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La Princesita del Perú: Angélica Harada cumple 50 años de vida artística - Parte 2

Parte 1 >>

¿Cómo llegó a la colonia japonesa?

A mí me llevó (Luis) Toyama, él era presidente del Centro Universitario Nikkei. Me llevó a la colonia para enseñar. Él metió en la colonia talleres folclóricos, como también toda la música peruana. Para entonces la actividad era en Perú Shimpo, en jirón Puno.

El auditorio que había en el tercer piso.

Coliseo Cerrado del Puente del Ejército, Lima, 1962. (Foto: Tomado del libro Mi vida. El mundo que conocí, de Angélica Harada Vásquez, Princesita de Yungay)

Sí. Ahí actué como dos o tres veces. Después él dijo “hay que formar un grupo de danzas peruanas”. A mí me llamaron, me dijeron “usted enseñe danzas peruanas”. Me dije “ahora qué danza, yo no sé nada, solamente cantar”. Pero me acordé de una señora, Julia Peralta, ella enseñaba danzas. Entonces le dije que me enseñara. “Ah ya”, me dijo. Paso que aprendía, paso que yo enseñaba en la colonia. Hubo un festival en la colonia, con la actuación de todos los departamentos. A mí me dijeron que con lo andino represente a Fukuoka. Ahí bailaron, y lo andino ganó. Cómo aplaudían las danzas peruanas, las danzas que yo había enseñado.

Usted fue recibida en Miyano (Fukuoka), el pueblo de su papá, como una celebridad.

Sí (ríe). Eso fue el cuento de la cenicienta. Es como un provinciano que viene a Lima y no conoce las calles, anda perdido. Igualito yo pues, allá en Japón, a donde me llevaban yo iba. Los encargados eran los que me habían invitado, el grupo Inti y la Sra. Haydé de Fukusaku. Nos recibieron bien. Llegamos primero a Fukuoka y luego me llevaron a la tierra de mi papá. Nos dieron un carro donde se subieron periodistas, camarógrafos, reporteros. Dije “será porque yo me visto de Perú”. Me vestía mucho de cusqueña porque era más llamativo. Ahí ordenan que yo voy a ser la última en bajar.

Iban a un colegio, ¿no?

A un colegio que mi abuelito fundó. Ahí tiene su monumento. Ahí veo cualquier cantidad de gente. Decía “no se habrán equivocado (risas), se están confundiendo con otra artista”. Tenía miedo, mis piernas no podían pararse, se doblaban de los nervios. Ahí el director me recibe y me lleva a la oficina. Yo buscaba a la señora Haydé para preguntarle qué era lo que pasaba, decía “señora Haydé, ¿no se habrán equivocado?”. “No –me dice– es a usted a la que están recibiendo”. Ella me explicó que ese colegio había sido fundado por mi abuelo. Bueno, una ceremonia muy bonita. Ahí el director me dice “le tenemos una sorpresa: ese señor que está sentado ahí es su primo hermano”. Qué sería, los nervios, allá no se abrazan, yo lo abracé como el oso, me apasioné (ríe). Y luego pues el agasajo, el brindis. Habían preparado a los alumnos para que le canten a la Princesita de Yungay. Un niño salió a darme la bienvenida: “has venido de tan lejos a conocer la tierra de tus ancestros”. También al niño lo abrazo y le doy un beso, y se asustó (risas).

Los japoneses no están acostumbrados.

Nooo.

Su primo también se sorprendió.

LP’s de la vasta producción de la Princesita de Yungay. (Foto: Tomado del libro Mi vida. El mundo que conocí, de Angélica Harada Vásquez, Princesita de Yungay)

Sí, y después desapareció. “¿Dónde está tu primo?”, me dijo la señora Haydé. “Seguro se ha asustado porque lo he abrazado”. De ahí me manda llamar el alcalde, me entrega la llave de la ciudad, y me dice “usted es hija de este pueblo, puede quedarse acá, cuantas veces quiera puede venir, este es el pueblo de sus padres”. Bien bonito. Ahí todos los trabajadores decían que cante. Me pongo a cantar a capella, no me entendían pero me aplaudían de todas maneras (ríe). Después nos llevan a la casa de mis abuelos, una casa muy bonita, era un banquete grande. Y ahí estaba mi primo. Para mí era un sueño. Nunca me había imaginado ese recibimiento en el país de mi papá. Es un recuerdo muy grande para mí.

Debió de ser especialmente emocionante conocer el sitio donde comenzó su historia.
Como todos los hijos del mundo, quién no desea conocer el lugar donde nacieron sus padres. Eso esperaba y me llegó. La colonia japonesa me ayudó bastante. Entonces estaba de presidente el señor Augusto Ikemiyashiro. Me regalaron el pasaje.

¿En qué año?

En el 90.

Cuando los peruanos emigraban masivamente a Japón.

Encontré muchos peruanos ahí. Había mucha melancolía, mucha tristeza, nostalgia. Y a mí se me ocurrió cantar el vals “Las locas ilusiones” (risas).

Cuando se habla de la historia de la inmigración japonesa al Perú y se menciona a nikkei destacados, siempre aparece su nombre. ¿Qué significa para usted ser considerada entre lo mejor que una colectividad le ha dado al país?

Lo recibo con toda humildad. En primer lugar, dando gracias a Dios, por ser una intérprete de mi país, este país, el Perú, que le dio hospitalidad a mi padre. Espero seguir triunfando, o ya no tanto, porque ya no pido mucho. Solamente he esperado con mucha ansiedad que llegue este año de mis Bodas de Oro. Después de a poquitos me iré retirando del arte. Pero dejo atrás siete artistas que yo he creado, que ya que están caminando.

Son sus sucesores.

Sí. Ahora verlos cantar, aplaudirlos, es una satisfacción para mí. Si yo fuera millonaria, qué no haría por la cultura peruana. Hay mucho material humano que necesita oportunidades, hay talentos. Qué pena que uno desea y no puede hacer nada.

Parte 3 >>

* Este artículo se publica gracias al convenio entre la Asociación Peruano Japonesa (APJ) y el Proyecto Discover Nikkei. Artículo publicado originalmente en la revista Kaikan Nº 50, octubre 2010 y editado para Discover Nikkei. 

© 2010 Asociación Peruano Japonesa / © 2010 Fotos: Asociación Peruano Japonesa.

Angélica Harada música Perú canto
Acerca del Autor

Enrique Higa es peruano sansei (tercera generación o nieto de japoneses), periodista y corresponsal en Lima de International Press, semanario que se publica en Japón en idioma español.

Última actualización en agosto de 2009


La Asociación Peruano Japonesa (APJ) es una institución sin fines de lucro que congrega y representa a los ciudadanos japoneses residentes en el Perú y a sus descendientes, así como a sus instituciones.

Última actualización en mayo de 2009

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