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La vela que se apaga

El 23 de mayo de este año, cumplí 10 años como Secretario General Administrativo de la Sociedade Brasileira de Cultura Japonesa (Sociedad Brasileña de Cultura Japonesa), conocida como Bunkyo. A partir de diciembre de 2006, el nombre completo de la institución cambió a Sociedade Brasileira de Cultura Japonesa e de Assistência Social (Sociedad Brasileña de Cultura Japonesa y Asistencia Social), pero este será un asunto que trataremos en otra ocasión.

El 23 de mayo es una fecha importante para la ciudad de Sao Paulo. En este día, en 1932, las fuerzas del gobierno central asesinaron a cuatro jóvenes estudiantes y esta fue la chispa que desencadenó la unión de paulistas con el fin de enfrentarse a la emergente dictadura de Getúlio Vargas.

Senichi Adachi

Fui el sucesor de Senichi Adachi, quien ejerció el cargo en Bunkyo por 33 años, donde trabajó por 46 años. Considerando que en 2003 (año en que él dejó el cargo), Bunkyo cumplía 48 años de vida, Adachi estuvo presente prácticamente durante toda la existencia de la entidad.

Antes de Adachi, Takuji Fujii fue el primer Secretario, quien asesoraba al presidente fundador, Kiyoshi Yamamoto, desde el primer proyecto de posguerra exitoso de la comunidad japonesa-brasileña, que fue la construcción del Pabellón Japonés del Parque Ibirapuera, en 1954. La concreción de este proyecto dio origen a Bunkyo. El Parque Ibirapuera se concibió para festejar los 400 años de la fundación de la ciudad de Sao Paulo y, en su entrada, se instaló el obelisco en cuyo interior se encuentra el mausoleo de los cuatro estudiantes y de todos los demás paulistas que murieron en la guerra de Sao Paulo contra el gobierno central en 1932. Frente al obelisco se extiende la Avenida 23 de Mayo, una de las principales arterias de la ciudad, un corredor que une el Norte con el Sur.

Me convertí en el tercer Secretario de esta entidad considerada centralizadora de la comunidad japonesa-brasileña cinco años antes de la esperada conmemoración del Centenario de la Inmigración Japonesa, es decir, a los 100 años de la llegada de los primeros inmigrantes japoneses al puerto de Santos, el 18 de junio de 1908.

Adachi y yo trabajamos juntos por aproximadamente 40 días, del 23 de mayo al 30 de junio. Diariamente, me transmitió lo esencial de su trabajo y de las actividades de la entidad. Lo ayudé en la organización de algunos eventos y, al iniciarse julio, ya no venía tan frecuentemente, porque tenía que cuidar su debilitada salud. Convenció al directorio para que yo acompañara a Kokei Uehara, presidente de Bunkyo, que iniciaba su mandato en abril, en su primer viaje a Japón. La noche en que el directorio decidió que yo fuera a Japón, Adachi entró en coma, y falleció pocos días después, el 15 de agosto.

El 15 de agosto es un día importante para  Japón y también para la humanidad. En 1945, después de que se lanzaran cobardemente las bombas atómicas sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki, Japón se rinde incondicionalmente ante las fuerzas aliadas, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial. Nueve años más tarde, el 15 de agosto de 1954, los carpinteros japoneses, tanto provenientes de dicho país como residentes en Brasil, concluyeron la construcción del Pabellón Japonés en el Parque Ibirapuera que, poco antes, había sido un terreno pantanoso no muy frecuentado. Luego se convertiría en el parque central de la principal metrópolis de América Central y del Hemisferio Sur.

Fueron tiempos heroicos de proyectos, construcciones y, principalmente, de sueños para construir una sociedad armoniosa y pacífica, que respete la diversidad.

Takashi Wakamatsu

En esa época, después de una interrupción de cerca de 10 años, Brasil volvió a recibir inmigrantes japoneses. Entre estos, se encontraba Takashi Wakamatsu, que llegó en 1954, en el buque "Brasil Maru". Takashi se había graduado con una especialización en lengua portuguesa en la Universidade de Línguas Estrangeiras de Tóquio (Universidad de Lenguas Extranjeras de Tokio). Trabajó como traductor en el “Jornal Paulista”, un periódico editado en japonés, y, posteriormente, ingresó en un curso de economía de la Universidad Mackenzie. También comenzó a trabajar en el Consulado General de Japón, en Sao Paulo. Se convirtió en empresario en una agencia de valores, aunque entre los más jóvenes se lo conoce más bien como profesor de "shodō" (caligrafía japonesa), el arte de la caligrafía tradicional japonesa con pincel y tinta china. Wakamatsu está a cargo de la exposición anual del arte de "shodo", que se realiza en el Salón Noble de Bunkyo y que completa 34 ediciones este año.

Uno de los hábitos de los antiguos frecuentadores de Bunkyo era conversar en la "sala del secretario". No era una sala precisamente, sino solo un cercado pequeño con paneles de división, pero con certeza muchos asuntos pertinentes sobre los destinos de la comunidad japonesa-brasileña se trataron allí. Fui testigo de algunos hechos muy importantes desde 2003. Imagino los variados temas de los que Adachi y Fujii fueron testigos en aquellas épocas doradas, cuando la comunidad japonesa-brasileña era simplemente una "colonia".

En 2009, se retiró este pequeño "cercado" y pocas personas se han asomado, pero Wakamatsu estuvo conmigo el otro día.

El hecho es que, si existen personas, con o sin "el pequeño cercado", las ideas se desarrollan.

Se dice que el movimiento de la comunidad japonesa-brasileña ha disminuido, principalmente entre la juventud, que no se interesa por la conservación ni la divulgación de la cultura japonesa. Sin embargo, por medio de sus entidades, se percibe que, actualmente, se organizan muchos más eventos, con mucho más público, más que en los años del auge de la "colonia", con la participación no solamente de japoneses, sino incluso con el apoyo de instituciones gubernamentales y empresas.

¿Este hecho no se consideraría justamente la realización de esos sueños de hace 50 años?

Rápidamente Wakamatsu responde: "Goo-san, hay muchos más eventos. Sí, estamos todos muy ocupados, pero imagina una vela, antes de que se acabe, la llama arde y después..."

Y la vida sigue.

© 2013 Eduardo Goo Nakashima

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Sobre esta serie

El ser nikkei es inherentemente una situación de tradiciones y culturas mezcladas. Para muchas de las comunidades y las familias nikkei alrededor del mundo no es inusual usar tanto palillos como tenedores, mezclar palabras japonesas con el español, o celebrar la cuenta regresiva de la víspera del Año Nuevo con champaña y el Oshogatsu con ozoni y otras tradiciones japonesas.

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Acerca del Autor

53 años, brasileño descendiente de japoneses, de Mogi das Cruzes, arquitecto graduado en la Universidad de Sao Paulo, maestría en historia de la arquitectura otorgada por la Universidad de Hiroshima, trabajó en las empresas japonesas YKK, Toyota Tsusho, Asahi Bank y, a partir de 2003 es el Secretario General Administrativo de Bunkyo.

Última actualización en septiembre de 2013 

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