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Sentei Yaki, una vida dedicada a ayudar a los demás

Sentei Yaki (Okinawa 1884 – Lima 1976) fundó en 1910 la primera agrupación de inmigrantes japoneses en el Perú: la Asociación de Jóvenes Okinawenses (hoy Asociación Okinawense del Perú).  

Hachizo Nakamura, un inmigrante japonés fallecido a los 80 años, nunca olvidó la ayuda que recibió de Sentei Yaki. Desde que lo conoció, acostumbraba celebrar dos cumpleaños: uno por su nacimiento y otro por su renacimiento, que era la fecha en que recibió la ayuda de Yaki. “Sin la ayuda oportuna de él, hace tiempo hubiera muerto”, decía.

Este testimonio nos recuerda cómo era Sentei Yaki, un destacado hombre de negocios, dirigente y filántropo okinawense. Creador de la primera asociación japonesa y promotor del tanomoshi en el Perú, Yaki dedicó su vida a ayudar a otros.


AVENTURERO Y EMPRENDEDOR

Sentei Yaki nació en Okinawa, en la ciudad de Shuri (ahora Naha), el 15 de diciembre de 1886 (según otras fuentes, el 9 de diciembre de 1884). Al terminar sus estudios en la Universidad de Waseda en 1906, Yaki fue contratado por la Compañía de Inmigración Meiji. Como supervisor de 65 inmigrantes okinawenses, Yaki llegó al Perú a bordo del Kasato Maru en febrero de 1907, en lo que sería el cuarto viaje de inmigrantes japoneses al Perú y el primero de la compañía Meiji. En este viaje, Meiji trajo a 250 trabajadores: 150 para las haciendas algodoneras y azucareras de la costa y 100 para la zona cauchera de Tambopata en Madre de Dios.

Yaki en la Amazonía peruana en la década de 1910.  

Poco tiempo después de su llegada al Perú, Yaki se dio cuenta que el salario que recibía de la compañía Meiji era insuficiente para vivir adecuadamente y por ello aceptó trabajar para un diario en Lima, el West Coast Leader.

Establecido en Lurín, tuvo una bodega, un hotel y cultivos de algodón. También se dedicó a la crianza de cerdos y, en Chanchamayo, al cultivo de café. En Lima, fue el primer japonés que abrió una bodega, ubicada en la calle Aumente (actual cuadra 4 del Jr. Conde de Superunda). Se aventuró además en la Amazonía peruana y boliviana.


El boom del caucho que terminó mal

Para 1910, en plena fiebre del caucho, Sentei Yaki recibió buenas referencias de la zona cauchera al noreste de Bolivia. Él mismo se puso en contacto con la empresa cauchera Inca Rubber Company y logró convencer a 30 inmigrantes okinawenses para que viajaran con él. A diferencia de los anteriores grupos contratados por esta compañía, el grupo de Yaki tuvo que solventar sus propios gastos de traslado. Para entonces, la compañía Meiji ya había suspendido sus actividades desde 1909.

En la época del boom del caucho (1885-1915) se contrató mano de obra extranjera. Entre 1905 y 1909, las compañías de inmigración japonesas Morioka y posteriormente la Meiji firmaron contratos con la Inca Rubber Company para llevar inmigrantes japoneses a la zona de Tambopata. Cuando el precio del caucho peruano bajó drásticamente ante la competencia extranjera, la Inca Rubber Company decidió inesperadamente no contratar a más inmigrantes japoneses, incluso a los que recién habían llegado al Perú. Meiji tuvo que reubicarlos informalmente en las haciendas costeñas, en donde recibieron todo tipo de abusos y jornales por debajo del monto acordado.

Empatía por los fugitivos

Descontentos por los malos tratos y bajos jornales, muchos inmigrantes japoneses huyeron de las haciendas hacia Lima. Cruzaban el desierto a pie, arriesgando incluso sus vidas: algunos eran abatidos a tiros, otros fallecían o sufrían robos en el camino o las mujeres eran violadas.

Cuando llegaban a Lurín, Yaki los acogía en su hogar. Generalmente, eran grupos de dos a ocho personas. Yaki les daba ropa y comida, internaba a los enfermos en el hospital y, a los más fuertes, les daba trabajo. A los fallecidos, se encargaba de enterrarlos y ponerles flores. Yaki salvó la vida de muchos inmigrantes.


Asociación de Jóvenes Okinawenses

Sentei Yaki en 1918.  

Ante esta necesidad, Yaki decide formar una asociación. Junto con treinta personas más, Yaki funda la Asociación de Jóvenes Okinawenses (Okinawa Seinen Kai) el 30 de julio de 1909 y que posteriormente se denominaría Peru Okinawa Kenjinkai (actual Asociación Okinawense del Perú). Su creación tuvo como fin ayudar a los inmigrantes en necesidad. Para Yaki, lo que urgía era adquirir un alojamiento para los inmigrantes fugitivos, asistirlos en caso de que requirieran hospitalización y ayudarlos con el aprendizaje del español. Junto con Junsuke Kishimoto, tesorero de la asociación, Yaki viajó a las zonas con mayor población japonesa en busca de donaciones. Logró recaudar lo suficiente y alquilaron el altillo de una vivienda, adonde Yaki trasladó a siete enfermos que alojaba en su casa.

Con el tiempo, aumentaron las fugas masivas y con ellas, los fugitivos que llegaban a la casa de Yaki, quien ya no podía darse abasto. La situación de los fallecidos también preocupaba a Yaki. Cuando estuvo en Cañete, vio que los cadáveres no eran enterrados pronto para ahorrar tiempo. Era la época en que ocurrían fallecimientos casi a diario y se enterraban los cadáveres en conjunto, dejando que se acumularan. Así los japoneses no perderían días de trabajo por celebrar funerales individuales y evitarían las quejas de sus patrones. Los que ya estaban enterrados estaban condenados al olvido, con lápidas improvisadas y a merced del ganado que andaba libremente. Yaki reunió y enterró todos los restos dispersos en una fosa común, ordenando construir un obelisco en su memoria.    

Con la inquietud de crear una organización que representara a todos los japoneses en el Perú, se fundó en 1910 la Asociación Fraternal Japonesa (Nihonjin Dooshikai) y que luego se convertiría en la Sociedad Central Japonesa (1917) y actual Asociación Peruano Japonesa (1984). Sentei Yaki fue elegido presidente de la Sociedad Central Japonesa en 1928 y primer presidente en la historia de la Asociación Okinawense del Perú, en donde fue reelegido en 3 oportunidades.


Promovió el uso del tanomoshi

El uso del tanomoshi nació en la Asociación Fraternal Okinawense, por iniciativa de Sentei Yaki. Con este sistema basado en la confianza mutua, muchos inmigrantes japoneses pudieron abrir sus propios negocios. Por no dominar el idioma español, los japoneses miraban con recelo el sistema financiero peruano (y viceversa). En sus inicios, los tanomoshi eran destinados principalmente para ayudar a los enfermos, enterrar a los muertos y solucionar emergencias en general. Para las mujeres, era un medio de ahorro de las amas de casa y una forma de socializar; y para los comerciantes, una forma de crear capital para comenzar un negocio.

La temida lista negra

Sentei Yaki era un destacado miembro de la colectividad japonesa y para las autoridades peruanas, un japonés sospechoso. El 12 de enero de 1943, Sentei Yaki fue sacado a fuerza de su propia casa para ser llevado al campo de concentración de Crystal City en Estados Unidos. Junto con otros japoneses, Sentei Yaki aparecía en la temida lista negra de japoneses que serían utilizados para el canje de prisioneros estadounidenses. Después de seis meses de la detención, Yaki pudo reunirse con su esposa y sus hijos Germán, Nobuko y Ochi en Crystal City, en donde tuvieron permiso para vivir en familia. Terminada la guerra, Yaki pudo regresar al Perú gracias a su nacionalidad peruana.


Memorias y reconocimientos

La vida de Sentei Yaki quedó registrada en su autobiografía Gojyunen zengo no omoide, que publicó en 1963 y en donde relata los recuerdos de sus 50 años vividos en el Perú. Yaki fue condecorado en 1966 como japonés destacado del Perú a nombre del emperador de Japón, siendo uno de los cuatro primeros japoneses en recibir tal distinción.

Asimismo, en 1974, durante la ceremonia central en conmemoración por el 75 aniversario de la inmigración japonesa al Perú, Yaki fue homenajeado como sobreviviente del cuarto grupo de inmigrantes que llegó al Perú en 1907. Dos años después, el 19 de junio de 1976, falleció, quedando en nuestra memoria el ejemplo de un dirigente al servicio del prójimo.


FUENTES:

Museo de la Inmigración Japonesa al Perú “Carlos Chiyoteru Hiraoka”. MATSUDA, Samuel. Andando 75 años por los caminos del Perú. FUKUMOTO, Mary. Hacia un nuevo sol. TIGNER, James Lawrence. The Okinawans in Latin America.

 

* Este artículo se publica gracias al convenio entre la Asociación Peruano Japonesa (APJ) y el Proyecto Discover Nikkei. Artículo publicado originalmente en la revista Kaikan Nº 114, y adaptado para Discover Nikkei.

 

© 2018 Texto y fotos: Asociación Peruano Japonesa

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Acerca del Autor

Sansei, cuyos abuelos paternos y maternos vinieron del pueblo de Yonabaru, Okinawa. Actualmente se desempeña como traductora freelance (inglés/español) y blogger del blog Jiritsu, en donde comparte temas personales y de investigación sobre la inmigración japonesa al Perú y temas relacionados.

Última actualización en diciembre de 2017


La Asociación Peruano Japonesa (APJ) es una institución sin fines de lucro que congrega y representa a los ciudadanos japoneses residentes en el Perú y a sus descendientes, así como a sus instituciones.

Última actualización en mayo de 2009

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