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Cuando nuestra realidad supera la ficción: las “dos” haciendas Caqui

Con la reforma agraria (1969-1979), se expropiaron 9,065,772 haciendas y 15,826 fundos en el Perú y miles de campesinos pasaron a convertirse en propietarios de la tierra que trabajaban. Esto marcó el declive del latifundio y las grandes haciendas, que sobreviven como pueden en la actualidad ante el paso del tiempo, la desidia y olvido de las autoridades locales y las estrecheces de sus actuales propietarios. Como colectividad nikkei, las haciendas de Huaral evocan historia y personajes como Nikumatsu Okada.

David Pino, promotor cultural y director de Lima La Única, organiza visitas de estudio y paseos históricos para difundir la historia y su actual realidad. El pasado sábado 18 (18 de mayo de 2019) lo acompañamos a Huaral para visitar las haciendas de San José, La Huaca, Huando, Palpa y Caqui, y ver su actual estado.

Una hermosa vista desde la residencia.


Las “dos” haciendas Caqui

En Aucallama (distrito de Huaral), está ubicada la hacienda Caqui. Tiene una vista privilegiada al valle y un saludo en su fachada (“Bienvenidos/CAP Villa Hermosa Ltd. N.º 274/Caqui”) que nos revela quiénes son sus actuales propietarios (la CAP o Cooperativa Agraria de Producción Villa Hermosa). Pero antes de la reforma agraria, uno de sus propietarios fue Nikumatsu Okada. David Pino nos explica durante el recorrido.

Vista del Torii, al lado derecho del personaje griego. Sobre una puerta, hay un año pintado: 1862.

Caqui se distingue de las otras haciendas por sus hermosos murales, pintados por artistas anónimos y fechados entre 1865 y 1870 (como aparecen en los murales). No hay espacio que no haya sido cubierto con alguna imagen mitológica o paisaje de alguna parte del mundo (incluso, se aprecia un Torii japonés); aunque muchos detalles apenas se aprecian y con gran dificultad, sobre todo en los murales que están a la intemperie.

También hay murales en lo que queda de la capilla, con escenas de la vida de Jesús y las tres virtudes teologales (la fe, representada con una cruz; la esperanza, con un ancla y la caridad, con una mujer que lleva a los niños); además de un Cristo crucificado inspirado en un original de Anton Van Dyck, con fecha del 7 de marzo de 1869. A pesar del evidente estado de abandono, la hacienda y capilla de Caqui esconde arte digno de un museo.

Vista del interior de la capilla. Los murales cubren toda la pared. Hermosa, aunque esté en ruinas

Pero no hace falta imaginarnos cómo lucían en sus mejores épocas. En Japón, existe una réplica exacta de la Casa Hacienda Caqui y su capilla en el Museo Little World en Inuyama, Aichi Ken. Este museo al aire libre, inaugurado en 1983, exhibe viviendas de todo el mundo a escala real y Caqui fue la elegida para representar al Perú.

Vista de la capilla

David aprovechó en compartir una anécdota. En la Municipalidad de Aucallama, hay una foto de la hacienda Caqui de Japón en lugar de la original, que está en Huaral y en ruinas. Aunque también reveló una inquietante delación.

“Esto también hay que decirlo. Nos comentaron vecinos de aquí que cuando vinieron los japoneses para tomar medidas y fotos a la hacienda para construir la réplica en Japón a escala real, con apoyo y permiso de la municipalidad, dejaron un aporte que aquí nadie vio. Aunque lo óptimo hubiera sido hacer una mejora, no se hizo nada”.

Sobre Little World, David opina que es posible que la hacienda Caqui haya sido incluida en el museo por sus hermosos murales y, además, por Nikumatsu Okada, quien trajo en una época prosperidad y tecnología a Huaral.

Nikumatsu Okada

Okada vino al Perú en el primer contingente de inmigrantes japoneses (1899) y trabajó como peón en la hacienda Palpa. Al igual que su socio Hatsusaburo Motonishi, Okada se convirtió, años después, en un próspero comerciante y empresario. Arrendó varias haciendas (como La Huaca y Caqui), usó maquinaria para modernizar la agricultura en Huaral y mejoró la producción. En 1941, Okada fue condecorado por Hirohito por mérito a su labor y obra en Huaral.

Pero su poder económico fue confundido con dominio sobre el valle y exacerbó aún más el sentimiento antijaponés durante la Segunda Guerra Mundial. El Gobierno confiscó sus propiedades y deportó a Okada a un campo de concentración en los Estados Unidos. La que una vez fue su magnífica mansión (conocida como el “palacete Okada”) aún existe y actualmente luce abandonada en la Calle Derecha de Huaral.

Vista de lo que queda del Palacete Okada, ubicado en la Calle Derecha, cerca a la Plaza de Armas de Huaral. Era tan imponente en su época, que fue conocido como Palacete Okada.


“Solo se ama lo que se conoce”

Pero así como Caqui, existen otras haciendas en Huaral como San José y Palpa que, a pesar de su valor monumental, se encuentran en estado de abandono. Sus propietarios, beneficiarios de la reforma agraria, ocupan los interiores o alrededores de las haciendas, a pesar de la precariedad. Casi todas las haciendas tienen los mismos problemas: hay muros de quincha y adobe a punto de colapsar, sufren de vandalismo y robos dentro del lugar (por antiguos marcos de hierro, decoraciones en madera, etc.) e incluso, se convierten en nido de aves como búhos, etc. Pero existen excepciones.

Hay haciendas que se han convertido en puntos turísticos, porque se conservan en mejores condiciones gracias a sus custodios, que son los propietarios de las haciendas (que en el caso de Huando, suman 380 en la actualidad). Según sus propias limitaciones, mantienen el lugar limpio, evitan robos y ofrecen el servicio de guía. Adicionalmente, la hacienda La Huaca incluye una visita a su cripta como parte del tour y pone en alquiler sus instalaciones para celebrar bodas.

Los visitantes toman fotos al interior de la hacienda, aunque en ruinas.

Evidentemente, tenemos dos realidades: una, en donde los lugareños desconocen la historia del lugar en donde vive y otra, en donde los lugareños cuidan de su patrimonio y lo usan positivamente para atraer turistas o interés por el lugar, porque conocen su historia. Solo en Aucallama, ¿cuántos inmuebles con valor monumental podrían desaparecer por el tiempo y olvido? Y con ello, ¿cuánta historia podríamos olvidar y que no figura en los libros, ni el internet o en un museo? Hasta que las autoridades no sean conscientes de su importancia, existen iniciativas que cubren ese vacío, como lo que hace David Pino, quien revitaliza nuestra historia y el patrimonio con valor monumental a través de paseos y tours históricos.

DATO: Para mayores informes, consultar en el Facebook de Paseos Históricos por Lima (David Pino).

 

*Este artículo fue originalmente publicado en el diario Peru Shimpo en el 28 de mayo de 2019.

 

© 2019 Peru Shimpo / Milagros Tsukayama Shinzato

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Acerca del Autor

Sansei, cuyos abuelos paternos y maternos vinieron del pueblo de Yonabaru, Okinawa. Actualmente se desempeña como traductora freelance (inglés/español) y blogger del blog Jiritsu, en donde comparte temas personales y de investigación sobre la inmigración japonesa al Perú y temas relacionados.

Última actualización en diciembre de 2017

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