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https://www.discovernikkei.org/es/journal/2012/3/15/motome-okuyama/

Una obaachan vital. Motome Okuyama mantiene su espíritu juvenil intacto

Motome Okuyama ha resumido su vida por escrito, resaltando los hechos más importantes en estricto orden cronológico. Cuándo nació, cuándo se casó, cuándo emigró al Perú. Todo prolijamente anotado.

Motome Okuyama nació el 7 de noviembre de 1914 en Yamanashi. Fue condecorada por el gobierno de Japón en 1978. Tiene una hermana mayor de 103 años.

La obaachan no repasa su vida con nostalgia, como alguien que mira las cosas de hoy con distancia, sin afecto, como si pertenecieran a un tiempo que ya no es el suyo.

A sus 97 años recién cumplidos, para ella el mejor tiempo es siempre hoy. Hace poco, Robert de Niro dijo en una entrevista: “Ahora es ahora. Ayer es el pasado. Y el futuro será lo que sea. Así que disfruta el momento mientras lo vives. Ahora es un gran momento”. Las palabras del actor parecen inspiradas por Okuyama san.

Su agenda social es tan nutrida como la de un adolescente. Sus gustos son amplios y variados: el canto, el baile, la cocina, el gateball y el haiku, varios de los cuales satisface cada lunes gracias al Centro Ryoichi Jinnai1.

La obaachan habla con el entusiasmo de quien siente que la vida aún le tiene reservada muchas alegrías. Se ríe a cada rato. Por eso le gusta ir al Jinnai, donde se divierte con sus amigas. “Hablamos bastantes cosas chistosas”, cuenta.

“EN EL PERÚ LAS CALLES BRILLAN”

Motome Okuyama llegó al Perú en tiempos difíciles para la colonia japonesa. En 1939, año en que se inició la Segunda Guerra Mundial, desembarcó del Heiyo Maru junto con su esposo Kajyu y la hija mayor de ambos, Mercedes. Sin embargo, el clima bélico no le era ajeno a la joven Motome, pues cuando partió de Japón, su país estaba en guerra con China.

Antes de llegar al Perú, Kajyu le pintó el cielo a su esposa: “El Perú es bien bonito, los calles brillan, son como espejos”, recuerda la obaachan entre las risas de sus hijas Carmen y Patricia. Bueno, el papá exageró un poquito.

Durante la guerra los Okuyama lograron salvarse dos veces. La primera, de los saqueos que sufrieron muchos negocios japoneses. El 13 de mayo de 1940, cerca de medio centenar de delincuentes llegó a su tienda de importación de productos japoneses, en el centro de Lima, más o menos a las 10 de la noche. Rompieron las luces de neón de la fachada del local, pero antes de que pudieran penetrar violentamente en su interior apareció la policía para ahuyentarlos.

La segunda vez, Kajyu se salvó de la deportación. Estaba en la lista negra de los norteamericanos, fue detenido, pero un amigo poderoso consiguió que fuese liberado. La obaachan recuerda que se angustiaba dándole vueltas a la cabeza cómo podría criar a sus hijos y llevar las riendas del negocio con su cónyuge recluido en un campo de concentración en Estados Unidos.

La obaachan Motome ha pasado 72 de sus 97 años en el Perú.

Okuyama san habla con cariño y gratitud de su esposo, que falleció en 1989, un año después de que festejaran sus Bodas de Oro matrimoniales. “Era muy bueno”, dice. “Era 18 años mayor que yo, pero nunca sentí la diferencia de edad”, añade. Ella fue su segunda esposa. Kajyu Okuyama emigró por primera vez al Perú en 1918. Enviudó y luego retornó a Japón con sus dos niños. En su tierra natal, Yamanashi, se casó con doña Motome.

Los Okuyama tuvieron siete hijos: Mercedes, Carmen, Kaichi, Shizue, Pedro, Nelly y Patricia. “¡Tantos hijos! ¡Mucha familia!”, exclama riéndose la obaachan, que además tiene 24 bisnietos. Teruo y Kengo, hijos del primer matrimonio de su esposo, también forman parte de su gran familia. “La quieren mucho a mi mamá”, subraya Carmen.

No se necesita conocer mucho a la obaachan para darse cuenta de que tiene facilidad para conectarse con los demás, entre ella y la gente se establece una corriente de simpatía que discurre con naturalidad.

“Lo que me asombra es que con todas las generaciones se lleva muy bien, hasta con los más pequeños”, dice Patricia. Además, enfatiza que es muy independiente. Para no incomodar a nadie a veces sale sola (por ejemplo, toma un taxi y acude al mercado a comprar) y cumple con todos sus compromisos sociales. 

Por su parte, Carmen resalta que es “muy entusiasta, muy buena madre, muy comprensiva”. Quizá por ser mayor uno podría imaginarse a una persona de pensamiento rígido. Sin embargo, su hija afirma que “tiene una mente muy abierta”.

El recuerdo del padre vuelve a aflorar. “Mi papá apoyaba en todo a mi mama”, manifiesta. Y todo en el caso de la obaachan Motome es mucho. Solo para citar algunas cosas que ha hecho a lo largo de su vida:

En 1996 ganó un concurso de karaoke en su categoría (82 años), que le valió la clasificación a un certamen internacional en Nagoya, que también conquistó.

Ha viajado varias veces al extranjero (Corea del Sur, Brasil, Hawái) para jugar gateball representando al Perú.

Entre 1965 y 2000 estudió la Ceremonia del Té. Tiene un diploma procedente de Japón que lo acredita.

En 1999, en representación de los issei, le dio la bienvenida a la entonces princesa Sayako durante una recepción efectuada en el Centro Cultural Peruano Japonés, un día previo a la ceremonia por el centenario de la inmigración japonesa al Perú.

En el 2006 fue entrevistada por Gastón Acurio, a quien le preparó un tamagoyaki2.

Durante cerca de veinte años hizo teatro en Fujinkai (Asociación Femenina Peruano Japonesa), de la que fue su decimocuarta presidenta.

La obaachan Motome ha pasado 72 de sus 97 años en el Perú, y si bien este nunca ha sido el país de las calles que espejean, es su hogar y el de su numerosa familia. “Perú es bien tranquilo, no tiene lluvia, no tiene viento”, dice, destacando el clima benigno de Lima.

La entrevista y la sesión de fotos se han extendido por casi tres horas, pero el ánimo de la obaachan no decae. Cada vez que sonríe, parece rejuvenecer.


A los 82 años, Motome Okuyama ganó un concurso internacional de karaoke (Foto: archivo personal).

UN INMIGRANTE EMPRENDEDOR

Junto a su esposo Kajyu (Foto: archivo personal)

Kajyu Okuyama siempre destacó por ser un hombre emprendedor. Fue pionero en la importación de bicicletas Mister de Japón, negocio que inició en 1931. De vuelta en el Perú tras retornar por un tiempo a su país, siguió importando productos de Japón, no solo bicicletas, sino también artículos comestibles. En 1964 abrió Casa Mister y cuatro años después inauguró la fábrica de bicicletas Inbisa.

Asimismo, cumplió una importante labor como dirigente en el seno de la colonia japonesa. En 1966 formó parte de una delegación que viajó a Japón para invitar a los entonces príncipes herederos Akihito y Michiko a la inauguración del Centro Cultural Peruano Japonés, que se produciría un año después. Por otro lado, fue uno de los fundadores del colegio La Unión.

En 1971 fue condecorado por el gobierno de Japón. Cuando se cumplió medio siglo de su labor como importador de bicicletas Mister, desde su país le enviaron un busto en muestra de agradecimiento.

Un libro publicado en Japón en 1978 lo incluyó en una lista de 13 inmigrantes japoneses exitosos en Sudamérica. En la publicación aparece en una foto sentado al borde de la piscina de su extensa residencia.

Notas:
1 El Centro Recreacional Ryoichi Jinnai de la Asociación Peruano Japonesa es un espacio con programas para la tercera edad, al que acuden diariamente los kooreisha.

2 Tortilla de huevo al estilo japonés


* Este artículo se publica gracias al convenio entre la Asociación Peruano Japonesa (APJ) y el Proyecto Discover Nikkei. Artículo publicado originalmente en la revista Kaikan Nº 62, diciembre 2011 y adaptado para Discover Nikkei.

© 2011 Asociación Peruano Japonesa; © 2011 Fotos: Asociación Peruano Japonesa / Álvaro Uematsu

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Acerca del Autor

Enrique Higa es peruano sansei (tercera generación o nieto de japoneses), periodista y corresponsal en Lima de International Press, semanario que se publica en Japón en idioma español.

Última actualización en agosto de 2009


La Asociación Peruano Japonesa (APJ) es una institución sin fines de lucro que congrega y representa a los ciudadanos japoneses residentes en el Perú y a sus descendientes, así como a sus instituciones.

Última actualización en mayo de 2009

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