisco Akachi: Dos vidas de hijos de emigrantes que convergen

Concepción Michie Hiramuro y Francisco Yoshitaka Akachi contrajeron matrimonio en la ciudad de Guadalajara en el año de 1963. La vida de ambos no sólo se entrelazó por el hecho de que formaron una familia; sus vidas fueron tomando rumbos paralelos al nacer en México como hijos de emigrantes japoneses y por el hecho de que su niñez transcurrió en Japón durante los difíciles años de la guerra y los no menos terribles que siguieron después de la derrota de Japón en el año de 1945.

Michie fue testigo del lanzamiento de la bomba atómica al radicar con sus hermanos y su madre en la ciudad de Hiroshima. Yoshitaka, al lado de sus padres y hermanos, presenció los terribles bombardeos con napalm que destruyeron casi por completo la ciudad de Tokio, situación que lo llevó a ser trasladado a un pequeño pueblo de la Prefectura de Nagano.

En México, Concepción y Francisco, eran parte de los hijos de emigrantes japoneses que tuvieron una niñez afortunada al gozar de una posición económicamente acomodada. Sus padres, con los ingresos que obtenían, lograron realizar el sueño que la mayoría de los emigrantes tenían al llegar a América: Regresar a su país enriquecidos.

El camino que tuvieron que recorrer Toraichi Hiramuro y Kuninosuke Akachi—padres de Concepción y Francisco respectivamente—para gozar de una posición económica privilegiad no fue fácil ni mucho menos cómoda. Ambos jóvenes formaron parte de los cientos de miles de emigrantes que se trasladaron de Japón a América para buscar trabajo. Hiramuro, originario de la prefectura de Hiroshima, a la edad de 16 años se enganchó con una compañía japonesa que reclutaba jóvenes para laborar en un ingenio azucarero en Perú en el año de 1907. Akachi, cuando contaba con 19 años de edad, arribó a México en el año de 1918 para trabajar en un rancho en el estado de Sonora, propiedad de un paisano que radicaba en los Estados Unidos.

Hiramuro, ante las difíciles condiciones de trabajo en el país sudamericano, se trasladó a México en el año de 1912. En barco llegó hasta el puerto de Guaymas, Sonora, donde ingresó a la compañía norteamericana de ferrocarriles, Southern Pacific. En plena revolución en México, esta compañía necesitaba gran cantidad de brazos de trabajo para construir las líneas troncales que, con el paso de los años, llegarían a unir a la ciudad de Guadalajara con los Estados Unidos. La empresa norteamericana, para atender a su personal, tenía además una serie de clínicas y pequeños hospitales, Hiramuro ascendió en el escalafón de la empresa de jardinero en el hospital de Empalme, Sonora, hasta encargado del departamento de rayos equis en el gran hospital que construiría la compañía en la ciudad de Guadalajara.

Hiramuro (último en el extremo izquierdo) en el hospital de la Souther Pacific en Guadalajara

A finales de la década de 1920, Hiramuro recibía un salario alto que le era pagado en dólares, ingreso que le permitió ahorrar y ser uno de los pocos emigrantes que tuvo los recursos suficientes para viajar a Japón y buscar en su ciudad natal una esposa. Su primera hija nació en el año de 1931 en la ciudad de Guadalajara, posteriormente nacerían su hijo Fernando y, en el año de 1939, su segunda hija, Concepción. Con los ahorros que había logrado juntar a lo largo de todos estos años, la familia Hiramuro decidió regresar a Japón de manera definitiva. En el año de 1940, el propio Toraichi acompañó a su esposa a la ciudad de Hiroshima. Instalada la familia, Toraichi regresó a Guadalajara con el propósito de renunciar y vender los bienes que tenían en México, objetivo que ya no pudo lograr al estallar la guerra en diciembre de 1941.

La familia Hiramuro a las afueras del Palacio Imperial en Tokio. Michie en brazos de su madre a un lado de sus hermanos y de su padre en el extremo izquierdo

Kuninosuke Akachi también logró juntar un cierto capital después de trabajar en el rancho y abrir un molino de nixtamal en el puerto de Huatabampo, Sonora. Posteriormente, abrió otro molino más en la ciudad de los Mochis, Sinaloa. En el año de 1927, se trasladó al pueblo donde había nacido para contraer matrimonio y regresar a México. El molino era tan próspero que Kuninosuke invitó a trabajar a su hermano menor, Arata, para que lo ayudara.

La familia Akachi en Tokio (Francisco de pie, debajo de su hermano mayor Jesús de lentes)

Como la familia Akachi había decidido regresar a Japón, el propósito era traspasar a su hermano el negocio, hecho que sucedió en el año de 1937. Para ese entonces, los Akachi tenían a seis hijos y esperaban a otro más. Francisco nació en el año de 1934, siendo el cuarto hijo de la familia.

La vida para la pequeña Concepción y Francisco en Japón no fue fácil. A pesar de que sus familias contaban con recursos económicos suficientes, la situación de toda la población japonesa—ya desde antes que empezara la guerra contra Estados Unidos—estaba llena de sacrificios debido a los racionamientos de alimentos y de otro tipo de productos. Al estallar la Guerra del Pacífico y al ir avanzando ésta, el pueblo japonés, aunque no estaba directamente en el frente de batalla, era el que sostenía la guerra cada día con mayores penalidades y carencias.

Al iniciar la guerra contra Estados Unidos, la familia Hiramuro ya no tuvo contacto ni el apoyo económico de Toraichi pues se rompieron todo tipo de relaciones entre México y Japón. La madre de Michie se hizo cargo de los tres pequeños con su propio esfuerzo, pero lo peor para los Hiramuro estaba por venir. El 6 de agosto de 1945 se lanzó sobre la ciudad de Hiroshima la primera bomba atómica, y aunque afortunadamente no murieron, la casa quedó seriamente afectada. Los meses y años por venir significaron para el pueblo japonés una etapa de enormes carencias e incluso de hambruna, pero para los habitantes de Hiroshima y Nagasaki, el horror que dejaron las bombas atómicas y sus posteriores efectos marcaron para siempre a los testigos de la misma y a sus futuras generaciones. Toraichi Hiramuro le pudo enviar a su familia desde México, a partir del siguiente año del término de la guerra, ayuda material con la que la que, aunado al trabajo de costura de su madre, logró sobrevivir.

Las fuerzas de ocupación norteamericanas autorizaron la salida de los Hiramuro en el año de 1950. Concepción recuerda muy bien el traslado que los llevó al puerto de San Francisco pues en el barco había alimentos que no se podían consumir en Japón, además de la abundancia de los mismos. Toraichi los estaba esperando y juntos se trasladaron en el ferrocarril de la Southern Pacifico hasta la ciudad de Guadalajara.

Ante la devastación en que quedó Japón, los Akachi decidieron que su hijo mayor, Jesús, y Francisco se trasladaran a México pues no existían las condiciones económicas para sostener a una familia tan numerosa. Pero además, sus padres consideraron que Jesús se trasladara a un clima no tan frío debido a que se había contagiado de tuberculosis, padecimiento que alcanzó a gran número de la población de Japón en los primeros años de la posguerra.

Francisco y su hermano, como ciudadanos mexicanos, pudieron salir de Japón hasta el año de 1952 a vivir con su tío Arata. En la ciudad de México, el tío tenía una próspera papelería en el barrio de Tacuba que había abierto cuando fue obligado a trasladarse al estallar la guerra, como parte de la decisión del gobierno mexicano de concentrar en esta ciudad a todos los japoneses que vivían en provincia. Afortunadamente, Arata había logrado conservar el molino de nixtamal en la ciudad de Los Mochis, por lo que cuando Francisco llegó a México, él se encargaría de atender ese negocio.

Francisco y su hermano Jesús en la papelería de su tío Arata en la ciudad de México (Francisco de lentes en el extremo izquierdo)

En el año de 1963, Michie y Francisco contrajeron matrimonio. En ese entonces, ellos en realidad no se conocían; el enlace se concertó de la forma en que se hacía en Japón, mediante un intermediario o nakodo, quien era el encargado de introducir a los contrayentes. El señor Ernesto Nakashima—un emigrante que radicaba en Guadalajara y que conocía a ambos jóvenes—fue el encargado de relacionar a los contrayentes. Francisco viajó a la ciudad de Guadalajara donde conoció a Concepción y juntos decidieron casarse.

La paraje se trasladó en ese año a la ciudad de Los Mochis para atender juntos el molino y la tortillería, actividad que realizarían de manera diaria durante 17 años. El trabajo en el molino era muy intenso, no sólo se molía el maíz sino que se elaboraban tortillas; el local se ubicaba muy cerca del mercado central de la ciudad por lo que las actividades iniciaban realmente en la madrugada. Desde las 4 de la mañana se empezaban a elaborar tortillas que eran vendidas al público en general como a restaurantes y taquerías que requerían de mayores cantidades. Las actividades del molino concluían hasta las 6 de la tarde.

Michie en el molino de la ciudad de Los Mochis

En el año de 1980, Francisco y Concepción, que ya contaban con una hija, decidieron trasladarse a la ciudad de Guadalajara para abrir una papelería. Los consejos del hermano de Francisco, que estaba a cargo de la papelería en la ciudad de México, los animaron a adquirir este tipo de negocio. La papelería se denominaría Mony y se estableció en el sector Libertad, en la colonia Providencia. Desde ese año, gracias a la atención y cuidado que Francisco y Concepción mantuvieron con su clientela, se ha podido mantener a lo largo de 37 años.

Francisco Akachi murió en el año de 2015. Michie sigue atendiendo el negocio con ayuda de su hija y de su yerno. La papelería Mony representa un lunar de la cultura japonesa en un barrio de Guadalajara, pero además el servicio que este tipo de negocios presta a la comunidad ha sido reconocido por los habitantes de esta colonia. La integración de los emigrantes y de sus hijos a la vida de los barrios también permite entretejer un tejido social armónico que desgraciadamente se va perdiendo.

Francisco y Miche Akachi atendiendo a un cliente en la papelería

 

© 2018 Sergio Hernández Galindo

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Acerca del Autor

Sergio Hernández Galindo es egresado de El Colegio de Méxicodonde se especializó en estudios japoneses. Ha publicado numerosos artículos y libros sobre la emigración japonesa  a México como a Latinoamérica.

Su más reciente libro Los que vinieron de Nagano. Una migración japonesa a México (2015) aborda las historias de los emigrantes provenientes de esa Prefectura antes y después de la guerra. En su reconocido libro La guerra contra los japoneses en México. Kiso Tsuru y Masao Imuro, migrantes vigilados explicó las consecuencias que el enfrentamiento entre Estados Unidos y Japón acarreó para la comunidad japonesa décadas antes del ataque a Pearl Harbor en 1941.

Ha impartido cursos y conferencias sobre este tema en Universidades de Italia, Chile, Perú y Argentina así como en Japón donde fue parte del grupo de especialistas extranjeros en la Prefectura de Kanagawa y fue becario de Fundación Japón, adscrito a la Universidad Nacional de Yokohama. Actualmentees profesor-investigador de la Dirección de Estudios Históricos del  Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

Última actualización en abril de 2016

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