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Ricardo Fujita Kokubun: El dibujante

La crónica histórica y policial en tono de historieta tiene en Ricardo Fujita Kokubun a uno de sus grandes representantes. Su obra, homenajeada en el Festival Internacional de Cómic Mundo Viñeta (Lima, Perú), es sin duda un valioso aporte al periodismo gráfico peruano. 

Ricardo Fujita Kokubun

Corrían los años veinte cuando Uichi Fujita llegó al Perú acudiendo al llamado de Utaro, su hermano mayor. En un bazar del Mercado Central vendió corbatas y camisas como el primero de sus oficios. Pasados casi diez años, y llegado el momento de formar su propia familia, Uichi pidió oficialmente la mano de la novia que había dejado en Japón. De este modo Tari Kokubun cruzaría el mar para reunirse con él. Ambos esperarían por más de dos años al ansiado primer hijo: Ricardo Kazuo Fujita Kokubun, el dibujante.

Cuando el joven matrimonio se independiza e inicia su negocio propio se ve ante la propuesta de Utaro: “¿Por qué no me dejan a Kazuo? Ustedes ya van a tener a otro hijo”. Estaba por nacer Taeko y con los años lo harían cuatro niños más. Fue así como el pequeño Ricardo Kazuo se quedó a vivir con sus tíos, convirtiéndose en el centro de sus vidas. Ellos manejaban una verdulería-carbonería, mientras bappa, como cariñosamente llamaba Ricardo a su tía, se hacia cargo de la verdulería, Utaro lo hacia con la carbonería.

Creador de imágenes

El talento de Fujita recreó las famosas crónicas policiales de su época

Viviendo con ellos, a sus 6 años y sin permiso para jugar en la calle como los otros niños del barrio, encontró en los incontables palitos de fósforo que arrojaba su tío, por aquí y por allá tras encender sus cigarros, el instrumento perfecto contra el aburrimiento. Cuando la superficie arenosa del patio cedió ante la presión de aquel palito convertido en cincel y marcó una línea y otra más y muchas más, fueron apareciendo en el suelo figuras y, en su rostro, una gran sonrisa. Había encontrado sin saberlo aún la gran pasión de su vida: el dibujo.

Ya en el colegio Lima Nikko (en el actual Teresa Gonzales de Fanning) cambió los palitos de fósforos por los lápices y el suelo por las páginas de sus cuadernos escolares, siempre llenos de creaciones que nacían sin cesar de sus manos.

Casi a los 9 años volvió al poder de sus padres, que si bien no lo alentaban en su afición por el dibujo tampoco le prohibían invertir en incontables cuadernos que llenaba de figuras. Al cumplir los 15 años abandonó el colegio, pues su padre abrió una herrería y sin poder contratar a un operario recayó en él la función. Ayudó a su padre sin protestar, dejó el dibujo y aprendió a utilizar la comba. Y con cada golpe que daba el temblor que sentía en las manos le hacía temer no poder dibujar más. “¿Aquí voy a pasar la vida?” era la pregunta que lo acompañaba a diario causándole dolor.

El libro de Juan Iida, “Festividades Nativas Peruanas” contó con las ilustraciones del dibujante peruano.

Dos años pasaron, el negocio contaba ya con dos empleados permanentes, era la oportunidad para responder la pregunta que lo atormentaba. Autodidacta, y sin los recursos para matricularse en la Escuela de Bellas Artes decide visitar las redacciones de los diarios más conocidos como La Crónica, La Prensa y El Comercio para mostrar sus dibujos. El primer periodista que conoce, Alfonso Delboy, lo presentó a los demás; con ellos conocería las cantinas del Parque Universitario con sus pisos cubiertos de aserrín y sus blancas mesas de mármol.

Y aunque la vida bohemia no lo conquistó, las salidas con aquellos hombres de prensa y sus conversaciones le enseñaron mucho sobre nuestra realidad. Y muchos de ellos se convirtieron en sus grandes amigos como Alfonso Grados Bertorini, Jesús Reyes, Miguel Hitotsu Ichi, Pedro Beltrán Espantoso y Juan Rodó, entre otros. 

Los días en La Prensa

Ricardo Fujita en su mesa de trabajo en La Prensa.

En su ir y venir por las redacciones conoce a Guillermo Gerberding, entonces jefe de redacción de La Prensa, quien interesado en sus dibujos le daría una oportunidad de probar su habilidad; y tras salir airoso de aquella prueba lo contrata para trabajar en la historia de la independencia del Perú en su 150 aniversario.

Una vez instalado en la redacción de La Prensa llega la propuesta que le permitió probarse a sí mismo como un buen dibujante: “Oye Ricardo, ¿puedes hacerme un dibujo? es de un hecho policial”. Se inicia entonces su carrera de dibujante de redacción plasmando los sucesos del día, muchos de ellos ocupando las primeras planas, sobre todo si eran casos de crónica policial, que él hacía en forma de historieta.

Los hijos de Fujita en la redacción de La Prensa, imitando la labor de su padre

Los años pasaron, acostumbrado  a las noticias de último momento y la agitada vida de la redacción, aun cuando ya era muy tarde jamás se negaba ante un: “Ricardo todavía no te vayas, porque ha ocurrido un…”, quedándose hasta la madrugada, sin protestar porque siempre le gustaron los desafíos de la inmediatez que le permitían demostrar su capacidad de dibujante.

Aun cuando muchos años más tarde Benjamín Cisneros, jefe de relaciones públicas de la Backus lo convocó para trabajar en el departamento de publicidad, esto no lo alejó de su trabajo en los diarios, revistas y demás publicaciones gráficas; continuó también colaborando con ilustraciones para libros en español y japonés, hasta su jubilación.

Ante la pregunta de qué ha significado la historieta en su vida, Ricardo Fujita responde: “me ha servido para criar a mis hijos, educarlos y estar gozando de una tranquila jubilación; pero sobre todo, para conocer la vida humana y entender los hechos de una época, porque la historieta tiene esa gran facilidad de llegar a niños y adultos por igual”.

La historia de los personajes de su época también pasaron por pinceles del Fujita.

Átomo Andes, obra inédita de Fujita, que cuenta la historia de superhéroe nacional

La presencia de su obra en el periodismo gráfico se ha recopilado en libros como “Memorias de una pasión. La prensa peruana entre la democracia y el autoritarismo” de Domingo Tamariz Lúcar.

* Este artículo se publica gracias al convenio entre la Asociación Peruano Japonesa (APJ) y el Proyecto Discover Nikkei. Artículo publicado originalmente en la revista Kaikan Nº 50, octubre 2010 y adaptado para Discover Nikkei. 

© 2010 Asociación Peruano Japonesa / © 2010 Foto Fujita: Asociación Peruano Japonesa. / © 2010 Fotos de dibujos y de archivo: Archivo personal de Ricardo Fujita Kokubun.

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Acerca del Autor

Jhohana Pujay Huete estudió comunicación social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Actualmente es redactora de la revista Kaikan editada por el Departamento de Prensa de la Asociación Peruano Japonesa.

Última actualización en noviembre de 2009


La Asociación Peruano Japonesa (APJ) es una institución sin fines de lucro que congrega y representa a los ciudadanos japoneses residentes en el Perú y a sus descendientes, así como a sus instituciones.

Última actualización en mayo de 2009

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