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https://www.discovernikkei.org/en/journal/2008/9/23/yasunari-kawabata/

Reflexión sobre el arte narrativo de Yasunari Kawabata

Yasunari Kawabata (1900-1972) es el más distinguido de los novelistas japoneses en el siglo XX; conocedor de la tradición novelística de occidente, ha volcado en sus numerosas novelas la presencia de actitudes antiguas valiosas, el afecto, la intensidad de las emociones, la cortesía proverbial de Japón, junto con características de toda sociedad moderna, la desazón, la inseguridad, la nostalgia por el bien perdido.

Esta extraña mixtura, aunada a un simbolismo natural por la forma, alejado de un fácil realismo, hace de Kawabata un novelista de especial atractivo en occidente que le confiere una calidad de diferente frente a todos los novelistas conocidos europeos o americanos y ello seguramente contribuyó a conmover el ánimo de todos los académicos suecos que le otorgaron el Premio Nóbel de 1968.

El tañido de la campana

El protagonista de Lo bello y lo triste es Oki Toshi, un novelista de unos cincuenta años que decide viajar de Tokio a Kyoto para escuchar el tañer de las campanas de esa ciudad. Las campanas anunciaban el año nuevo, y la costumbre japonesa era escucharlas por la radio. En Oki la emoción por las campanas era violenta y dolorosa, a veces a fin de año las campanas le llenaban de pesadumbre y remordimientos. Pero a Kyoto no le llevan solamente las campanas, también el acuciante deseo de volver a ver a Ueno Otoko, su antigua amante, quien después de la separación había permanecido soltera y se había abierto camino como pintora; mientras marchaba hacia Kyoto, Oki no tenía ninguna seguridad de encontrarse con ella.

Lo escuetamente narrado en el párrafo anterior es el comienzo de la novela; y aun así descrito parcamente, tiene todavía la huella de la maestría verbal y la idiosincrasia de Kawabata. ¡A ningún novelista de occidente se le ocurriría llevar a un personaje de una ciudad a otra para escuchar el tañido de una campana! El gran valor de Kawabata reside en que no escribe novelas abstractas sino que dentro de moldes tradicionales da libre curso a la fantasía. Sus personajes nos parecen “reales,” pero no “realistas,” si la diferencia vale todavía, y es que el novelista ha recogido lo mejor de la poesía simbolista francesa y la tradición que viene del haiku y de toda la literatura japonesa medieval. Como lo ha dicho él mismo, su propósito es hacer funcionar un lenguaje simbólico dentro de un estilo concreto.

Los encuentros

En “llegando a Kyoto,” Oki hace todo lo posible por establecer contacto con Otoko. Con infinita discreción, la pintora, que ahora cuenta con 39 años, acepta ver a su antiguo amado, pero deseando que ninguna intimidad tenga lugar entre ellos; prefiere que una antigua discípula suya, que vive con ella, Keiko, participe de estas entrevistas. Oki, que percibe fácilmente la intención de Otoko, responde con prudencia y tacto y queda, eso sí, conmovido con la extraña belleza de Keiko. Después de algunos días en Kyoto, Oki tiene que regresar y Otoko prefiere mandar a su discípula a la estación enviándole un presente. Entretanto, con la técnica del “racconto” nos vamos enterando de la historia anterior de los personajes.

Oki y Otoko se conocieron cuando ella tenía 16 años: Oki era ya casado y tenía un hijo, Taichiro. La madre de Otoko, hizo lo posible por desalentar a su hija de esa relación, pero sus esfuerzos fueron vanos. De temperamento nervioso, Otoko parecía ser una de esas muchachas que sólo se enamoran una vez en la vida. Otoko es internada en un sanatorio psiquiátrico. Entretanto Oki cimienta su prestigio como novelista cuando publica su novela Una chica de dieciséis que describe sus relaciones con Otoko y los celos de su esposa Fumiko. Casi tanto como en su relación con Otoko, Oki, en su vida real dentro de la novela de Kawabata, tiene problemas con la prosa por la publicación de la novela; sin embargo, esa novela ayudó a sostener durante años el hogar de Oki y Fumiko, en los días en que nacía su hija, segundo vástago del matrimonio.

Sabido todo esto, un buen día, Keiko decide visitar en Tokio a Oki y le lleva dos cuadros suyos. El novelista está ausente de su hogar y Fumiko tiene un mal presentimiento. Cuando Kieko se despide es acompañada a la estación por Taichiro, el hijo de Oki. Keiko se ha propuesto ejercer algún tipo de venganza sobre Oki; no queda claro si es por haber abandonado a su maestra Otoko o por haberse enamorado más bien. Poco a poco se nos va revelando el carácter de Keiko: muchacha amoral, bella y sin escrúpulos.

En una segunda visita a Tokio, Keiko encuentra sólo a Oki y después de dar un paseo lo seduce con muy suaves maneras. Prudente y sagaz, Oki no confiere a este hecho ningún significado especial porque una joven lo ame fugazmente. Sin embargo, hay un detalle que perturba esa felicidad momentánea: mientras los cuerpos se entregan uno al otro, en el momento culminante, ella dice: “Otoko, Otoko” y entonces Oki percibe la verdad: Keiko y Otoko tienen relaciones lesbianas.

Cuando Keiko regresa a Tokio, no encuentra de buen ánimo a Otoko; la maestra, que no sabe en detalle las aventuras de su discípula con su antiguo amante, siente que algo las distancia.

Un bien día Taichiro, que de alguna manera ha quedado prendado de Keiko, le envía un telegrama a ésta donde le anuncia su llegada a Kyoto. Tiene aparentemente el propósito de explorar una tumba de una princesa que murió con el retrato de su amante en la mano. Keiko encuentra la oportunidad que buscaba. Va a la estación, recibe a Taichiro y, ejerciendo un particular modo de venganza, lo seduce; Taichiro, naturalmente, entra en el juego, pues él también a su modo lo había provocado. Estando ambos en un hotel, a escondidas de Taichiro, Keiko llama por teléfono a Fumiko, la esposa de Oki, y le comunica que se va a casar con Taichiro. La madre increpa a su hijo, y él, perturbado por la belleza de Keiko, da respuestas vagas.

Entonces Keiko, que venía hablando todo el tiempo de bañarse en el lago Biwa, convence a Taichiro y ambos van al mar en una lancha que luego se vuelca. Taichiro muere y Keiko termina en un hospital.

En las últimas escenas Oki va con Fumiko a ver el cadáver del hijo de ambos y por primera vez en sus vidas se encuentran en el pasillo del hospital Otoko y Fumiko, las dos vertientes femeninas en la vida de Oki.

Cuando uno termina de leer la novela, queda convencido de lo exacto del título: Lo bello y lo triste. La sutileza psicológica de Kawabata está en que sus personajes se ven envueltos en actitudes ambivalentes de afecto y rechazo que no pueden controlar y todos los hechos de la novela están remotamente motivados por algo que deliberadamente no se explica muy bien y que es el encuentro de Oki y Otoko, veintitrés años antes, y que está sin embargo en la novela a la que se alude: Una chica de dieciséis años.

Todo el precipitar de acontecimientos, narrado con una prosa tersa y cuidadosa, difiere en algo de otras novelas de Kawabata, más morosas en su desarrollo, pero hay una constante en el arte de este gran escritor: sus personajes masculinos conservan esa característica que tiene el protagonista de El lago, otra de sus novelas célebres: la búsqueda de una perfección imposible, basada en el cultivo de la sensualidad de la mujer. Intranquilos siempre Oki y su hijo Taichiro son suma y resumen de la inquietud por la mujer que siempre tuvo Kawabata.

En La danzarina de Izu, el relato corto más célebre de Kawabata, el protagonista de veinte años, que va peregrinando junto a un grupo de saltimbanquis sólo para permanecer al lado de una danzarina hermosísima que a veces le sonríe, en un momento alegre deja una fastuosa propina en un albergue. La dueña, entonces, sale a agradecerle y le va haciendo zalemas en un trecho del camino. Del mismo modo, los entusiastas lectores de Kawabata le hacemos una venia de agradecimiento.

* Este artículo se publica bajo el Convenio Fundación San Marcos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos - Japanese American National Museum, Proyecto Discover Nikkei.

 

© 2008 Marco Martos

About the Author

Marco Martos is a poet and teacher. He has won the National Poetry Prize of Peru. He has published ten books of poetry, including "Dondoneo" in 2004 and "Although it is at night" in 2006. His poems have been translated into English, French, German, Italian, Hungarian, and Portuguese. He is currently director of the Graduate School of the Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima.

Last updated September 2007

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