Existe un hilo conductor entre los japoneses y sus descendientes a través del vocablo SEI , como issei, nisei, sansei, yonsei, gosei, cuando los lazos sanguíneos y el generacional marcan claramente esa distinción. De esta manera dicen: yo soy nisei, yo soy sansei y con orgullo de ser descendientes de los japoneses, sobre todo en las Américas. Existe un lazo indisoluble de consaguinidad y una ligadura que los antecesores han transmitido como herencia cultural – especialmente las costumbres y su idioma - a sus descendientes, a lo que se suma un entorno social, constituido generalmente por el agrupamiento como colonia o colectividad.
Pero ¿cuál es la relación entre ambos - los nikkei y los japoneses - que viven en las Américas, y particularmente en el Paraguay? Se da el caso de que la mayoría de los nikkei del Paraguay habla de una u otra manera el idioma japonés, algunos a la perfección, sobre todo los descendientes de los inmigrantes venidos después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el gobierno del Japón - a través de la Fundación Japón – apoyó (y sigue apoyando) en la enseñanza del idioma japonés. Así, una vez al año ofrece en la capital paraguaya, un concurso de oratoria en japonés a nivel nacional. Y es realmente sorprendente el conocimiento del idioma entre los niños y jóvenes (aun yonsei) quienes desarrollan sus discursos a la perfección.
¿Sería solamente necesario el idioma para la formación del ser japonés? Es posible que para los padres japoneses la preparación del futuro nikkei radique en la disciplina tradicional estricta y en lo que se aprende a través del idioma. En cada cultura - como manifestación de todos los aspectos de la vida de una colectividad, de un país - se trata de transmitir la herencia a los hijos y de procurar que el entorno social se conforme con personas de la misma cultura. Tal es el caso de los inmigrantes japoneses que tratan de preparar a sus hijos sobre la base de la rectitud y las virtudes propias de los japoneses, para promover una mayor práctica y sostenimiento de la cultura entre ellos. De esta manera, cuanto más crece el nikkei a la usanza japonesa, es más apreciado para los ojos y al ideal de los inmigrantes japoneses.
En la actualidad, la mayoría de los inmigrantes ya en la edad madura que llegaron al país una vez terminados sus estudios elementales o la secundaria, cultivaron el idioma japonés a la perfección mediante instituciones subvencionadas por el Gobierno del Japón y promovido por las asociaciones japonesas.
Por el hecho de haber nacido en el Japón tales inmigrantes se sienten superiores a los nisei y esto es curioso porque la mayoría de estos japoneses no tienen en cuenta el grado académico, intelectual y la posición social lograda por los nikkei en el ambiente nacional. Ellos miden de acuerdo al arraigo en la cultura tradicional, de qué manera los padres han educado a la manera japonesa, incluyendo la fluidez en el idioma. Por supuesto, existe una pequeña apertura entre algunos con un criterio más amplio en cuanto al concepto sobre los nikkei y que aceptan su hibridación cultural y manifiestan que ya ha llegado la era de los nikkei y que deberían traspasar a sus descendientes el liderazgo en las distintas asociaciones de japoneses.
En cuanto a los nikkei, ellos son seres que llevan en su haber dos mundos : el japonés y el paraguayo. Esta conceptualización es lógica puesto que por haber nacido en esta tierra y por tener la nacionalidad paraguaya es muy natural el aprecio y arraigo por su país, el sentimiento de pertenencia a la sociedad mayoritaria y la búsqueda de una identidad en ella.
Sin embargo, en la mayoría de los casos la unión de esas dos generaciones (la de los padres y sus descendientes) no se llega a concretar sin que haya un cierto desentendimiento y criterios no encontrados entre ambas. Las primeras siguen con la costumbre de hace más de 50 ó 70 años y se mantienen fieles al patrón cultural traído de su país de origen, y son tal vez mucho más tradicionalistas que los mismos japoneses del Japón. Y los nikkei, que crecieron educados con la base de disciplina japonesa, buscan integrar la sociedad paraguaya con mucha naturalidad y aprecio y servir en ella como paraguayos y, a la vez, desarrollandose como profesionales eficientes y emergentes para contribuir al progreso y a la felicidad del país.
Si el arraigo de un nikkei se expresara matemáticamente, el de un nisei estaría dividido en un 50% por cada naciopnalidad, debido a que lleva consigo a ambas. En un sansei y yonsei, en cambio, se percibe mucho más el arraigo al país donde nació.
El mundo se ha trasformado y sigue su curso, la interculturalidad y la interacción entre pensamientos y costumbres múltiples se viene ahondando cada vez más y esto se debería realizar con el respeto mutuo de las partes, sin que exista un sentimiento de superioridad de una ante la otra para el logro de una armonía, comprensión y entendimiento entre las naciones y el logro de la paz. El nikkei, como portador de dos culturas y también de toda una hibridación bien lograda con otras culturas, es un capital social enriquecedor en cada región, país y continente.