1. ¿Está tu mamá?
Fue para el hospital.
¿Algún problema?
Sí, la cabeza.
¿Sí?
Va a cambiar el corte de pelo.
Ah! Fue al salón de belleza.
2. ¿Qué tal el nuevo trabajo?
Me fue mal.
¿Cómo?
No llegué a la entrevista.
¿Por qué?
Confundí día 4 con día 8.
3. El hombre se fue de la casa diciéndole a su mujer “quiero libertad”. La mujer sorprendida fue a la policía llorando. Pensó que su marido había dicho “quiero un arma”
4. Hoy hace mucho calor. Vamos a aquella cerveza a tomar um edifício.
Son 4 historias ficticias, pero es probable que ocurran cuando un extranjero habla japonés.
Confundir byoin (hospital) con biyouin (salón de belleza), yokka (día 4) con yooka (día 8), jiyuu (libertad) con jyu (arma), biiru (cerveza) con biru (edifício) sería lo mismo que um japonés no sepa distinguir R de L, o V de B e, y em consecuencia no puede pronunciar correctamente.
Uno podría escuchar lo que dice, pero hablar es aún más complicado. Hay un ejemplo gracioso. Una vecina le dijo a mi madre “Es increíble lo que sucede en la casa vecina. Los padres hablan en japonés y los hijos hablan todo en portugués. ¿qué está sucediendo? No entiendo nada”.
Otra cosa difícil es la escritura. Es imprescindible saber los ideogramas (kanji). De las 3 maneras de escriturar es la más difícil. Para ilustrar, cito um caso de uma dekasegui que le dice a su jefe “ no hable en kanji porque no lo entiendo”.
Aprendí un poco de kanji en la escuela japonesa. Lamentablemente dejé de estudiar cuando ingresé a la secundaria.
De ahí en adelante me fui distanciando cada vez más del japonés, limitándome a la lectura de la popular revista japonesa para niñas “Shojo Kurabu” que mi padre me compraba mensualmente.
Recientemente, volví a dedicarme al estudio de kanji y con el espíritu de quien esta haciendo una terapia para la tercera edad. El estúdio de los ideogramas es interesante.
Me aventuré también a escribir Senryu, poema con sentido satírico de 17 sílabas.
Lo disfruto en forma despreocupada y con sumo placer.
Divorcio a los 50
no cuento el motivo
adios mascota