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Cuatro Años Después del 11 de marzo: Las Lágrimas No Son Suficientes

¿Recuerdan el 11 de marzo del 2011? 

Acababa de despertarme y ya estaba preparándome para ir a la escuela cuando recibí una llamada de la radiodifusora CBC pidiéndome un comentario cuando yo aún no tenía idea sobre la tragedia que había ocurrido en la región japonesa de Tohoku en donde yo había vivido por nueve años.

En la televisión, salieron las primeras imágenes, intensas y alarmantes: las explosiones en el reactor nuclear Daiichi en Fukushima; imágenes terroríficas de edificios que se sacudían y se caían a pedazos; carreteras destrozadas y luego, esa ola negra que avanzaba lentamente sobre las costas de Tohoku y que se desplazaba tierra adentro, tragándose y sepultando literalmente todo lo que encontrara a su paso: autos, botes, árboles, casas y edificios, en una fría e insensible ola de muerte y destrucción.

Nada es igual a como era antes del 11 de marzo. Hoy, la familia de un amigo aún vive en Minami Soma, Fukushima, cerca al área que aún sigue siendo zona prohibida debido al peligro de radiación. Cuando le pedí fotos a Shogo, se destacaron dos: una que muestra un pino solitario que ha adquirido una importancia simbólica local y otra que muestra un detector de radiación ubicado fuera de un edificio público en Fukushima, cuya sola presencia revela una escalofriante verdad.

El ipponmatsu del milagro
(Foto cortesía de Shogo Horiuchi)
El equipo de medición de radioactividad
(Foto cortesía de Shogo Horiuchi)

“Se envían los datos de radiación al gobierno y nosotros podemos verificar los niveles de radiación en una website”, escribe Shogo.

El arrozal de la familia de Shogo fue inundada por el tsunami y como él evita responderme si su familia se encuentra actualmente trabajando la tierra, yo supongo que el agua salada ha provocado daños en el suelo a largo plazo.

Arrozal alrededor de la casa de Shogo (Foto cortesía de Shogo Horiuchi)

Shogo, un antiguo estudiante de inglés, se fue a trabajar a la ciudad de Yamagata por unos años después del 11 de marzo y fue transferido a Sendai el pasado otoño. Su madre se encuentra realizando trabajos relacionados con los esfuerzos de reconstrucción del 11 de marzo. Él me sigue diciendo que su tía y su tío aún se encuentran viviendo en una “casa temporal”.

Me parece que, aún desde mi posición como espectador aquí en Canadá, existe cierta manipulación de los hechos. Por ejemplo, casi nunca escuchamos información actual de los medios de comunicación desde Fukushima con respecto a la radiación a la que aún están expuestos los escolares. Las personas que pudieron huir ya no están pero, ¿Qué pasa con aquellas personas que no pudieron hacerlo, como el caso de las personas mayores? Además, ¿Qué pasó con aquellas serias advertencias de los expertos nucleares acerca de la fusión del núcleo? ¿Recuerdan a TEPCO? Lamentablemente, parece que estos problemas humanos se hubieran desvanecido después que se anunciara que Tokio había ganado la licitación para ser la sede de los juegos olímpicos del 2020. Las prioridades cambian.

Un flujo constante de libros y películas sobre el 11 de marzo se enfocan principalmente en historias personales de pérdidas, que es una parte importante del proceso de curación. Sin embargo, lo que ahora se necesita urgentemente es la existencia de un liderazgo político en todos los niveles del gobierno para avanzar con una clara determinación, con el fin de conseguir la ayuda necesaria para aquellos que aún siguen sin hogar.

Un informe en el diario Toronto Star (17 de enero del 2015) mostró las siguientes cifras en “Las Réplicas del Tsunami de Japón”: 

$60 mil millones: fondos (en dólares canadienses) pagados por el gobierno central a los gobiernos locales en las zonas más afectadas; $36 mil millones: parte del dinero de reconstrucción que no ha sido utilizado hasta noviembre del 2014; 56,000 inmuebles dañados en la ciudad portuaria de Ishinomaki durante el tsunami; 15% de aumento en los precios de los terrenos en Ishinomaki respecto al año pasado a medida que el gobierno se esforzaba por adquirir 9,000 lotes de tierra para construir nuevas casas; 2,700 unidades de vivienda que han sido culminadas (a la fecha) de las 29,000 planeadas. (Fuente: Reuters)

Tsutomu Nambu
(Foto cortesía de Tsutomu Nambu)

Nambu-san, un amigo en Sendai y voluntario del 11 de marzo sitúa estas cifras dentro de un contexto al dar dos razones de esta lenta recuperación: “Una de estas razones es el aumento en los costos de construcción de las viviendas públicas para las víctimas del desastre. El gobierno japonés ha tomado medidas para contrarrestar la depresión económica por un largo tiempo. Además, se celebrarán las Olimpiadas en Tokio en el año 2020,” agrega.

“Debido a estos factores, se han gestionado muchos proyectos de obras públicas por todas partes y se han construido muchos departamentos y condominios a nivel nacional. Estos fenómenos han provocado una escasez de trabajadores de construcción para las áreas afectadas, dando como resultado un aumento de los salarios para los trabajadores, lo cual afecta el costo total de construcción. Cuando los gobiernos locales de las áreas afectadas convocaron a licitaciones, pocas firmas de construcción presentaron una oferta debido a que los precios no eran muy atractivos para ellos. Esto hace que resulte muy difícil para los gobiernos locales construir las viviendas públicas que habían planeado para las víctimas del desastre.

Arahama en Sendai devastado por el Tsunami 
(Foto cortesía de Tsutomu Nambu)

Nambu-san continúa: “La otra razón es la dificultad que tienen los gobiernos locales para conseguir el terreno que permita reubicar de forma colectiva a la gente que utiliza las viviendas temporales.

Existen pocos lugares que sean llanos en la región de Tohoku. Además, se entiende que los lugares cercanos al mar no son apropiados para vivienda porque existe un alto riesgo de tsunami. Esto significa que son limitados los lugares de reubicación que tienen los gobiernos locales para escoger. Ellos deben adquirir terrenos de los terratenientes.

Antes que los gobiernos locales adquieran estos terrenos, deberán asegurarse quién es el verdadero dueño del terreno. Con frecuencia, les resulta muy difícil encontrar a los verdaderos propietarios. Existen muchos casos en donde no logran determinar quiénes son los herederos legales del terreno, porque los propietarios fallecieron hace más de 100 años o porque no se sabe quiénes son. Esto impide a los gobiernos locales comprar suficientes terrenos para los lugares de reubicación. Además de eso, el número de personas comprometidas en comprar los terrenos necesarios es menor que lo  requerido”.

La productora de cine de Vancouver, Linda Ohama, fue una de las primeras personas en responder ante esta situación. Organizó eventos para recaudar fondos en todo Vancouver, impulsó el exitoso Cloth Letter Project (Proyecto de las Cartas de Tela) que recorrieron Japón y Canadá y actualmente está a punto de concluir un documental sobre el 11 de marzo.

Linda menciona: “La situación en diversas partes de Tohoku parece que está mejorando gradualmente. Es lento. Pero aún hay muchos desafíos que enfrentan las personas. Muchos de nosotros, incluyendo a los japoneses, hemos dejado de pensar en Tohoku e incluso en Fukushima. Además, puede ser que la gente esté imaginándose que la vida allá “ha regresado a la normalidad”. En lugares como Sendai, las cosas parecen lo suficientemente normal. Pero, en cuanto avanzas más allá, a lo largo de la costa, encontrarás la diferencia.

Han pasado casi cuatro años desde el terremoto, el tsunami y las explosiones nucleares. Y hace solo unos días, el 16 de febrero, gran parte de la misma costa soportó dos grandes terremotos de 6.9 en unas pocas horas. Mi amigo me envió un email y me dijo que estos terremotos eran ‘las réplicas del 11 de marzo del 2011.’ Otro amigo me escribió y me contó que los edificios estaban tambaleándose, pero eso ya no los asusta.

Muchas personas aún siguen viviendo en los ‘kasetsu’ o se encuentran reubicadas en otras regiones de Japón por razones de salud o de trabajo.  Las personas que han permanecido en los kasetsu se encuentran agotadas, tanto física como mentalmente.

Los ‘kasetsu,’ según las leyes japonesas, son viviendas de emergencia temporales para albergar a personas durante 2 años. Son construidas en toda la región de Tohoku en grandes grupos y de forma muy sencilla. El ‘sala-comedor-frecuentemente dormitorio’ es un cuarto: 2.73 metros por 2.73 metros. Cuando te sientas en el piso cerca a la mesa baja, tu espalda estará pegada a la pared. Si hablas muy alto, tu vecino podrá oírte. La gente susurra mucho. Cuando sales por la puerta, la gente sabe a qué hora te vas y a qué hora regresas, qué llevabas puesto y con quién estabas. 

“Kasetsu” en Miyagi (Foto cortesía de Linda Ohama)

Las recientes estadísticas mencionan a los niños con sobrepeso. Debido a que muchos grupos de kasetsu se encuentran ubicados en zonas alejadas, muchos niños se trasladan en buses a la escuela en lugar de caminar. Además, las madres no pueden ir de compras por alimentos frescos todos los días, que es una costumbre normal en Japón.

No es una primicia decir que muchas personas han muerto en Minami Soma desde el desastre que a causa del mismo; debido al estrés, confinamiento y otros problemas de salud. Algunas personas solo ‘se cansaron’ de esperar. En Fukushima: el número de muertes bajo una prolongada evacuación de la zona del desastre nuclear llegó a 1,656. Las muertes directas como consecuencia del terremoto y del tsunami: 1,607. (Diario Japan Times, 21 y 24 de febrero del 2014.)  

Según el alcalde de la pequeña ciudad pesquera de Otsuchi que perdió el 10% de sus habitantes en el tsunami, 1,500 sobrevivientes partieron hacia otros lugares para encontrar trabajo, ya que tienen jóvenes familias que mantener. Además, 4,800 personas de la ciudad aún se encontraban viviendo en 2,106 kasetsu (a principios de 2014). Esto no ha cambiado mucho, según la gente que vive allí.

“Kasetsu” en Otsuchi, Iwate (Foto cortesía de Linda Ohama)

La mayoría de las personas que se han mudado son los jóvenes, dejando atrás a una población envejecida. Muchas ciudades de Tohoku, no solo en Fukushima, han perdido a gente que se ha ido a otros lugares en Japón. Cuando desaparecieron la mayoría de los negocios y se acabaron los trabajos iniciales de limpieza de los escombros, la gente necesitaba ganar dinero. Por eso se fueron.

Una vez que encuentres un trabajo, tus hijos tengan una nueva escuela y nuevos amigos y cuanto más tiempo pase, será más difícil empacar y mudarse por segunda vez. Mientras que los gobiernos descontaminaban en Fukushima o reconstruían viviendas y la industria en Iwate o Miyagi, las ciudades han comenzando a pedir a su gente que regrese a casa. La gente tiene 4 años más de vida. Uno que tenía 5, ahora tiene 9. Uno que tenía 60, ahora tiene 64 años. Ha fallecido y ha nacido gente. Mientras pase más tiempo, más gente optará por no regresar a su ciudad natal en Tohoku.

Un buen ejemplo de lo que está sucediendo en Fukushima aparece en una entrevista que tuve con un profesor que venía de la ciudad evacuada de Futaba, cerca de la planta nuclear.”

Hablando en inglés, un profesor de la Escuela Secundaria de Futaba dijo: “Yo trabajé en la Escuela Secundaria de Futaba. Esta escuela se encontraba a 4 km aproximadamente de la central (nuclear) Daiichi, de modo que teníamos que evacuar. Antes del terremoto, teníamos cerca de 200 estudiantes y 20 profesores. Pero la escuela fue… No sé cómo decirlo… cerrada. De modo que los estudiantes y profesores se encuentran dispersos por todo Japón, desde Hokkaido hasta Kyushu.

El gobierno está construyendo una nueva escuela al sur de la ciudad de Iwaki (Fukushima) que abrirá pronto. Así que enviamos un cuestionario con los estudiantes a todos los antiguos residentes de Futaba: cuatro estudiantes de secundaria... Quizás 5 ó 6 chicos volverán a asistir a la nueva escuela. Solo 5 ó 6 de los 200. Los estudiantes que ya se han mudado han reiniciado sus nuevas vidas en un lugar diferente, porque han pasado más de tres años desde el terremoto.”

Todo esto habla sobre las pérdidas humanas, pero además, hay muchas cosas como los nuevos proyectos que utilizan energías renovables, los nuevos centros de investigación, los nuevos datos, etc. que representan resultados positivos del 2011. Japón y el resto del mundo podría aprender mucho de esta tragedia, si seguimos mostrándonos preocupados, abiertos y solidarios.”

En abril del 2012, había 123,630 personas viviendo en algún tipo de vivienda temporal. A diciembre del 2015, 70,188 seguirán ‘desplazados’ mayormente en alguna forma de vivienda prefabricada o un alojamiento de alquiler privado. 

Y, por último… No debemos subestimar el complejo problema que aún afronta Tohoku, mientras que Japón resuelve sus prioridades económicas (por ejemplo, impresionar al mundo en las Olimpiadas del 2020 o preocuparse por las necesidades de su gente).

Incluso, cuatro años después, mientras se asienta un lamentable ‘olvido’, es aún más preocupante que más de 70,000 aún se encuentren viviendo en ‘viviendas temporales,’ que la infraestructura de estas comunidades costeras aún se encuentre en ruinas, que los problemas de radiación persistan y que mil millones de dólares que podrían utilizarse para ayudar se encuentren depositados en los bancos. ¿Dónde está la determinación política de cambiar el curso de esta alarmante situación? ¿Por qué parece que los esfuerzos de recuperación se hubieran estancado?

¿Podemos hacer algo más que rezar para que el próximo año sea un año mejor para los sobrevivientes del 11 de marzo?

(Foto cortesía de Linda Ohama)

 

© 2015 Norm Ibuki

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Sobre esta serie

En japonés, “kizuna” significa fuertes lazos emocionales.

Estas series comparten las reacciones y perspectivas de los Nikkeis tanto en forma individual y/o comunal en el Gran Terremoto de Tohoku Kanto ocurrido el 11 de marzo de 2011 y el tsunami como también otros impactos- esfuerzos de colaboración o cómo afectó lo sucedido y sus sentimientos hacia el Japón.

Si quieres compartir tus experiencias, ver la página de instrucciones para enviar un artículo. Recibimos artículos en inglés, japonés, español y/o portugués. Estamos buscando diferentes historias alrededor del mundo.

Creemos que estas historias brindan consuelo a las víctimas en Japón y en el mundo, y esto resulta ser una cápsula de tiempo de reacciones y perspectivas de nuestra comunidad Nima-kai en el futuro.

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Acerca del Autor

Norm Masaji  Ibuki, vive en Oakville, Ontario. Escribió sobre la comunidad Nikkei Canadiense desde los comienzos de 1990. Escribió mensualmente una serie de artículos (1995-2004) para el diario Nikkei Voice (Toronto) donde describía su experiencia en Sendai, Japón. Actualmente, Norm  enseña en la preparataoria y continúa escribiendo para varios publicaciones.

Última actualización en diciembre de 2009

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