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Los nikkei argentinos de Japón – ¿Podrán dejar de ser dekasegui y tener un empleo más fijo y estable? - Parte 2

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Hacia fines del 2010, dos académicos, la profesora Nanako INABA (Universidad de Ibaraki) y el profesor Naoto HIGUCHI (Universidad de Tokushima), presentaron un estudio de investigación patrocinado por la Asociación Zenrosai Kyokai (Mutual de Trabajadores) titulado: “Trabajadores nikkei, cómo salir de la precariedad laboral”, donde toma una muestra muy importante de “dekasegui” argentinos1, más de 300 unidades, haciendo un seguimiento de varias familias que residen en el Japón como en la Argentina. 

Como nikkei argentino debo admitir que es uno de los pocos trabajos dedicados a los residentes argentinos y las apreciaciones que hacen Inaba y Higuchi merecen ser valorados. Ante todo, dan cuenta que los “dekasegui” no tienen tanto nivel académico como muchos han señalado hasta ahora y que el nivel de comprensión del idioma japonés si bien es más elevado que otras nacionalidades su capacidad de lectura y comprensión no es suficiente para una capacitación en japonés dentro del mercado laboral de Japón.

Hace mención que en la Argentina solo el 10% del total termina exitosamente una carrera universitaria y que esa realidad también se refleja también en los nikkei argentinos que viven allí. De mi parte, debo agregar que un poco más del 50% de los jóvenes que terminan la secundaria ingresan a las universidades, pero en las nacionales solo egresan aproximadamente un 15 al 20% y en las privadas del 30 al 40% de los ingresantes, dependiendo de la carrera y la universidad.

Concuerdo en que en la ciudad de Buenos Aires como en los alrededores hay muchos profesionales nikkei, abogados, contadores, médicos, que se destacan por su labor y desempeño, pero también es cierto que hay una importante cantidad de “nissei” y “sansei” que se dedican a la tintorería, al cultivo de plantas de interior y otras actividades, la gran mayoría independientes. Y los que han trabajado en Japón de “dekasegui” muchos ya están instalados de manera casi definitiva, aunque como he mencionado párrafos arriba casi el 25% se ha regresado a la Argentina en estos últimos años (del 2009 al 2011).

Los invetigadores señalan que de la muestra casi la mitad de los nikkei han seguido la actividad de sus padres “issei”, sea en la tintorería como en la floricultura y cultivo de plantas, pero es muy probable que por falta de aptitud o formación en esos temas o por estar desactualizados no todos logren continuar exitosamente estas actividades. Han venido al Japón por apremios y no muy preparados y los que han regresado a su país muchos siguen no teniendo las habilidades que piden para una reubicación laboral en trabajos estables o donde puedan obtener una mejora en los ingresos.

La Argentina también exige competencia en el mercado y por ende deben producir o brindar un servicio con agregados y detalles que no todos estos nikkei están preparados para darlos. Esta situación se ve en los nikkei latinos que se dedican a la gastronomía u otros servicios dentro de Japón. Son muy pocos los que están a la altura de la competencia dentro del mercado japonés.

Y por ejemplo, en el cultivo de verduras y hortalizas, la presencia de la comunidad boliviana es dominante y ellos mismos han construído su sistema de distribución y comercialización, y en el cultivo de plantas ya no es suficiente vender esperando a que vengan a comprar sino es indispensable salir a vender y asociarse, por ejemplo, con firmas de parquizaciones para ampliar su mercado o apuntar a estratos más selectos.

Y acerca de los maestros y abogados, o sea graduados universitarios, que han venido como “dekasegui”, la gran mayoría han estado solo algunos años y han regresado a la Argentina. Y los que han estado más de 5 ó 10 años en Japón y han regresado en los últimos años tienen dificultades en reintegrarse a su gremio y mucho menos obtener un puesto estable, salvo excepciones, como en todo.

Otro tema que llama la atención y los investigadores lo señalan es que, no siempre los “dekasegui” han regresado periódicamente a la Argentina a visitar a sus familiares. No es tan asiduo como muchos piensan y a medida que se instalan con sus familias o forman familia en Japón, la frecuencia de regreso disminuye o es casi nulo, como ha pasado también con muchas familias peruanas, según un trabajo de investigación que está dirigido por la Dra. Ayumi Takenaka de la Universidad de Tohoku2.

Entre las razones figura que sus empleos son precarios y no pueden solicitar las vacaciones pagas de manera acumulada para tener un tiempo prudente de estadía y la otra razón es que si la visita es en familia los costos de pasaje y demás erogaciones resultan excesivamente onerosos.

Otra observación es que el movimiento interno dentro de Japón, o sea el cambio de domicilio y de trabajo tampoco es tanto como se suelen señalar. Tal vez, en los primeros años de los ’90 donde había más ofertas laborales y las contratistas pagaban los gastos de traslado y ofrecían la vivienda fue posible, pero ya desde mediados de dicha década al presente los mismos inmigrantes latinos son más conservadores en cambiar de trabajo y de domicilio.

Después de la crisis de Lehman del 2008, sí se han producido ubicaciones temporales en provincias alejadas de sus domicilios a través de contratistas, pero ha sido solo con la cabeza de familia y no de toda la unidad familiar.

El objeto del trabajo de investigación de INABA y HIGACHI es ver si los “dekasegui” pueden ubicarse en trabajos más estables y salir de la precariedad laboral.

A pesar de los esfuerzos gubernamentales como la ayuda al retorno para los nikkei en el 2009-2010 y el programa de idioma japonés para la reubicación laboral (curso gratuito de 150 horas, de 2 meses y medio de duración), los investigadores son críticos a estas políticas por cuanto lo consideran insuficiente para salir de esa situación y garantizar un empleo estable.

Sin embargo, debo aclarar que el programa de ayuda al retorno que consistió en pagar 300.000 yenes (200.000 por cada acompañante de la unidad familiar) ha sido más por requerimiento de los mismos brasileños que ante la crisis económica y falta de trabajo indujeron a elegir el regreso a su país (de los 22.000, un poco más de 20.000 son brasileños) que permanecer con el seguro de desempleo o un subsidio de capacitación.

Y en cuanto al curso de idioma japonés que es bastante integral y formativo en diversos aspectos de la vida cotidiana japonesa si bien inicialmente ha sido para 5.000 personas por año, aún hoy, al año 2012, continúa y muchos nikkei, principalmente de nacionalidad peruana, lo están cursado (hasta ahora cerca de 20.000 cursantes) y con resultados relativamente aceptables pues les ha permitido avanzar en otros cursos como el de cuidado para ancianos, soldadura, manejo de maquinarias para carga, etc. 

Desde luego, como lo señalan los investigadores lo ideal sería un curso integral de 500 horas y que todos lo cursen dentro del programa de integración social de los extranjeros; sin embargo, para eso se requeriría acondicionar las leyes para que sea obligatorio y puedan a la vez recibir alguna asignación del seguro de desempleo para costear los gastos cotidianos, pues no sería viable un curso prolongado sin el goce de alguna remuneración. Si no se obliga, condicionado a la renovación del visado, por ejemplo, es de esperar que muchos no lo cursen o simplemente no lo terminen pues dejarían a mitad de camino bien encuentren un trabajo o pierdan interés, como ha pasado con el programa actual vigente (solo un 40% termina el cursado).

Debemos reconocer que el mercado laboral como el de los negocios de los inmigrantes nikkei latinos es reducido, pues como lo demuestra la experiencia histórica al comienzo es dentro de la colectividad y lentamente se van extendiendo al resto de la sociedad local pero siempre dentro de un ámbito limitado por las barreras del idioma y del conocimiento o la falta de experiencia.

Es algo inevitable y la integración es paulatina y lleva un par de generaciones, algunas más rápida que otras y otras menos traumática, aunque no exenta de frustraciones y fracasos. Por eso es que los de la primera generación suelen volcar sus expectativas en sus hijos a través de la educación como medio de ascenso social y logros de metas más ambiciosas.

Y he aquí el problema, es que Japón no exige la obligatoriedad de la educación y si bien las ayudas y programas de integración escolar para combatir el abandono son importantes, en los brasileños de las localidades de alta concentración no se han logrado los resultados esperados y ni siquiera se ha podido saber dónde están domiciliados ni su composición familiar (en parte esto es lo que ha provocado un mayor control administrativo a través de la Nueva Tarjeta de Residencia).

Los trabajadores nikkei también van envejeciendo y ya cerca de los 50 se hace difícil mantener los trabajos que requieren mucho esfuerzo físico e incluso las tareas que le son asignadas no son bien remuneradas y la precariedad, al contrario de lo que muchos anhelan, podría aumentar más.

Pero, en ese sentido, a diferencia de los japoneses, tal vez los latinos sean más realistas porque la realidad en sus países ha sido y sigue siendo de esa manera y son conscientes de que aun siendo técnico o profesional con un “trabajo fijo” tienen algún trabajo secundario que les permite generar algunos ingresos más.

Desde hace unos cinco años atrás, países como Brasil y el Perú, están logrando un crecimiento económico extraordinario y ampliando la riqueza, y por ende millones de personas han logrado salir de la pobreza y han ingresado a los estratos medios que alimentan el mercado consumidor y la generación de nuevos empleos3.

Sin embargo, muchos de estos empleos no dejan de ser informales, inestables y con ingresos no siempre decentes.

En el caso de la Argentina, a pesar de los desfasajes existentes, de por sí ha sido un país de clase media con una distribución más equitativa que los demás países de la región y eso es lo que ha permitido que muchos inmigrantes, incluído los japoneses, hayan logrado un cierto bienestar (una quinta, una casa, coche, etc.) y que sus descendientes lograsen un ascenso social aceptable dentro de la misma clase media.

Lo más importante es que haya trabajo, desde luego si fuere posible que eso sea lo más estable posible, pero los argentinos como los demás latinos estamos habituados a ver trabajos precarios o dispersos y buscar la mejor manera de sobrevivir y desarrollar las expectativas posibles, no las ideales. Además, lo que los japoneses pregonan del trabajo estable con un contrato de trabajo fijo como “shain” es casi una ilusión alejada de la realidad, máxime para los inmigrantes que no tienen un buen manejo del idioma japonés.

Tal vez es hora de que la contraparte japonesa asuma esta realidad para proponer políticas y programas de integración y ayuda a los extranjeros más viables y por cierto realista.

Argentina Festival 2012, Parque Hibiya, Tokio. Con Alfredo Akiyama, dueño del restaurante argentino LA CUEVA, de Shonandai, ciudad de Fujisawa.

Notas:

1. http://webcatplus.nii.ac.jp/webcatplus/details/book/21570405.html

2. Este equipo de investigación, del cual formo parte y estuve a cargo de los cuestionarios de la comunidad peruana, de más de 40 familias entrevistadas de la región Kanto, se pudo saber que no siempre han regresado e incluso se ha podido apreicar familias que en estos casi 20 años no han regresado ni una sola vez al Perú.

3. Unos 35 millones de brasileños han pasado a ser clase media en los últimos diez años, Diario El Mundo, España, 20 set. 2012.
http://www.elmundo.es/america/2012/09/20/brasil/1348172399.html 

 

© 2012 Alberto J. Matsumoto

Argentina dekasegi economías educación nikkeis en Japón trabajadores extranjeros
Sobre esta serie

El licenciado Alberto Matsumoto encara las distintas facetas del Nikkei en Japón. Desde la política migratoria sobre la inserción al mercado laboral del inmigrante hasta su inculturación a las costumbres y lenguaje japonés a través de la educación primaria y superior. Analiza la vivencia interna del Nikkei latino con su país de origen, su identidad y su convivencia cultural personal y social en un contexto cambiante de globalización.

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Acerca del Autor

Argentino, descendiente de segunda generación, radicado actualmente en Japón. Es licenciado en Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador, Buenos Aires. En 1990 obtiene la beca del Ministerio de Educación de Japón y realiza sus primeros estudios en la Universidad de Tsukuba. Luego, en 1997 obtiene la Maestría en Derecho Laboral y Económico en la Universidad Nacional de Yokohama. Director General de la Consultora Idea Network, especializada en traducciones jurídicas. Ha sido intérprete judicial en la Corte de Tokio y Yokohama por más de 20 años. Es profesor de Español en la Prefectural de Shizuoka y de Economia, Sociedad y Derecho de América Latina en la Facultad de Derecho de Dokkyo University. También imparte sobre Historia de la Inmigración Japonesa y Sistema Educativo de Japón, en la Kaigai Nikkeijin Kyokai para los becarios Nikkei de la JICA. Ha publicado varias obras como la Ley de Migraciones de Japón, Impuesto a la Renta , en castellano, y en japonés: Los 54 capítulos para conocer la Argentina (Akashi Shoten, 2005), Aprenda el español con solo escuchar el CD (Chukei Shuppan, 2007), etc. En 2017 obtuvo el Premio Gratitud a la Cooperación Internacional del Presidente de JICA -Agencia de Cooperación Internacional de Japón y en 2018 estuvo a cargo del análisis e informe del estudio de las comunidades nikkei de México, Cuba y Argentina, de la División América Latina de la Cancillería de Japón (Gaimusho). http://www.ideamatsu.com/

Última actualización abril de 2020

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