1. EL CONCEPTO ‘NIKKEI’:
Cuando a partir de 1869 grupos de japoneses comienzan a salir de Japón buscando fuentes de sustento, se hizo necesario identificarlos de algún modo. Surge así el concepto ‘NIKKEI’ para aquellos que por ‘dekasegi’ permanecen transitoriamente de Japón. Pero el concepto entra en entredichos cuando parte de ellos no regresan a la Madre Patria y se quedan indefinidamente en tierras de acogida. Los nuevos horizontes encontrados y las circunstancias, los han hecho inmigrantes . Esta nueva condición hace que con el paso de los años y alejados de la Familia original, formen sus propias familias bajo reglas distintas a las ancestrales, asimilen otras sangres, procreen hijos diferentes y acomoden sus modos de vida a las culturas y costumbres locales. En menos de medio siglo esta definición de ‘nikkei’ ya no calza con la realidad aun cuando estos inmigrantes siguen utilizando el término. Aun más, tratan de ampliar sus ámbitos para hacerlo extensivos a sus descendientes. Pero, la esencia de lo que pretenden defender ha caducado. Los cambios han trastocado al mundo. Ellos mismos tuvieron que empezar a cambiar apenas partieron. También Japón necesitó acomodarse una y otra vez a las apremiantes demandas de un mundo externo exigente y hostil y para ello necesitó echar mano de hijos formados bajo nuevo cuño.
De ahí que aquellos que cambiaron bajo otras realidades, dejaron de ser reconocidos como pares aun cuando llevaban la misma sangre. (La calidad de “extranjero” ronda permanentemente a aquellos que han perdido consenso social). Mucho menos pueden tener reconocimiento esos descendientes nacidos y criados bajo otras latitudes. Por tanto, en el presente, el concepto NIKKEI deja de englobar la calidad de “ser japonés”. El NIKKEI, apunta más bien a ese uruguayo, brasileño, canadiense, mexicano, chileno u otro ciudadano de cualquier parte del mundo que lleva consigo un bagaje hereditario y/o cultural japonés con el cual se reconoce y relaciona.
Esto hace que la definición Nikkei muestre gran permeabilidad para distinguir a sus componentes. Buen ejemplo de ello lo da la COPANI de 2001 de Nueva York que lo analiza con un criterio netamente “colectivista”. Criterio perfectamente válido porque es imposible imaginarse a un hombre que prospere bajo condiciones extrañas sin haber internalizado parte de ellas mientras levanta su andamiaje con componentes locales que absorben a su vez, parte de su idiosincrasia, necesidades e inquietudes. Así, NIKKEI tiene como punto de partida a los inmigrantes y a sus descendientes que cuentan con un historial familiar japonés. Pero, al mismo tiempo tiñe de igual color a aquellos que se les amalgamaron por compromiso emocional, social o legal tengan o no sangre japonesa. (Las esposas nativas se constituyen en ejemplos indiscutibles). Y aun va más lejos. Pueden ser ‘nikkei’ aquellos integrantes locales que entretejen redes de relaciones al internalizar expresiones culturales japonesas. Visto dentro de este extenso ámbito, los ‘nikkei’ aumentan ampliamente su número aun cuando dispersos dentro de un gran “mundo Nikkei” donde no logramos reconocernos y mucho menos, percibamos nuestra obligada pertenencia y compromiso.
2. EL RESTRINGIDO COMPROMISO NIKKEI:
Lo que marca fundamentalmente al ‘nikkei’ que lleva sangre japonesa, es ese particular bagaje de moral japonesa que le acompaña. Se trata de retazos de esa moral colectivista traída por los primeros padres desde la era Meiji, formalizada en la anterior era Tokugawa y estructurada por el pueblo japonés a través de largos milenios.
Siendo el “individualismo” la causal basal de la moral occidental, el “colectivismo” entra a estas tierras de nuevo cuño como una modalidad sin destino. Inicialmente, organizarse a partir de ella se hace relativamente sencillo para los llegados en grupos y reunidos en “colonias”. No así para esos otros que ingresaron informalmente, de uno en uno, teniendo que aprender primero el significado de la palabra “individuo”. Pero igualmente, después de años, lograron formar el sui generis y único colectivo que les fue posible: su propia familia nuclear. Para los demás, el colectivismo secular también sólo pudo encontrar nido permanente dentro de las estrechas esferas de la Familia Nikkei.
Y esta familia no sólo se afianza sino progresa sostenidamente a través del tiempo, siempre inspirada por esas mandantes de moral japonesa que misteriosamente sigue transmitiéndose de generación en generación. De ahí el respeto al orden establecido, al alto valor dado a la educación y al trabajo y en conservar la honra de la familia. Pero también junto a ellas, por ejemplo, está esa premisa de la “uniformidad” que busca mimetizar a la familia dentro de la barriada, cultivando actitudes de bajo perfil. Para ello, cada cual establece su particular ‘sakoku’, procurando que su espacio se haga lo más independiente y autosuficiente posible. De ahí que sus contactos con el mundo que la rodean se manifiesten siempre escasos, inclusive frente a esas instituciones emparentadas que ellos mimos construyeron y han ayudado a perpetuar. Pero los éxitos educacionales de los hijos que profesionalmente ocupan nuevos espacios dentro de la vida comunitaria, obligan a un relativo aperturismo. Luego los matrimonios con componentes ajenos, contribuyen otro tanto. Estos mayores ámbitos, sin embargo, siguen considerándose como variantes de la intimidad familiar. Más allá de aquello, el silencio. Seguramente, el mejor ejemplo de esta singular conducta de anonimato es la dada por “el caso Fujimori” en Perú. A pesar que le otorgan el justo reconocimiento de ser un hombre excepcional que rescata a su país de la miseria y corrupción para ubicarlo en la senda del progreso, no pueden perdonarle que haya dado motivos para que el ´nikkei’ común tuviera que exponerse a la curiosidad de terceros.
A lo largo de América contamos hoy con una ya centenaria familia ‘nikkei’, plenamente aceptada por sus capacidades, aportes y sobriedad. Sin embargo, siguen empecinadas en mantener ese “respetuoso” distanciamiento que les hace ignorar una parte significativa de la realidad global que, quiera o no, está delineando el presente y futuro de sus existencias.
3.“LOS NIKKEI EN UN MUNDO GLOBALIZADO”:
A pesar que este título se constituyó en la portada de la COPANI XV de Uruguay, no se hizo parte obligada de su temática, siendo tocada sólo tangencialmente. La globalización es un tema de vieja data ajena a las grandes mayorías. Amparada por una engañosa nebulosa deja que sus aplastantes comportamientos lleven siempre nombres ajenos. Sólo se sabe que se relaciona con el capitalismo y con la concentración del poder económico. Que es la causante de sordas luchas donde los bienes claves del mundo van cambiando de dueños para quedar cada vez en menos manos. Sin embargo, el desconocimiento de pormenores y resultados, escasamente deriva en preocupaciones permanentes porque al final se impone la creencia de aquel mal bíblico donde tienen que haber hombres despojando a otros. Sólo nos inquietamos un minuto cuando vemos que estos gestos de rapiña llegan a nuestros barrios y sus víctimas se nos hacen conocidas. Un ejemplo candente lo encontramos en el caso de los tintoreros argentinos. Aquella fuente de trabajo tradicional de miles de familias ‘nikkei’ está siendo velozmente aniquilada por grandes consorcios dedicados al rubro de la limpieza y con los cuales es imposible competir. La justificación es simple. Es parte del obligado “daño colateral” que ocasiona el “avance del progreso”.
También recibiremos explicaciones simples para justificar los sistemáticos despojos de naciones enteras. Nos hemos hecho despreocupados testigos de cómo muchos de nuestros países están perdiendo sus singularidades y se están haciendo parte de anónimas entidades externas. Cada vez más se debilitan sus fronteras. Leyes nuevas, convenios y aliados permiten la libre manipulación de sus riquezas. Todo esto condimentado con el manejo de entidades gubernamentales encargadas de direccionar los caminos de mañanas inmediatos. Si este proceder “dentro de la democracia” no funciona, entonces - como vemos en otras latitudes - culturas enteras se ven violentadas por defender herencias ancestrales y fundamentos de vida. En otros casos, fomentadas luchas intestinas llevan a desastrosos resultados con sólo perdedores y donde el miedo, la miseria y el hambre permiten la apertura de cualquier puerta. Tampoco quedan afuera palabras como Crisis y Guerras. Frente a tanto nubarrón que pretende tapar en forma definitiva el azul del cielo, fácilmente la imaginación le pone escenario a ciertas historietas de ciencia-ficción. En un día no muy lejano se impondrá una única cultura planetaria manejada por un omnipotente gobierno planetario que regenta a hombres-masas planetarios.
Si esto fuera verdad y nosotros los ‘nikkei’ siendo una minoría manifiesta ¿que podríamos hacer frente a esta supuesta avalancha arrolladora?. Es posible que ya estemos contra la espada y la pared y sólo nos queden dos opciones. Podríamos decir que nuestra situación se torna parecida a aquel dilema enfrentado por Japón, al momento en que Meiji se posesionara del poder imperial en 1868. ¿Aceptamos mansamente ser rasados por la voluntad de estos poderosos o nos empeñamos en conservar nuestra identidad ‘nikkei’?.
Si nos inclináramos por la primera opción sólo habría que dejar que los acontecimientos sigan su curso y simplemente esperar que desaparezca de nuestros diccionarios la palabra ‘nikkei’ además, claro está, de la esencial condición de “ser hombre”. Si optáramos por la segunda entonces, ¡el tiempo apremia!. A partir de nuestras familias ya bien estructuradas, habría que levantar las cabezas, mirar alrededor y determinar estrategias para unificar nuestra desperdigada comunidad Nikkei. Siendo flechas dispersas somos presas fáciles. Las enseñanzas recibidas nos dicen que debemos agruparnos en un vigoroso haz. Para ello contamos con miles de familias ubicadas en estratos medios y medios superiores, con organizaciones sociales de nuestra pertenencia, con relaciones internacionales que de alguna manera se entretejen, con comunidades locales de las que somos parte y que tienden a favorecer la idiosincrasia y el quehacer ‘nikkei’. Sólo necesitamos voluntad para direccionar las fuerzas centrípetas que tenemos a mano, reestructurando cuerpos colectivizados tipo siglo XXI que podrían alcanzar dimensiones insospechadas.
Paralelamente, debemos poner en operación estrategias para generalizar una “educación de complementos vitales”. Ello implica rellenar vacíos de la actual educación familiar y formal para acrecentar conciencias sobre: a) una más despierta capacidad analítica que descubra los alcances de las verdades a medias que distorsionan la realidad, b) sacar a luz los impulsos rectores de la moral japonesa que históricamente han dirigido los pasos de la familia y ver en ellos sus bondades y debilidades acorde a la marcha de los tiempos, c) estudiar retazos de historia japonesa para comprender el “ser japonés” y el “ser ‘nikkei’, d) sensibilizar sobre los caminos luminosos del ‘kokoro ’ como contrapartida al materialismo, e) crear espacios de relaciones permanentes a través de deportes, artes y entretenciones japonesas, entremezcladas siempre con las locales.
En todo esto la juventud ‘nikkei’ tiene mucho que decir. De hecho sí, debe dejar atrás aquel aserto japonés de que “el clavo que asoma la cabeza recibe el martillazo” y aprovechando sus capacidades que lo hacen especial (ese plus japonés), tomar liderazgos entre pares y comunidades locales para hacerse partícipes de sistemáticas campañas de comportamientos aglutinantes y obras de bien público.
Si lográramos la voluntad de hacer realidad estas medidas, el Mundo Nikkei’ tendría altos muros de salvaguarda. Por su probada eficiencia en la vida del trabajo y por su reconocido pacifismo, ni siquiera debería ser objeto de presiones específicas porque, más bien, se estaría esperando que caiga por su propio peso, haciéndose parte de la gran masa acondicionada. Seguramente, para mantenerse incólume, sólo tendría que echar mano en momentos álgidos y cuando el sentido común se lo indicara, de la flexibilidad del bambú para doblarse sin romperse.
Al final, como la Historia lo ha corroborado una y mil veces, la Verdad tendría que volver a su justo centro y entonces, estaría entre los primeros para disponer de espacios donde florezcan plenamente los cerezos.
* El presente artículo es el resultado de la sesión “Comunidades Multiraciales / Multiétnicas”, en el workshop realizado por el Discover Nikkei en el XV COPANI, realizado en 18 de septiembre de 2009, en Montevideo, Uruguay.