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Mi identidad ("Mi" como "Nuestra") – Parte 2

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LENGUA

Del idioma, sé más inglés que japonés y un poquito de francés.  Quizás sepa más jerga barrunta que el idioma original de mis abuelos.  Algunos saben sólo español + gohan + okane (no necesariamente en ese orden).

De la que está en la boca, lo que fuere que nos empujemos pa´dentro no nos hace más peruanos:  rachis, mondongo, choncholín y su ajicito no crea diferencia contra un pato asado con arroz chaufa; un udon con yuquitas fritas en el centro de Lima o carapulcra mas un vaso de cerveza heladita en algún restaurante de carretera; un buen anticucho es preferido y también el omochi o un arroz zambito sobre el Cerro San Cristóbal con el Presbítero Maestro a la vista.  Probar todo lo que NO sea autodestructivo y sin exceso es lo mejor; conociendo se emite una opinión consistente y no sobre lo que nos contaron o peor si es el ignorante y simplón “dice que así dicen”.

Entonces, la prengunta tácita para la comida también es, como para todo lo demás que tenga el aura de esta problemática:  ¿Por dónde va nuestra identidad? 

Hay aquellos Nikkei que no comen algo japonés o que "tenga un aire a", porque así niegan su ascendencia, tratando de sentirse más peruanos (muy aparte de sus psicotraumas juveniles en búsqueda de aceptación social).  Lo mismo para aquellos que creen que el ojashi es lo mejor que existe... depende de cómo y en qué se utilice.

A todos ellos, decirles es inútil a menos que re-evalúen sus creencias, que el mundo está más mezclado de lo que notamos; y que varios de los que se dicen nacionalistas –hasta en la televisión- prefieren otros países, habiendo estudiado en ellos, importando sus ideologías y vistiendo sólo ropa de marcas multinacionales (así, casi todo es manipulable y convenientemente relativo, qué fácil...).

Peor son esos que se valen de su ascendencia Nikkei, ofendiendo a aquello en lo que sus progenitores creían, para obtener favores y regalos (en forma de ayuda social) cuando la necesidad es inexistente... pero éstas son otra clase de "personas".

Esta dualidad de vida manejada a conveniencia es el alimento diario de sociedades que se retuercen sobre sí mismas por parásitos que provocan dolor estomacal; son retortijones indiscutiblemente epidémicos en todas las regiones del planeta.  No estamos exentos de ello pero no por eso debemos aceptarlo y menos avalarlo, haciendo ojos ciegos o incluso justificando esa asquerosa viveza con sonrisas y un “así es pues, qué se le va hacer”.

Otro ejemplo, de esta dualidad que debemos evitar, son los estadounidenses, una "democracia" del consumo de combustible: sin carro no llegan a algún lado – el Hummer militar y ahora civil, es el automóvil que más combustible consume. 

Sin haber reconocido las regulaciones mundiales para la conservación de nuestro ambiente y con bélica reclamación por un escaño entre los autoproclamados salvadores de la humanidad, tiene en su terruño pedacitos que armarían el rompecabezas de todo el planeta mas, aún, enarbola su "pureza aria" saludando a la bandera en lo relacionado con la autoridad... hasta el ratón de redondas orejas, saluda, con quebrada cintura e inocente sonrisa... demoníaca.

¿Pero, es posible conservar nuestra identidad y mimetizarnos con la sociedad en su totalidad?

Es difícil de preguntar porque hay pocos que se atreven a escuchar y más de responder porque es un proceso que involucra generaciones, obteniendo sus dictámenes de las integraciones global y de información (fenómenos que dejan tanto que desear debido a la degradación de la identidad de países como el nuestro, únicamente en pro de la mercantilización mundial... otra vez Made in China).

Si somos emigrantes, en Japón por ejemplo -país idolatrado por nosotros y por costumbre- no somos japoneses, lo que desata un sinfin de preguntas en el "aquí":  ¿Cuál es la identidad Peruana de este país cosmopolita y ya abierto a mercados internacionales?  ¿Qué tan peruanos somos los Nikkei?  ¿Qué tan japoneses nos sentimos?  ¿Quién puede definir mejor nuestra identidad:  los intelectuales, los primeros inmigrantes, los políticos (...ni hablar), alguien?
¿Hacia dónde debemos apuntar para emparejar nuestra nueva compleja identidad con los cambios generacionales y después con los reordenamientos mundiales que se vienen?

Es un cuestionamiento con muchas variables como con diversos niveles sociales y emocionales, además de largo lapso, que afecta sin distinción; pero en algún momento debemos sentarnos, todos juntitos, a pensar en ello, no sólo como individuos que nos quejamos de esto y lo otro sin dar solución, sino como instituciones que están entrando en una etapa crítica de sus existencias y poco o nada están haciendo (salvo buenas excepciones) para perpetuar sus orígenes, como Nikkei que formamos una colectividad, que es a su vez parte de un todo más grande, el Perú.

La asimilación y homogenización de los Nikkei es inevitable, basta dar paciencia al tiempo, por ello la identidad personal es importante en este momento.  No vivamos de esas apariencias que tratan de justificar diferencias, cual tarrajeo y pintura lavable, porque todo se ensucia por igual.

Las cosas caen por peso propio como esa estatua onírica de la arqueológica Babilonia, con pies de barro y cabeza de oro, siendo gran símil de aquel comerciante de balas, del norte continental.

Observemos nuestra ciudad para empezar a entender que también nosotros, como Nikkei, somos forjadores de lo malo y lo bueno en nuestro rededor, quedando ello como documento histórico para las generaciones venideras.

Nuestro país lo conforman y forman árboles y arena, acero y esteras, pan con bromato y platos novoandinos, sandalias de llanta y autos 4x4 retro, bodegas en garages y multinacionales, comunicación mediática fácil y otra vez comunicación mediática fácil, gigantes casas en playas privadas y la lucha por el título de propiedad, etc, etc; sintámonos parte de este todo, con sus fricciones urbana y social, su desorden estatal y sus incomparables y convalecientes terreno y cultura.  Eso es el todo, eso es el Perú; aprendamos a analizarlo, a aceptarlo y a trabajar por Mi País ("mi" como "nuestro")...

...y cuando alguien trate de decirnos lo contrario es porque no sabe lo que es, dónde está ni adónde va.

* Publicado en el Anuario Prensa Nikkei 2007, Lima, Perú

© 2007 Victor Nishio Yasuoka

identity Peru
About the Author

Victor Nishio Yasuoka is a third-generation descendant of Japanese immigrants in Peru. Halfway through elementary school, he moved with his family to Panama, where he finished school. Almost 10 years later, he returned to Peru, finding the country completely changed. He studied architecture at a public university, but realized that his greatest interest lay in the field of communications. Today, living in Lima, Victor is a publicist, visual artist, and columnist.

To take a look at his work, visit his new website: www.victor.pe, where you will find all his artistic, graphic, and literary output.

Updated August 2009

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