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NOVELA: Evodio el suertudo - 7 de 16

Parte 6 >>

Tradiciones japonesas

Recuerda que cuando ella tenía doce años, en ancas del caballo que montaba su tío Jerónimo viajaron al pueblo; al medio día les dio hambre, pararon a la orilla del Rio Santa Rita y sacaron su bastimento. Sobre una piedra plana pusieron un mantel bordado por Ojina, comieron tortillas, frijoles negros parados,  huevos fritos y de un termo tomaron café caliente. Para que la bestia también descansara Jerónimo le aflojo la cincha y le quito el freno; al sentirse cómodo el animal empezó a beber agua y a comer zacate tierno.

- Hija, debemos apurarnos para llegar al pueblo antes de que caiga el porrazo de agua, le comentó su tío.

Después de ocho horas de trote llegaron a Acacoyagua y ella no pudo bajarse del caballo pues tenía las nalgas escaldadas y las  piernas acalambradas. Su papá salió a recibirlos y la cargó hasta el cuarto que le tenía preparado.  Al día siguiente amaneció con erisipela en una pierna y no podía caminar. Una vecina de Ojisan, doña Maximiana, la sobó con aceite rosado y le paso la panza de un enorme zapo por la pierna. ¡Santo remedio, a los tres días Ojina estaba curada!

Los tres días que Ojina estuvo encamada, todo el tiempo su papá estuvo a su lado, velo su sueño; habló mucho con ella de la importancia de ir a la escuela para aprender a leer y escribir, de la importancia de trabajar con esmero, de ahorrar el dinero, etc. Que cuando ella tuviera la edad suficiente y conociera a un hombre que le gustara, debería de fijarse en su formalidad antes que su galanura.

Ojina recuerda que fue la única vez que su papa le abrió su corazón y en voz baja le dijo: “Te contare algunas costumbres japonesas que viví en mi juventud”.

La laguna del amor  

Allá en Japón, cerca de mi pueblo que se llama Fuji, existe una enorme laguna que en los meses de diciembre y enero el agua de la superficie se congela y forma una capa maciza y la gente puede caminar sobre ella. Debajo de la capa el agua está muy fría.

Durante una semana de enero en mi pueblo se hace una fiesta y ocurren gentes de otros pueblos cercanos, principalmente mujeres y hombres jóvenes que quieren tener novia. Las muchachas para mostrarse se forman en una fila; ellos las miran, escogen pareja y ocasionalmente varios eligen a la misma muchacha, a la más galana. Para ganarse el amor de ella, compiten, cavan agujeros en la capa de la superficie y se meten al agua fría y el que permanezca más tiempo, es el afortunado.

¿Cómo hacerle el amor a una mujer?

En tiempos cuando yo era adolescente, si un joven valeroso por la noche entraba a la habitación de una muchacha, sin que los papás  se dieran cuenta, podía hacerle el amor en su cama sin que ella pusiera resistencia. Normalmente las puertas de las habitaciones las resguardan enormes perros bravos que cazan de todo ¡Hasta fantasmas! Además los papás de las muchachas son duchos en artes marciales y manejo de sables, ¡En el aire puede cortar una hoja en cuatro partes!

Los monjes budistas

En mi pueblo, una vez por año en el mes de agosto, los hombres mayores de quince años van al bosque a tumbar árboles para hacer leña, la ponen al sol para quitar la humedad y la queman en trozos en hornos de arcilla para obtener brasas grandes. En un terreno grande, donde se ha cortado toda la yerba, la cubren con brasas ardientes. Los monjes Budistas salen de los monasterios, totalmente descalzos y lentamente caminan varias veces sobre las brasas dando muestras a la gente del poder de la meditación y la concentración.

Eructar como muestra de satisfacción

En Fuji, mi pueblo, y en todos los pueblos de Japón, cuando uno es invitado a comer, una vez terminada la comida, es cortesía eructar para mostrar nuestra satisfacción por la comida a quien nos ha invitado a su mesa. Acá en México, cuando estaba recién llegado de Japón, eructaba después de comer y la gente me miraba en forma desagradable y decían palabras que no entendía.

La confusión y el hermetismo de Kumataro San

Con el transcurrir de los años, Kumataro San, al conocer las costumbres mexicanas, se sorprendió que los lugareños en noviembre los días de Todos los Santos, rememoran a sus muertos y les pusieran ofrendas. En su pueblo en Japón, la gente hace lo mismo. La única vez que estuvo en San Antoño, a visitar a su hija Ojina, al ver unas mujeres de ascendencia maya, emocionado gritó: ¡Esas mujeres parecen japonesas!

Nunca más Kumataro San habló de su vida antes y después de llegar a la costa de Chiapas. Ojina, muchacha prudente, reverente siempre miró a su padre como un hombre de una sola pieza.  Poco sabía del presente de la vida de su padre, nada del pasado…

Parte 8 >>

Nota de editora: Ésta es una obra de ficción. No está patrocinada ni afiliada de manera alguna por ninguna institución, instalación o familia. La historia está basada en lugares, personas y hechos históricos, pero está escrito enteramente desde el punto de vista del autor.

Referencia:
Evodio el suertudo - Modismos >>

 

© 2013 Florentino de Mazariegos

Chiapas fiction Mexico
About the Author

I was born on my parents' coffee farm in the mountains of El Soconusco, Chiapas, Mexico. I studied Telecommunications Engineering at the National Autonomous University of Mexico. I worked for 30 years for a Telecommunications company.

I have been retired for six years and since then I have dedicated myself to realizing a dream I had when I was a child: “To write for those who do not know how to write.” I have written 10 novels related to coffee cultivation; The last “ Evodio the Lucky ” was inspired by the first Japanese migration that arrived in Chiapas in 1897 and by my aunt Cástula Kanayama Mazariegos, daughter of Kaso Kanayama (migrant of l897) and an aunt and sister of my paternal grandfather. My life has been surrounded by people born in Japan and those of Japanese descent; They have enriched it and that is why I had the ideas to write the novel “ Evodio the Lucky ”.

I currently live in the city of Puebla.

Last updated April April 2013

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